En el ocaso

Estaba equivocado: sí me importa
lo que no ocurra el día tras mi muerte,
no levantar los ojos y no verte,
ni ver mi vida, absurdamente corta.

Imaginar el no existir reporta
sólo melancolía y mala suerte,
pero es ya tan difícil contenerte,
cuando el ocaso hacia su fin transporta …

[¡Cálmate, corazón, tú ya has vivido
tu ración de alegría y de esperanza!
Encontraste el amor y te han querido,

diste tu amor hasta donde te alcanza,
si sufriste, tus penas han sufrido.
El fin será buen fin para tu andanza].

 

Muy buenas líneas Francisco.

Gracias mil por compartirlas.

 

Son tristes estos versos,poeta,pero dicho así
y engalanados por su pluma,el tema resulta más grato
y hasta puedo decir hermoso.Un abrazo

 

La melancolía que adviertes, amiga Ligia, es real. La poesía es en este caso el bálsamo lenitivo. Pero el Ocaso, siempre tan hermoso en su acabamiento, es el preludio a la desaparición. Se me acaba de morir un buen amigo de muchos años; murió sin dolor y cerca de los suyos, no obstante su marcha nos dejó consternados.

Es la vida ... y su final: la muerte.

Un abrazo, amiga.

 

Gracias a ti por tu atención y tu generoso comentario.

Un saludo,

 

Gracias, Rosario. En la medida en que nos rozan, aunque sea de lejos, las ondas mágicas de la Poesía, todo se transforma y dignifica. Es bonito transitar estos caminos; otros tienen oro, poder, dominio, a algunos nos basta con el perfume de las palabras y el calor de la amistad.

Un beso,