en los muelles de un río

No sé si el amor y el tiempo; qué nociones; qué abismo; enamorarse una vez, por ejemplo; o muchas. El punto es uno. Me he enamorado de innúmeras constituciones y de muy pocas. Recuerdo una mirada, una niña mendigando en mi vereda todos los lunes; el nombre Oliverio, de las cosas que me han sucedido muy atrás en el tiempo. Más lejos aún, la pasión y un derroche de afanes ... y la vida encargándose de mis pocas posibilidades.
El resto. Siempre el resto. No es la muerte. Es el error. Cruzar un puente y detenerse para hundir en el vientre un fragmento de cemento. En el fondo del Océano no es difícil imaginar una encantadora voz llamándonos a su regazo. La terrible opción de los delicados brazos estrangulando la proyección del recorrido.
Por la noche, a falta de luz, todo es más claro. La nitidez con que se expande el alma a lo largo del silencio es tan notable como la luna cayéndole encima. Sí. El menesteroso también se enamora. Es cierto. No lo registra la nomenclatura ciudadana. Es casi un amor suburbano despojado de todo requisito. Intrascendente para el mundo. Ignorado. Envejecido. Pero allí está. Yo lo he visto pasando su opresión por la cintura descuidada de la pobre.
Lo he visto deleitarse con sus dedos enredados en las medias de toalla azul marino. Recurrir al trayecto varicoso de una superficie arruinada. Lo ha hecho placenteramente. Como si amara.
Y al verlos, digo ¿por qué? Por todo. Por un puente inseguro con una mujer inclinada sobre el parapeto contemplando el río sin final más original que éste: el punto es uno.[/SIZE]

 

Reflecciones poeta, bellas palabras que originan el encanto de lo mas bello a lo magico del amor, felicitaciones estrellas a tu poema.....

 

una cercanía a cierta voz del cono sur americano, pero con un ritmo independiente, valedero poeticamente.

 

Gracias, amigos! Por su atención y hagaladoras palabras.