1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

en redacción

Tema en 'Relatos extensos (novelas...)' comenzado por Melquiades San Juan, 11 de Mayo de 2013. Respuestas: 4 | Visitas: 1352

  1. Melquiades San Juan

    Melquiades San Juan Poeta veterano en MP

    Se incorporó:
    3 de Diciembre de 2008
    Mensajes:
    5.147
    Me gusta recibidos:
    664
    Género:
    Hombre
    A manera de Prólogo.

    Esta historia ficticia puede no serlo tanto, por las conveniencias históricas y porque el personaje central no es un hombre, es una mujer; y porque en esos tiempos, y aún ahora, las mujeres no califican para heroínas, mucho menos para ser el centro de la historia como las verdaderas autoras de grandes hazañas. También porque esta idea, destruye el mito de la gran conquista, del gran conquistador, y de la gloria de un gran imperio que vino a regocijarse también en este lado del planeta para engrandecer más el título d el monarca en turno, conocido, por ser también señor de estas tierras, como el Rey Sol.
    En la consciencia nacional no está clara, ni siquiera se vislumbra, que la conquista de México fue la entrega más absurda, la más estúpida que pudo haberse dado. Más que militar fue una conquista supersticiosa, basada en la encarnación- manipulación de sus propios mito; y aunque muchos lo afirman, talvez no se atreven a declararlo así. Mucha gente se bebe todo lo que la historia convencional, vuelta texto escolar, les fue proporcionado en las escuelas desde pequeños.

    Para profanar a la sagrada historia y plantear una posibilidad de algo que pudo haber sido así pero que no se dijo porque no era tiempo para decirlo (y talvez nunca sea el tiempo de decirlo) y porque no hay grandeza en decirlo, mas bien, para ambos pueblos sería una vergüenza. Para los europeos, que haya sido una mujer y no un gran conquistador, como hoy lo creen, el autor intelectual y estratégico de la más grande batalla de estas tierras; y para los otros, siempre ha sido vergüenza y lo seguirá siendo mientras la historia de nuestro país siga presente en las páginas donde se escriben estas cosas, una vergüenza peor que una mujer intrigante y ambiciosa, haya vendido a su pueblo por su ambición muy personal y de paso haya sido burlada. Pero hay una escritura, una huella que sin estar escrita en libros, se lee cotidianamente en los rostros de cada descendiente de aquella raza guerrera que se dejó engañar por sus propios mitos. Cómo es su vida hoy, qué papel desempeña en su sociedad: parias, lumpen, proscritos y marginados en su propia tierra.
    Malinche es sinónimo de traidor en México, malinchismo la actitud más pusilánime que un nacional de estas tierras pueda observar y asumir ante un país extranjero.

    Permítaseme el ensayo, la literatura, la fantasía, para intentar este improbable propuesta sobre el hecho histórico que nos vio nacer como nación y como raza después de aquellos tiempos. Déseme la licencia de fantasear, pensando que a lo mejor no es mera fantasía, porque a veces la historia, escrita por quienes siempre la escriben es casi siempre una mentira oficial; y yo, simple mortal, solo quiero compartir una idea vieja y loca que ha vivido en mi mente durante mucho tiempo y que a lo mejor en este rincón del mundo cibernético tiene un sitio discreto donde dejarse ver sin que me produzca muchas penas.

    Como la voy a crear aquí, me atribuyo el de sí, mio derecho a corregir, reducir, abundar a mi entera conveniencia lo escrito; incluso el de arrepentirme de escribirla y publicarla, y borrarla.
    Solo al final, después de un tiempo, talvez la historia quede como la he pensado, si es que llega a un final.

    Lo único que pretendo al escribir este tema es divertirme mientras la repienso y comparto.
    Mucho pedir es ya, el esperar que ustedes la disfruten, si eso sucede, pues me dará mucha alegría.



    Capitulo I


    La Palabra.

    "Siglo XVI, para Europa el medievo se ha ido diluyendo; para América apenas ha llegado."



    "Nuestros dioses han vuelto, están aquí, mirad la balsa que se ha multiplicado, y cómo vuelven ellos con sus trajes como cielos nublados, y el trueno viene consigo, y otros dioses menores desconocidos y poderosos, mirad su gran poder cómo a un solo deseo se transforman como nosotros y dejan sus tronos movibles fieles y veloces como truenos (los caballos), mirad que a cada paso suyo suenan los tambores de su gloria y la tierra se parte bajo sus poderosos pies y los tronos rugen como cuando la ceiba se parte bajo el rayo. Los dioses invisibles han vuelto y nos miran, miradlos, mirad su piel, sus ojos, sus rostros barbados y sus cabellos como el sol.

    Ellos vienen como está dicho, como está prometido, ya están aquí, han vuelto, vuestros ojos contemplan los que muchos desearon contemplar Quetzalcoatl y sus ejércitos han regresado y van a recobrar su reino, te miran los dioses y esperan que vengas con ellos, que tu mortalidad se una a su paso y que tu sacrificio en la batalla que se avecina te vuelva parte de su ser, del dios mismo para siempre", no temas morir, ya no es necesario el combate ceremonial para rendir tu sangre en honor de los dioses, ellos están aquí, te miran y cuando se marchen de aquí debes seguir sus pasos", ya no padeceréis hambre, ni sed, ni frío ni enfermedades, ni moriréis, todo eso sucederá cuando Quetzalcoatl recupere su trono allá en Tenochtitlan, nuestra ciudad sagrada.



    Los nativos la miran asombrados, embelesados; ella sabe cómo hablar a los de su pueblo, ella es la palabra, Malianalli se llama, viste de blanco y las flores y las grecas bordan los extremos de su indumentaria. Es mujer que tiene educación a pesar de ser esclava, es mujer que se adormece cuando habla, es mujer que flota o parece que flota cuando los ojos la miran y los oídos la escuchan.
    Ella es Malianalli Tenépatl, ella es Malitzin, La voz, la palabra. Ella sabe robar el alma, la voluntad, ella sabe encantar al corazón, Tenépatl (la palabra) está ahí, y tras ella, los dioses que vuelven con el trueno en sus manos.

    Los nativos auscultan a los dioses, buscan a Quetzalcoatl entre ellos y lo encuentran: gigantesco, rubio como Tonatiuh el Sol, vestido como los demás dioses, con su traje de nube más duro que cualquier roca. Lo señalan.

    -¡Es cierto!, gritan, rompen la compostura y rodean a Pedro de Alvarado, lo tocan, son cientos de ellos, Alvarado se pone nervioso quiere ponerse a salvo de la muchedumbre de nativos pero Malianalli en perfecto español, hablando con serenidad le dice que se calme, que no le harán daño, que se muestre fuerte y poderoso. El soldado obedece y se queda quieto, serio, como la intérprete ha dicho, conserva la serenidad y el aplomo. El Capitán, de origen noble pero pobre, se vuelve Dios, y los hombres que lo rodean sienten cómo brota de él el poder de la deidad.

