En Momento Oportuno

Allí, en lo alto de la montaña, está Efebo engalanado con su túnica translúcida. Mira con sus ojos siniestros hacia las alturas vertiginosas del tiempo. Puede comprobar cómo un aluvión de risas polimorfas ascienden como el vaho sagrado de una pila bautismal; donde el sagrado sacerdote báquico machacó con mortero la uva fina y delicada de un tiempo otoñal. El espíritu del dios está resguardado de las intemperancias de los vientos. Los cuales yacen condenados tras los muros vegetativos de la templanza. Pero se apresura a bajar rápido por el desfiladero del rocoso estandarte granítico. Para asistir a la piedad de un llanto infantil que penetra en sus oídos de sombra solar. Complaciente de no ser evaporada aún por los rayos megalíticos de la luna llena. Entonces, cuando ya ha alcanzado la santa planicie,su mano se posa sobre la frente de un diezmado muchacho y lo purifica del vertiginoso y mortal signo de la Muerte.