En la inmensa soledad

Sedente en el rocoso acantilado,
fue a la contemplación de la gigante
superficie de líquido diamante
que noteme al instante embelesado;

a más de lo anterior, desafiante
oí el romper de las potentes olas
en tanto sus inquietas batallolas
contoneaba un buque muy distante.

A él observando, y viendo las redolas
de lechosas neblinas que cubrían
su cuerpo, que algodones parecían,
esforcé las palabras, cual ventolas:
“Como tú el colosal Neptuno a solas,
boga el amor del triste pecho mío
en pos de cristalino y pulcro río
donde entregar y derretir las penas
que en tardes tal que la presente egenas
le anegan de nostálgico rocío.”​

 

No debí haber incurrido en un adjetivo tan arcaico, seguramente. Es una reliquia léxica más que otra cosa. En cualquier caso, “egenas” significa “pobres”, “miserables”, “desoladas”.