    -¡No toquéis a los dioses, podéis morir! ¡Apartaos, adorad desde lejos!, la Malinche, la voz de los dioses habla y su voz en gran autoridad. Lo dice en la lengua nativa, en el Nahuatl que hablan los grandes señores. Tenépatl es la voz de los dioses, la que explica sus misterios, la que entiende su lengua. Solo ella es la elegida, solo ella los puede tocar y hablar con ellos.

    -Qué pasa, pregunta un hombre chaparro, de rostro enjuto y torcido.


    (La tumba de Cortés esta en el Hospital de Jesús en la ciudad de México, es un mausoleo discreto el que preserva, sin honores de los locales, sus restos. Hecho para un cuerpo más pequeño que mediano; en el Casino Español de la ciudad de México hay un cuadro muy antiguo y bien conservado, de esa época, muestra el rostro enjuto y torcido, apenas disimulado por el generoso pincel que lucha entre maquillar los rasgos evidentes de su cara y volver al personaje alguien muy diferente a quien posa para el retrato, tales comparaciones y observaciones no tienen propósitos ni consideraciones ni connotaciones discriminatorias o raciales, sino las de hacer ver cuán difícil pudo haber sido que a primera vista los nativos lo identificaran con el Dios Quetzalcoatl, de quien se creía que físicamente era un ser rubio, de ojos azules de cabellos dorados y de gran estatura)

    -Caminemos -responde ella, ellos nos seguirán, darán sus vidas por nosotros, poneos en marcha ya, si os dilatáis os iréis solos, y solos jamás llegareis ni siquiera a ver con vuestros ojos al cerro que humea (Popocatepetl) y a la princesa que duerme un sueño profundo (Iztaczihuatl). Solos, seréis en pocos días una mancha roja en los cuerpos de nuestro dioses.
    ¡Marchad ya!

    El Capitán ordena a toda la tropa que monte sobre sus cabalgaduras y se ponga en marcha, ellos no pasan de unas centenas de hombres, tras de ellos, van los pueblos seducidos por la palabra de Malianalli, y por la leyenda; son pasos que siguen los pasos de los dioses, así se sienten.

    Ella camina al lado de Cortés, siempre a su lado. Él cabalga y ella hace la marcha a pié. Él le pregunta:

    -¿les dijiste exactamente lo que te dije que les dijeras para que nos siguieran?

    -Sí eso les dije, les dije que veníais en nombre de una poderosa majestad que os ofrecía ser parte de su poderoso reino, que veníais en nombre de una poderosa iglesia que adoraba al hijo verdadero del Dios verdadero, gracias al cual todos podrían alcanzar la vida eterna al morir, que eso les ofrecemos.

    Los demás soldados escuchan, él finge que la reprende.

    -Y por qué os tardasteis tanto en vuestro discurso.

    -Es que la lengua nuestra, mi señor, es larga y corta a la vez cuando tantas cosas tan importantes se tienen que decir juntas.

    Y por qué se han acercado al Capitán Alvarado y le han tocado.

    -Es que el capitán Alvarado es persona que se asemeja al de una leyenda nuestra.


    La marcha continúa por entre la espesa selva septentrional, a cada paso el mito se difunde, "son los dioses que vuelven y van a Tenochtitlan a recuperar su trono", eso dice Malitzin Tenépatl (la palabra) la que viene con ellos y comprende su voz. Se unen, tras ellos las mujeres y los niños, los animales que han de servir de alimento para la gran marcha, hasta allá, donde están todos los lugares sagrados, donde están los más poderosos señores del Anáhuac, ahí mismo donde mora y reina para todos el Cem Anáhuac Huey Tlatoani ( Señor de todos los Anáhuacs) Gobernante de todas estas tierras, que los espera -se dice- para entregarle su trono.

    La voz corre entre la selva, llega a todos los confines del Imperio Azteca: "Ellos han vuelto" dicen, es el gran momento nuestro, los dioses han cumplido su palabra, están aquí, han venido a quedarse entre nosotros, ya no padeceremos ni hambre, ni sed, ni frío. Han visto a Quetzalcotal con sus propios ojos, lo han tocado, y él no los ha fulminado como un rayo con todo su poder.

    La multitud es impresionante, surgen de todos los caminos, unos suben de las costas y otros bajan de las montañas, los dioses están aquí.

    ***

    Malianalli


    Malianalli -dicen- era hija de un cacique de una tribu ordinaria, de las tantas que integraban del Imperio Azteca. Sobre su origen hay pocos datos y los que hay son muy variados, pero se dice que era de noble cuna y que por circunstancias de la vida, guerra o intrigas por la sucesión, pasó a ser esclava de un señor cacique de la zona de Veracruz o Tabasco, su nombre era Tabscoob, o talvez Tabascoo, con eso de que los conquistadores cambiaron tantos nombres autenticos con sus confusiones, y al intentar castellanizarlos.

    Pues bien, cuando llegaron los conquistadores a estas tierras, libraron varias batallas, se impusieron a los nativos por la superioridad de sus armas y entre los primeros tributos que recibieron de parte de los vencidos vino la Malinche. Hablaba a la perfección el Náhualt y las lenguas nativas de la región. Al difundirse la noticia de su llegada de seres extraños, desde muy al sur acudieron ante él dos europeos que habían sobrevivido a naufragios de expediciones anteriores. Uno de ellos Jerónimo de Aguilar, dominaba ya los dialectos de la zona, y Cortés descubrió que Malianalli entendía estos y además hablaba Náhuatl, el idioma oficial del Imperio Azteca. Se sirvió de ambos para darse a entender con los locales y los enviados por Moctezuma para saber quienes eran ellos y qué buscaban en estas tierras. La Malinche tenía una gran facilidad para aprender las lenguas y al poco tiempo, Jerónimo de Aguilar resultó innecesario como interprete. A partir de entonces Malianalli fue su traductora en todos sus asuntos. Habla Bernal Díaz del Castillo en su obra, algo sobre su belleza física; al poco tiempo fue tomada por Cortés como su amante o concubina. Y es aquí donde dejamos los formalismos para meternos en el terreno de la mera especulación que gusta tanto en la literatura.



    ***

    Diálogos entre amantes.

    Qué platicaban en el lecho...

    Las mujeres siempre quieren saberlo todo. ¿Quién eres tú, de dónde vienes?...

    Ella pronto se enteró que su Señor no era más que un aventurero común y corriente, esmerado en hacer fortuna y temeroso de su Rey y de todos los tejes y manejes de la gente que intrigaba alrededor del trono. Era, demás de un aventurero un perseguido de la autoridad del Gobernador de Cuba Diego Velázquez quien desconfiaba tanto de él que, antes de partir lo había desconocido como jefe de la expedición que juntos habían fletado para ir en pos de tierras a conquistar, más allá de la isla. Cortés huyó con naves, tripulación y recursos rumbo al lugar que pensaban conquistar.

