En la Torre de Babel

EN LA TORRE DE BABEL


En la Torre de Babel
se concebía el SinDiós
de no entendernos los dos:
¡Sucia guerra sin cuartel!
Y busqué en el anaquel
pretendiendo un diccionario.
No encontré lo necesario
para expresarte mi amor,
y me sumí en el dolor
de un lenguaje estrafalario.


Intenté comunicarme
con palabras comprensibles
que resultaban risibles:
¡Era inútil explicarme!
Y sin querer excusarme,
no sabiendo qué decir,
me propuse concebir
un plan de tintes astutos
para rendirle tributos
a mis ganas de escribir.


Y me inventé el Esperanto,
un lenguaje universal
que resultó, en general,
un espantoso quebranto.
Y tras afanarme tanto
de la cabeza a los pies,
este profundo revés
me llevó a la depresión
de no tener otra opción
que aprender a hablar Inglés.


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Gracias, Lomafresquita. Lo del tirón no sé qué es, pero mola. Rebesos. Chu.

 

Titos, titos... Chu.