En La Cola Del Banco

Al pobre hombre le duele el tiempo en la mirada,
le duele mucho y no sabe si, a ciencia cierta,
el lúcido cielo es un vasto vacío almidonado
o las turbias sombras de la noche son las sobras
del magma imperial, boreal, del orbe ensangrentado.

Y se vive al día y se sabe siempre
si tiembla el pulso que la tumba espera,
y en el coriáceo zapato un piojo astroso
y en los altos astros abismada la tristeza.

El pobre hombre alienado en su herramienta
se levanta, silba, el alma alinea y devanea,
y con parco paso, sin reparo en apetencia
ni suma de múltiples sudores enfrentados,
hace fila, fuma, paga el lujo despojado
y una plétora de áureo metal a los tiranos.

Pero igual se vive y duele siempre
que envilezca el hombre con la veleidad del mundo,
y en su ancha espalda el vacuo vientre,
y en su frente el frío de un penar profundo.