    Por su parte, Cortés, tenía en Malianalli una fuente de información privilegiada que le era exclusiva, personal. Yo supongo que la llenaba de recomendaciones para que no hablara con nadie más. Tanto secretismo despertó la curiosidad en una mente inteligente y audaz.

    Ya imagino a Malianalli observando detalladamente los gestos de su amo (era esclava) cuando le hablaba sobre la bravura de los guerreros aztecas. Mentalmente calculaba el poderío de sus armas, y los resultados en perdidas humanas después de cada batalla. Con cuántos hombres, después de largas jornadas podría arribar (¿podría?) a la meseta del Anáhuac, sede del poderoso Imperio Azteca.

    ¿Quién soy yo?... ¿quién eres tú?, las incógnitas en la mente de la mujer. Yo soy tu esclava: mi realidad y mi futuro; tú eres un aventurero, un sujeto de clase menor en la pétrea estructura social del imperio de donde provenía.
    Cómo trascender mi condición social apoyada en la tuya. Su propia realidad le permitía pensar que de la nobleza podía pasar a la esclavitud por circunstancias de la vida; y también, en un golpe de suerte, de la esclavitud podía pasar a la más alta dignidad en una estructura social surgida luego de una batalla capital.

    También la Malinche sabía que con esos pocos soldados sería borrado de la faz de la tierra en la primera batalla, pero había una puerta, que él, su amo desconocía: la Leyenda de Quetzalcoatl. No sé si ella haya sido atea como yo, pero, éste con el que fornicaba a fuerzas, por obligación o para sobrevivir no era un Dios, eso lo tenía más que claro, era un hombre. El peso de la leyenda en la que se basaba toda la religión de esas tierras no era de despreciarse. Era complejo suplantar en el imaginario colectivo de los nativos a un ser de poca estatura y de piel no muy blanca, nada atractivo y con un físico que no impresionaba a ninguno de ellos por su fortaleza física, por el Dios Quetzalcoatl.
    Si tan solo tuviera la apariencia de Pedro de Alvarado, la leyenda marcharía por sí misma. Pero no, esto era lo que había, y si había algo que construir era a partir de esa realidad.

    Luego de mucho sexo, reposando el cansancio, Malianalli le dijo a su señor:

    -Yo sé cómo puedes conquistar este imperio sin derramar una sola gota de sangre de tus pocos soldados.

    - Y ¿cómo es eso?...

    Esa noche y las que siguieron ambos discutieron las probabilidades de éxito del plan de la Malinche.

    Era muy bueno. No tenía desperdicio.

    continuará...
     
    #1
    Última modificación: 12 de Octubre de 2015
  2. Melquiades San Juan

    Melquiades San Juan Poeta veterano en MP

    Se incorporó:
    3 de Diciembre de 2008
    Mensajes:
    5.147
    Me gusta recibidos:
    664
    Género:
    Hombre
    Hay pueblos que ya esperan a la vera de los caminos, un gran bullicio anuncia el arribo de la conglomeración. Los pueblos que esperan pagan tributos en comida a los que preceden la marcha. Es una costumbre ancestral en estos pueblos que ya se está perdiendo. Ellos traen a las deidades, ellos cobran tributo a los pueblos que quedan a su paso. Comida sobra, presentes, hospedajes y mujeres. No es un grupo de bandoleros el que viene, son los dioses, el séquito de Quetzalcoatl que viene anunciando su arribo. Los caciques menores se engalanan con sus mejores vestiduras, desafían al poder del Imperio, acaso Moctezuma es igual a un dios, no lo es. Es un hombre de noble cuna, pero un hombre. Sin embargo, hay batallas pequeñas que se libran, no ha menester ningún gasto de pólvora, los mismos nativos destrozan vueltos multitud fanatizada por la palabra de Malianalli a las pequeñas aldeas que se oponen.
    ¿Esa es la historia? No, esa no es la historia, este redactor de fantasías no conoce ni es vasallo de la poderosa majestad que gobierna en aquella época, no hay rasguños ni torcedoras de tobillos que magnificar ante el Rey para engrandecer su epopeya para obtener de él mercedes y señoríos a cambio de sus sacrificios, si acaso el entumecimiento del trasero por el tiempo que lleva plasmando pensamientos, no. Esto no es la historia oficial, es una versión apócrifa y fantasiosa.

    La historia oficial se escribirá luego, cuando las tropas ya se aposenten en la ciudad destruida, y luego, cuando Bernal le haga ver al Rey todas las desventuras que sufrieron sus músculos de tanto ir de aquí para allá dentro del pesado latón que contiene sus pellejos, sufriendo a lomo de su cabalgadura. Cuando Bernal le escriba y le diga a su Rey, ¡Señor; mira cuanto padecimos y qué heroicas hazañas hicimos por la gloria de tu reino! Te solicito la gobernación de Guatemala a cambio de los piquetes de mosco que he sufrido. No le hagas caso al Tal Gomora, hombre mentiroso que jamás estuvo por estas tierras. Óyeme a mí que soy carne perforada en mil sitios por las saetas, y mis hambres, mis insomnios, mis ayunos.

    ****

    Las multitudes se asientan en un llano vastísimo, se pierde la mirada entre las multitudes de nativos que rodean a "los dioses", han caminado cuatro veces el territorio de España y algo va a suceder. Los caciques dejan a sus pueblos en un lugar del llano y acuden al centro, Malianalli va a hablarles. No hay otra voz. Entre europeos y nativos no hay comprensión alguna. Se miran y no se entienden, cuando los españoles necesitan algo de los nativos buscan a Malianalli, Y los nativos no hablan con los invasores, para ellos es una falta, hay una voz: Malianalli, ella es la que habla con los dioses. Malianalli lo sabe y explota su capacidad de traducción, nada sabe un pueblo y otro que ella no sepa. Y Cortés confía en ella, respeta el pacto.

    Allá en el siguiente valle hay una nación poderosa: Tlaxcala, los tlaxcaltecas han sido eternos enemigos de los Aztecas, a simple vista, esto parece favorecer los propósitos del conquistador y de su traductora. Pero no es así. Hay una gran cantidad de guerreros impidiendo el paso a la avanzada de nativos. Son feroces, les han hecho huir. Es un gran pueblo, un pueblo que no come sal porque los Aztecas no permiten que se comercie con ellos la sal. El Rey Tlalcalteca ha mandado a sus sabios a dialogar con los dioses. Viene con ellos un príncipe de la corte. Los sabios se adelantan y se dirigen en su lengua a los hombres rubios. Nada sucede, no le responden. Malianalli calla. Vuelven a hablar y sucede lo mismo. El principal que los acompaña es el heredero al trono de Tlaxcala, se dirige a Malianalli y le interpela groseramente, como se hace con una esclava, la interprete le vuelve la espalda y se retira detrás de Cortés. El heredero furioso por la falta a su linaje se retira y acude a la corte de su padre. Le dice cuantos son y se compromete a eliminarlos en el campo de batalla.

