En nombre de los sigonos

No había libros que abrir

ni sellos que romper.

Nadie leerá lo que escrito estaba
con signos viejos, con pulso incierto.

Lo que estaba escrito no existía,
eran quimeras las profecías;
los signos sólo estaban en nuestros ojos
y sólo en nuestros oídos
atronaban las siete trompetas.

Quebramos, nosotros solos,
las copas de vidrio vivo,
quemamos su rojo vino,
(dibujo de sangre y seda)
Y con sal y azufre sembramos
las llagas de nuestras tierras.

Lo que estaba escrito no existía:

Deseosos de adivinar significados arcanos,
no había que suplicar
Y suplicamos.
No teníamos que llorar
Y lloramos,
ansiosos por descubrir la cara muda de los espejos.


Ya es tarde ahora, pues el cielo
era más y será menos.

 

Todo cambia, todo muda, pero todo sigue igual.

 

Exquisito escrito, mis estrellas.

 

Cierto!!
Y además cuánto nos efirzamos a veces para que así, estérilmente, sigua siendo.
Gracias por tu comentario.

 

Muchas gracias, Ludmilla por tu comentario y por tu regalo de un Neruda no siempre recordado.
Gracias