    La corte está dividida. Los sacerdotes no saben qué hacer, han visto a Pedro de Alvarado entre las tropas y le dicen al Cacique: vimos a Quetzalcoatl mismo ahí, es como el sol, es alto y divino: "Ellos han vuelto". El heredero se exaspera y sin el permiso de su padre reúne a unos cuantos de sus guerreros leales y se arman con los petos de algodón entretejido con caña de maíz, con las flechas, con el macuahuitl, un mazo de madera con filosas rocas incrustadas, hondas, lanzas, arco y flecha con punta de piedra filosa.

    Es hora de confrontar a los dioses. Los españoles ven las armas el armamento de los nativos y quieren demostrar a las masas que los siguen todo su poderío, enfrentando a este grupo de bravos guerreros. Se colocan frente a frente y los pedreros (pequeños cañones de campo) rugen mandando hacia los nativos las granadas que destrozan a los hombres, los mutilan.
    Todos los espectadores están impresionados. Los sobrevivientes, acostumbrados a las guerras floridas, se recuperan y envisten nuevamente, ahora son los arcabuses y ballestas los que hacen gala de su poderío. Atravesados, ensangrentados, diezmados, se vuelven a reagrupar, son unos cuantos, ahora serán los caballos y los sables los que mostraran sus virtudes guerreras. Pasan entre ellos y los decapitan, los arremeten. No hay rendimiento, hay masacre, exterminio. Ellos, los vencidos saben que son más que héroes, han trascendido a lo divino, hay compartido el campo de batalla con los dioses.

    El escenario ha cumplido con su objetivo una vez más, igual que allá, en las costas del desembarco donde luego se fundó La Villa rica de la vera cruz, el primer ayuntamiento del imperio español fundado en territorio azteca. Allá fue una demostración en la playa, un galope tendido cabalgando a las bestias. El ruido de las armaduras, el eco de los arcabuses, los cañones sobre la playa y los de la casa flotante.
    Aquí, ha sido sobre la planicie. Los nativos contemplan el final del combate asombrados y luego se deprimen. Cabizbajos ven caer en un instante un poco de su gloria en los más bravos guerreros de su raza. Malitzin viene y les habla, les dice a los caciques y estos repiten su palabra a sus pueblos: no están muertos, ellos ya son dioses, hasta la muerte en manos de un Dios es bondadosa. Los caciques piden a la Malinche permiso para recoger los restos de los guerreros y para devolver el cuerpo del príncipe heredero a su padre el Señor de Tlaxcala. Los capitanes de Cortés les niega el permiso, solo el cuerpo del heredero vuelve al rey, los demás serán alimento de los buitres.

    La comitiva llega al palacio del rey y le entrega a su hijo. Su hermano mayor al ver el cuerpo se se indigna, pero el padre, cansado y sabio, entiende que es imposible enfrentarlos. Lo sabe porque su ciudad está llena de nativos que acompañan a los dioses, los hay por los caminos, por las montañas, están en espera, no hay flechas suficientes para tantos cuerpos, es tarde para toda resistencia. Malinche habla y hace pacto a nombre de Cortés. Una cosa es lo que dice ante el rey Tlaxcalteca y otra la que dice en castellano para que todos los soldados escuchen, ella hace los tratos y convenios, allá en el lecho, en la intimidad, Cortés se enterará de todo lo logrado.

    NOTA PARA ANTONIO:
    INCRUSTACIÓN ENTRE PARÉNTESIS

    (

    Cortés habla para que Malianalli traduzca a los grandes señores ahí reunidos, a los ancianos.

    "Vengo en nombre de un gran imperio y de un muy poderoso y cristiano rey y señor, allende los mares que os ofrece ser sus vasallos, y a cambio de ello os brindará su protección. Nunca más os someterá el dominio de Moctecuzoma ni os veréis precisados a sacrificar a esos demonios de piedra la sangres de vuestros hijo e hijas, pues os traigo la verdadera fe, que os redime y ofrece un mundo nuevo y una vida nueva. A través del sacrificio de su hijo, este Dios os perdonará y colmará de bendiciones".​

    Y Malianalli :
    Los dioses han hablado y dicen:

    "Señor Maxixcatzin, Señor Xicotenga, grandes y poderosos señores, señores ancianos: he vuelto por mi reino y traigo mi justicia a todos ustedes. He devorado los cuerpos de vuestros guerreros para hacerlos parte de mí. Cada amanecer, entre los destellos de Tonatiuh se mirará el reflejo de su alegría. Sin mancha de cobardía han venido hacia mí y son ahora parte de mi esencia.

    Ahora queda para ustedes la tarea de acompañarme a Tenochtitlan, vuelvo a mi trono y mi reino será para todos, buenas cosechas y buenos augurios. He aquí que no me he olvidado de sus voces que me han clamado durante toda mi ausencia y he venido por vosotros para que sean testigos y parte de mi grandeza".​


    Los ancianos consejeros escuchan, todo el discurso está en armonía con la leyenda, quieren hablar en secreto a los grandes señores ahí reunidos pero Malianalli les dice:

    -No más susurros ni secretos, Quetzalcoatl, nuestro dios escucha, hablen con voz poderosa no se moleste nuestro Dios y su rayo quite sus vidas.

    Se habla y se dice en Nahuatl lo que el miedo y no la sabiduría debe decir. Los señores se comprometen a unirse, con todos sus hombres en edad de ser guerreros, a los dioses en su vuelta al trono, allá en Tenochtitlan.

    Malinche dice en español a Cortés, para que los soldados escuchen:

    -Os seguirán y lucharán a vuestro lado por vos y por vuestra Majestad.

    Los soldados, petrificados por el gran riesgo que corren dentro del recinto, superados en número de 20 a 50 contra cada uno de ellos por los guerreros ahí presentes, sueltan la respiración con gran alivio, descansan de sus temores cuando la mujer nativa que sirve de traductora ha confirmado la alianza.

    Quitando a los soldados que Cortés ha dejado al cuidado de los caballos y de los pequeños cañones (pedreros) que son sus principales armas, la totalidad de sus fuerzas está ahí. Un mal gesto, un dialogo equivocado y ese es el final para todos ellos. Están el la cueva del lobo. La muerte de uno puede romper el mito de "los dioses" y la muchedumbre de nativos que espera fuera y en los sitios cercanos una orden de sus caciques para arremeter en contra de los Talxcaltecas puede fallar. Todo queda pues en manos de la palabra, y la palabra ha cumplido su misión. Salen del recinto y ya entre ellos, lejos de las miradas de los nativos felicitan a Cortés por la alianza lograda y tienen manifestaciones de reconocimiento para la mujer que es la voz de su líder y que ha sabido hacerse escuchar y convencer.

    Sin embargo hay temor. Han visto cuán grande es la multitud de seres en estas tierras y la bravura de sus guerreros, la superioridad de su armamento no es suficiente para asegurar el triunfo contundente sobre un imperio y permanecer en control de él. Hasta hoy, han sido islas y pequeños pueblos los sometidos, para esta misión tan basta e importante hacen falta muchos soldados. Ellos ven a los nativos que los siguen pero no comprenden bien por qué los siguen, solo los ven ahí, a su alrededor, y cuando quieren hablar con ellos, ellos se retiran, solo hablan con la mujer, la esclava-concubina del capitán y ella es la que les dice qué hacer y cómo conducirse. Podría decirse que hay dos ejércitos y dos grandes jefes de esos ejércitos, el de ellos de un ciento o más de hombres, con Cortés como capitán; y el de los nativos, compuestos por miles, al mando de la mujer. Un muy relativo dominio sobre ellos es que, la mujer sea concubina y esclava del capitán; pero temen, un malentendido, un disgusto entre ellos puede cambiar las cosas. Muchas veces han estado a merced de sus aliados, si ellos hubieran querido en ese instante los exterminan. Eso les mantiene en constante zozobra, no duermen, temen apartarse del núcleo del mando por temor a su propia suerte. Cuchichean entre ellos, conspiran, no pocos difunden la idea de volver a Cuba e informar al Gobernador Velázquez de lo encontrado para que el flete más naves, mande una gran cantidad de aventureros, o que espera un tiempo mientras llegan más de España, o mandar pedirlos al Rey. La tierra que han visto lo vale, tienen claro ya, que están en tierra firme y que hay mucho más tierra dentro. Una gran riqueza que puede ser de ellos como botín y que pende de un hilo, sienten que su capitán muestra incapacidad al ser tan confiado. La idea de volver cobrea fuerza.


    ) HASTA AQUÍ LA INCRUSTACIÓN DE NUEVO TEXTO.


    Hay un gran celo entre los aventureros. Han visto en el trayecto un territorio que dobla al de toda España. Cuando miran los valles verdes y sin animales de pasto, se dan cuenta de inmediato que mejores que estos no posee ningún par de España ni ningún otro noble, lo saben porque han sido siervos y saben que sus amos poseían tierras ricas pero no tanto como estas vírgenes. Miran las montañas e imaginan que bajo estas el oro y la plata están esperando por ellos. Cuantos barcos de oro y plata volverán a sus casa para comprar tierras y ser recibidos por su soberano que de inmediato les nombrará Condes, Duques por sus grandes hazañas. No están al tanto del plan que hay entre Malianalli y Cortés, y piensan que su capitán debe volver para buscar refuerzos en Cuba. Necesitan un gran ejército para volver. Los rumores llegan a Cortés y ante el temor de quedarse solo, manda a quemar sus naves.

    ¡Oh tú Bernal! Eres casi un Homero cuando narras las epopeyas que cuentas al Rey para reclamar mercedes de la corona española. Dónde estuviste en la batalla aquélla alférez cronista. A caballo, detrás de un arcabuz o de un pedrero, o tras una poderosa ballesta. Cuánto sudor brotó de tu piel por el cansancio de tu hazaña, hubo algún rasguño en tu piel.

    Por qué, de dónde Gomora te desdice y desdice las cartas de relación de Cortés. Quién, que no sabía escribir, le refirió la misma historia de diferente forma.

    ***

    Los sueños de dos mortales.

    Viene el viento fresco y se cuela por las rendijas. Ya en el altiplano el clima es más benigno. Huéspedes honorables los conquistadores disfrutan del hospedaje real. Han ofrecido mujeres hermosas, hijas de nobles a los soldados para saciar sus instintos. A Pedro de Alvarado le han dado por mujer, sin celebrar matrimonio, a una mujer bellísima, Tecuilhauatzin famosa por su hermosura, la propia hija del rey. Alta y de grandes ojos negros, largos cabellos y hermoso cuerpo. Delicado ser que solo conoce de la vida en palacio y cuya planta no pisa el suelo en sus paseos. La han ofrecido a Cortés primero, pero él no la ha aceptado, respetando el acuerdo secreto con Malianalli. Ha ordenado que sea Alvarado el que reciba a esta mujer como concubina.


    Cortés y Malianalli se van a sus aposentos.
    Después de tener relaciones ambos duermen. Los envuelve la oscuridad. Sueñan.

    Solo los dioses tiene el poder de mirar entre las sombras, miran las siluetas, y además, ven en sus almas, escuchan y ven todos sus sueños y sus pensamientos. Solo los dioses, los poetas y los escritores de cualquier nivel, siempre que las criaturas sean producto de sus obsesiones creativas. Así que, comparto las visiones de esos dos seres con ustedes para que puedas seguirme por los derroteros de esta fantasía.

    NOTA PARA ANTONIO. (A REVISAR)

    (Hay un hombre que sueña y su sueño le atormenta, tiene un mundo de angustias que la mente intenta resolver durante el sueño.
    ¿Cuántas voces lleva la realidad al mundo de sus sueños? Dejemos atrás las lejanas, la de las calles de cualquier ciudad de Extremadura, allá en tierra natal, en cuyos callejones sus pasos son nada y lo único que tienen como visaión de mañana es esa misma sensación. Es una sociedad cerrada en donde los privilegios, se aceptan porque vienen dados desde arriba y antes esa decisión divina solo queda la poderosa realidad de aceptar el vasallaje a algún Señor, o la caridad de alguien cercano al trono para conseguir un mediano ( quizá no tan digno, porque en el servilismo no hay dignidad alguna) nivel social, puestos mediocres estos, tan disputados por todos los plebeyos, para tener una vida decorosa.

    El sueño probable también es el del fugitivo que ha delinquido sobre su Señor el Gobernador de Cuba, a quien ha robado su parte de los gastos para formar la flota que vendría en búsqueda de más islas y territorios a conquistar para hacer fortuna. Sabe que tarde o temprano sus enviados vendrán, le superarán en número y le prenderán para devolverlo a la Isla de Cuba y ahí sus días, si bien le va, terminarán en un calabozo.
    Pero ese sueño tiene salidas, él conoce los tejes y manejes de los clérigos y el poder de influencia que tienen sobre el Rey, sabe que con unos buenos baúles de oro y joyas, y todo cuanto estas tierras puedan aportarle, bien se puede agenciar para su beneficio los favores y gestiones de un clérigo de alto rango que hable por él al oído de su majestad.
    Ah sí, su enemigo, el gobernador de Cuba también los tiene, y les comparte el botín para mantenerse en el gobierno de su isla. Calcula sus opciones y entre ellas está la de que esto no es una isla, es tierra firme, al clérigo se le puede convencer con el argumento de que de estas tierras saldrán muchos tesoros y tierras, es una apuesta a futuro.
    Duerme y se mueve dormido, su rostro contrae sus músculos, luego los tensa, luego los relaja, dentro de su mente está librando otra batalla.
    A su lado vemos a una mujer desnuda, dormida, hay movimiento en sus facciones, predominan en estos los gestos de la satisfacción.
    Las vertientes del sueño vienen desde su niñez, ahí en su pequeña corte tribal donde ocupa un lugar preponderante. Luego viene la terrible experiencia de la batalla, y la derrota de los suyos. Es entregada como botín al cacique triunfador, relegada a la servidumbre en su corte. La primera noche en la residencia del su nuevo amo es traumática. Él se satisface de su pubertad o niñez, no lo sabemos, es especular, este ejercicio es de especulación pues de estas cosas personales la historia no se ocupó. A esa noche siguen otras tantas, es su oficio, servir al Señor para sus necesidades y esto no excluye las íntimas. Me lleva a pensar que para su amo era un objeto valioso en este sentido como para ofrecerla al conquistador como uno de sus tesoros. Me lleva a pensar también que ha debido de haber tenido presión de su reina para deshacerse de su esclava, ahí pudo haber celos a su belleza. Incomodidad femenina pienso yo.
    Otro de los sueños de la mujer es bello, es relacionado a la felicidad. Se sueña como señora emperatriz compartiendo el trono con su amo. Ante ella llega todo a esa nobleza nativa que la despreció en su derrota y que la vejó. Estos hombres, traen las armas para sorprender a los nativos, es cuestión de manejar bien las cosas y una vez en Tenochtitlan, la sede del gran imperio, los mismos nativos acabarán con sus gobernantes. Ayuda la mano de piedra ( aquí no se conoce aún el hierro) con que han sometido y gobernado es poderosa chipa para prender un gran incendio, y el combustible es esa leyenda tan apropiada del gran Dios blanco de ojos azules y barbado que un día se auto destierra sobre una balsa de serpientes y promete volver por su reino algún día.
    Ella sabe qué poderosa es la religiosidad entre su gente, cuan grande han hecho los sacerdotes suyos esta leyenda. Quetzalcoatl, la serpiente emplumada, la que precede a la lluvia como viento, la que trae la bendición de los campos llenos de maíz.
    Llega el amanecer, se despiertan, ambos miran en su entorno. Ella escucha los trinos de las avrez y siente que cantan a su persona, se siente una especie de princesa que vuelve para recuperar su trono, solo es cuestión de esperar, lo sabe, y ella maneja este instante prodigioso con todas sus capacidades para lograr sus objetivos.

    Él despierta y otea el horizonte. Sabe que ellos vendrán, los soldados, que vendrán por él. Ha dejado una pequeña guarnición en la playa, allá en la Villa rica de la ver a cruz para que le mande a avisar en cuento vean las velas aparecer en el horizonte. Cuando esos mensajeros vengan sabrá que es una hora grave, la hora de enfrentar su más peligroso destino.
    El otro horizonte no es tan claro, el de conquistar este nuevo territorio con tan pocos hombres, pero mira a esta mujer que cada vez lo asombra más hasta el grado de llegar a admirarla de volverse dependiente de ella, de sentirse seguro a sus lado en estas tierras extrañas pobladas por seres extraños.)


    continuará...
     
    #2
    Última modificación: 17 de Mayo de 2013
  3. Melquiades San Juan

    Melquiades San Juan Poeta veterano en MP

    Se incorporó:
    3 de Diciembre de 2008
    Mensajes:
    5.147
    Me gusta recibidos:
    664
    Género:
    Hombre
    CAPÍTULO II




    Los conflictos entre el medievo tardío y su re edición en las nuevas tierras.

    ¿De dónde vienen esas naves?...
    Vienen de un sueño o talvez de una mentira.


    Muchos estudiosos dicen que todo es expansión de los reinos de Europa tiene que ver con muchos relatos que la despertaron. En la época medieval cada habitante de esos reinos tenía un sitio para sí en esa estructura social. El que nacía leñador heredaba el oficio a todos sus hijos, los panaderos, los sastres, los talabarteros, etc. etc. etc. Eran el pueblo, los plebeyos; la otra parte de la sociedad la llamada nobleza, también era de alguna forma inmutable, aún cuando perdieran sus bienes por mala administración, la calidad del hombre seguía pasando de una generación a otra, así eran esos tiempos en donde la voluntad divina le daba a cada quien, como dice la máxima cristiana "lo que le viene dado desde arriba"; los villanos pobladores de una villa, viajaban poco era extraño si no es que improbable, que abandonarán sus lugares de origen. Excepto claro está, aquellas sociedades como las formuladas por los mercaderes, tales como los venecianos. Y las inquietudes del hombre por explorar el mundo nacen quizá con las primeras narraciones de Marco Polo, que se difunden por las Cortes de toda Europa, ahí las escuchan los sirvientes, y éstos las hacen llegar al pueblo.

    Nace pues en el alma del hombre el sueño de la aventura. Esto sucede cuando el periodo oscurantismo que predomina en la mente de todos los europeos empieza a a perder fuerza gracias al racionalismo, segunda etapa de influencia en la filosofía medieval.

    Los hombres que descubren en el nuevo mundo vienen de esa nueva visión del mundo. Pero cuando llegan a estas tierras, y encuentran a estos seres extraños, de los cuales llegan a pensar que carecen de alma por no estar bautizados, por no conocer a Cristo y su salvación, por adorar dioses de piedra, por hacer sacrificios humanos como rituales religiosos. Se juntan en estos personajes dos visiones: se sienten defensores de la fe verdadera y asumen como misión personal combatir al demonio que se ha enseñoreado en estas tierras, en estos lugares del mundo que no conocen el cristianismo.

    Y para volver a nuestra fantasía, obsequiarlos al lector esta visión:

    A medida que avanzan los soldados rodeados por la muchedumbre de nativos que lo siguen y los preceden hacia las regiones que han de transitar para llegar al centro del imperio, se dan cuenta de la necesidad que estos seres tienen de celebrar puntualmente sus ritos religiosos, se dan cuenta también que la religión del imperio es poderosa que influye fuertemente en toda la zona donde extiende su dominio, a su paso van encontrando centros ceremoniales y sacerdotes del culto. La reacción que despierta en ellos es medieval, quemar brujos, perseguir demonios, destruir santuarios profanos.

    Toda esta reacción es peligrosa porque confronta a sus seguidores, al invadir terrenos tan profundos en el ser humano fanatizado, como lo es la religiosidad vuelta fanatismo. Aquí y en todos lados un hombre se siente agredido en lo más profundo de su ser cuando siente que su religiosidad está siendo puesta en extinción.

    No podemos seguir adelante con el relato sin considerar estas circunstancias. La quema de templos y la muerte, quizá en hoguera, a la manera medieval, de los sacerdotes de ese extraño culto. No podemos entender que esto haya sucedido sin que de parte de los nativos haya habido una necesidad de respuesta airada y quizá violenta. Gran peligro se vuelven las masas que rodean a los pequeños contingentes, y que lo siguen, cuando éstos se vuelven en contra de lo que consideran tan preciado. No hemos visto tantas veces a los partidarios de algún equipo de fútbol apedrear a sus jugadores por los malos resultados, la pasión es lo mismo en cuestiones emotivas, y esta es una de las acepciones que tiene en la religión dentro de la sensibilidad del ser humano.

    He aquí que para resolver este evento, vemos a Mallianalli, intentando apaciguar la ira de los caciques que acuden a ella para presentarle sus reclamos. Qué dirá Malinche para explicar, para hacer coherente esa acción por parte de los conquistadores con lo que ella ha venido difundiendo: los dioses han vuelto, están aquí, han venido por su reino.

    Pongamos pues en labios de la Malinche un texto probable pero eficiente:

    "Ellos han vuelto, ya están aquí, han venido por su reino, están entre nosotros. No hacen falta pues ni centros ceremoniales ni representaciones de nuestros dioses, pues están en persona, convivimos con ellos, ellos están aquí, pues están entre nosotros, han vuelto. Ellos no quieren que miremos a otros lados donde mirábamos cuando estaban ausentes, ya no se falta pues están aquí. No tiene caso entonces buscarlos donde no están, ellos están aquí, están aquí para recibir nuestro sacrificio, para llevarnos a su casa, para habitar entre nosotros".

    Los caciques escuchan la palabra, escuchan a la voz de los dioses. Vuelven a donde están acampados sus pueblos y explican a los suyos lo que acaban de oír. Son palabras claras, certeras, y los pueblos aceptan y comprenden lo que se les ha dicho que está sucediendo.

    ***

    Hay sin embargo confusión cuando ven que el clérigo que acompaña a los conquistadores celebra un ceremonial desconocido, ven un símbolo extraño y sencillo, y ven a todos esos "dioses" postrarse ante ese signo. Los ven y se sienten excluidos. No son tontos, saben que eso es un ritual pero en sus mentes no queda claro si también los dioses tienen su propio ritual y tienen a la vez sus propios dioses. Piensan esto porque en su cosmogonía también sucede así: dioses mayores y dioses menores. Serán estos dioses menores que oran y piden a sus dioses superiores. Quién será el gran Dios entonces, el de ellos que son dioses o el de los mortales. Callan esperan a que la Malinche, un día, les explique el comportamiento extraño de estos dioses.

    La marcha continúa y Cortés va rodeado de sus capitanes; rezagada, La Malinche, camina a pie seguida por todos los Caciques, atentos a sus deseos para transmitir las órdenes que Malianalli les dé, a sus respectivos pueblos, confundido entre los soldados marcha el hombre de la túnica y la cruz, sus pertenencias son transportadas por los "Tamemes" (cargadores) que le ha asignado para ese efecto Malianalli. Hay cosas que este hombre de fe ve y que no le agradan, el amancebamiento del Capitán con la mujer nativa es una de ellas, otra es mayor aún, él, como todo clérigo sospecha de todo, para él todo lo que no se encuadra en los dogmas de su fe es pecado, es cosa del maligno. Ya ha mandado a quemar a varios servidores de Satanás en cuanto los ha descubierto, otros han podido escapar vivos y se separan de la muchedumbre que acompaña a los dioses. Temen por sus vidas. No entienden cómo es que Malianalli dice que esos dioses son lo mismo que esas representaciones pero en persona, y ellos, que los han venerado siempre, que han sido celosos guardianes de sus ceremonias y los sacrificios, son separados de su lado por "el hombre extraño" y este ademas ande en busca de ellos para quemarlos vivos junto con los cu, y los ídolos Por fortuna no entiende la lengua y Malinche lo evita como puede, también desconfía de él, también lo ve como una amenaza.

    El fraile no lo ha meditado pero su condición de único representante del Vaticano lo hace en estas nuevas tierras algo así como un Papa, en las tierras que el Santísimo Papa Alejandro VI (Borgia) dio a los reyes católicos por voluntad divina, como sus dominios.

    El sacerdote ronda con gesto agresivo a Malianalli. Ella, pese a todos los favores que su función de traductora, de voz del pequeño grupo de aventureros, le representa, como todos los nativos que mira, siervos del demonio. Aquí en estas tierras los demonios han construido su propio dominio infernal. Estos seres les adoran y han hecho una religión para adorarle. Desaprueba la relación cercana y carnal entre Cortés y la Malinche, su atención está siempre en ellos, cuando se aíslan y encierran, para cohabitar. Los ha visto fornicar junto a los ríos, los ha escuchado por las noches interrumpir sus rezos con sus quejidos delirantes producto del placer de la carne: el pecado. El capitán fornica con un ser sin alma y se deja llevar, influir en él. Cuando lo ha confrontado desoye su consejo, no tienen en él la influencia, que todos los de su oficio clerical tienen en los personajes influyentes de su mundo, pesa más la opinión de la mujer. Ha tomado una decisión importante y ha hablado con el capitán, ellos dos son los representantes más importantes de su sistema de gobierno en estas tierras, en la persona del clérigo descansa, a falta de otro de mayor jerarquía la del mismo papa de roma; y en la del capitán la del rey de España. Discuten, Cortes la defiende, le explica lo importante que es ella para la misión de ambos, la de él tomar estas tierras para su rey, y la del clérigo destruir todo este entramado que los demonios han venido a construir aquí para ser adorados y divinizados a espaldas del mundo cristiano y sus más altas dignidades representadas en Roma. Acuerdan pues, para sus mutuos propósitos convertir, mediante el bautismo, al cristianismo a la nativa. Esto servirá a la soldadesca como un ejemplo para que no vean a su capitán cohabitar con una sierva de Satanás, y que él se sirva de ella para alcanzar estos territorios para la corona y el cristianismo romano.
    Cortés habla con la Malinche y le explica la necesidad de ser bautizada y vuelta cristiana para salvar su alma y ser aceptada por su gente como un ser sujeto a ellos y a sus costumbres. Durante el proceso, la mujer recibe las aguas en sus cabellos y escucha el ritual de conversión a esas ideas que le ha explicado el hombre de la túnica. Le es extraño que hombres que no gustan como ellos del baño consideren el humedecimiento de sus cabellos como paso para ser digno de recibir la comunión divina, de alcanzar en reino de los cielos, cosa que a ella no le afecta pues conoce que a su muerte irá al Mictlán como sus abuelos y taratabuelos han ido antes. Es convertida al cristianismo y a partir de entonces todos le llamarán doña Marina y olvidarán de los problemas con su trabajoso nombre indígena.
     
    #3
    Última modificación: 22 de Mayo de 2013
  4. Melquiades San Juan

    Melquiades San Juan Poeta veterano en MP

    Se incorporó:
    3 de Diciembre de 2008
    Mensajes:
    5.147
    Me gusta recibidos:
    664
    Género:
    Hombre
    Capítulo III

    Una gran multitud marcha hacia Tenochtitlán, son como marabunta que todo consume a su paso, miles y miles de hombres que conforman un ejército improvisado, la mayoría de ellos no son guerreros, que en estas tierras era un privilegio especial, son plebeyos, labradores, siervos de algún cacique que vienen siguiendo en este derrotero. Los pueblos que los ven venir hacia sus territorios temen que agoten la comida, sus cosechas, sus animales. Hay pueblos que huyen a los montes con todo lo que tienen, otros pueblos presentan batalla para evitar el paso de estos hombres por sus territorios. El número es importante y prevalece por sobre los defensores, así pasan el valle de Puebla y y tratan de alcanzar el valle del Anáhuac cruzando un camino que queda entre los volcanes principales de la zona: el Popocatépetl y el Iztaccxihuatl, ahí Cortés ordena a sus soldados buscar en los elementos necesarios para la fabricación de la pólvora. Desde ese punto admiran a la gran ciudad que es apenas un punto extraño e imperceptible acunado en el regazo del horizonte.

    Supongo que la entrada es por lo que hoy conocemos como Tláhuac, ahí los nativos presentan al gran ejército mixto de europeos y nacionales una cruenta batalla. La narración de Bernal Díaz del Castillo permite nuestra lectura entre líneas para comprender en su propio texto y gracias a ese descuido, como estaba compuesto el ejército que acompañaba a Cortés, y con qué estructura combatía.

    Cita Bernal que desde los cerros los nativos arrojaban piedras y lanzas. Y cómo caían los nativos que los acompañaban al ser alcanzados por estos improvisados armamentos. Los aliados someten a los nativos que se han resistido el paso por temor a perder cosechas sus alimentos. Allá en Tenochtitlán los están esperando, Moctezuma quiere saber quiénes son, a qué vienen. Han relajado todas sus defensas pues creen que son dioses, Quetzalcoatl el que vuelve, el que ha cumplido su promesa.

    Esta parte de la historia puede tener ciertos problemas para considerarse tal cual, si fuera sólo la voz de la Malinche interpretando a "los dioses" la que crea esta convicción. No algo más ha pasado. Y eso que pasado lo encontramos en la "Historia General de las cosas de Nueva España" que escribió fray Bernardino de Sahagún (este interesante libro hoy se puede conseguir en PDF en algún sitio de internet), recopilando información de las pocas fuentes que quedaron después de la conquista, pues casi todos los sacerdotes y sabios mexicas fueron perseguidos y exterminados por los clérigos que trajeron a estas tierras la edición del oscurantismo. Códices, sacerdotes y sabios pasaron al exterminio como cosa propiedad del demonio.

    Tomo un extracto de este libro y lo transcribo, espero que inquiete a los lectores y los impulse a su lectura.

    NOTA PARA EDICIÓN, EL TEXTO QUE SIGUE, TAL CUAL ESTÁ EN EL LIBRO.

    "1. —10 años antes de que viniesen los españoles a esta tierra pareció en el cielo una cosa maravillosa y espantosa, y es, que pareció una llama de fuego muy grande, y muy resplandeciente: parecía que estaba tendida en el mismo cielo, era ancha de la parte de abajo, y de la parte de arriba aguda, como cuando el fuego arde; parecía que la punta de ella llegaba hasta el medio del cielo, levantaba se por la parte del oriente luego después de la medianoche, y salía con tanto resplandor que parecía de día; llegaba hasta la mañana, entonces se perdía de vista; cuando salía el sol estaba la llama en el lugar que está el sol a mediodía, esto duró por espacio de un año cada noche: comenzaba a las 12 casas, y cuando parecía a la medianoche toda la gente gritaba y se espantaba: todos sospechaban que era señal de algún gran mal.


    2.- La segunda señal que aconteció fue, que el chapitel de un cu de Huichilobos, que se llamaba Tlotelco, se encendió milagrosamente y se quemó: parecía que las llamas de fuego salían de dentro de los maderos de las columnas, y muy de presto se hizo ceniza: cuando ardía comenzaron los sátrapas a dar voces diciendo: ¡oh mexicanos!, venir presto a apagar el fuego con cántaros de agua, y venida del agua echaban el sobre el fuego y no se apagaba, sino antes más se encendía, y así se hizo todo brasa.

    3. — la tercera señal fue que cayó un rayo sobre el cu de Xiuhtecutli, Dios del fuego, el cual estaba techado con paja llamábase Tzumulco: apartáronse de esto porque no llovió si no agua menuda, que no suelen caer rayos cuando así llueve, ni hubo tronido, sino que no saben cómo se encendió.

    4. — La cuarta señal, o pronóstico, fue que de día haciendo sol cayó una cometa, parecían tres estrellas juntas que corrían a la par muy encendidas y que llevaban muy grandes colas: partieron de hacia el occidente, y corrieron hacia el oriente, iban echando centellas de si: de que la gente las vio comenzaron a dar grita, y solo grandísimo ruido en toda la comarca.


    5. — La quinta señal fue que se levantó la mar, o laguna de México con grandes olas: parecía que hervía, sin hacer aire ninguno, la cual nunca se suele levantar sin gran viento, llegaron las olas muy lejos y entraron entre las casas, sacudían en los cimientos de las casas, algunas de éstas cayeron: fue grande espanto de todos por ver que sin aire se había embravecido de tal manera el agua.

    6. — Las sesta señal, o pronóstico fue que se oyó de noche en el aire una voz de una mujer que decía: ¡oh hijos míos, ya nos perdimos!; Algunas veces decía: ¡oh hijos míos, a dónde os llevaré!

    7. — La séptima señal fue que los cazadores de las aves del agua casaron un ave parda del tamaño de una grulla, y luego lo fueron a mostrar a Moctezuma, que estaba en una sala que llaman Tlitlancalmecatl, era después del mediodía; tenía esta de en medio de la cabeza un espejo redondo, donde se parecía el cielo, y las estrellas, y especialmente los mastalejos que andan cerca de las cabrillas: como la vio Moctezuma espanto se, y la segunda vez que miró en el espejo que tenía el ave: día y un poco vio muchedumbre de gente junta que venían todos armados encima de caballos, y luego Moctezuma mandó a llamar a los agoreros y adivinos y preguntólos, no sabéis qué es esto que he visto, que viene mucha gente junta, y antes que respondiesen los adivinos desapareció el ave, y no respondieron nada.

    8. — La octava señal, o pronóstico, fue, que aparecieron muchas veces monstruos en cuerpos monstruosos, llevaban los a Moctezuma, y en viéndolos luego desaparecían".





    Estos ocho puntos tomado de la Historia General de las Cosas de Nueva España, compiladas según dice el mismo autor en su prólogo. Pueden, no hay que descartar lo, estar adulteradas por el narrador, o por la fuente que le proporciona esos datos, entiéndase que esas fuentes indígenas están en un instante crítico de sus vidas como sociedad muerta, o sometida; y que en las opiniones que vierten al oído del clérigo va también el propósito de darle un poco de lo que él quiere escuchar, para quedar en gracia con el, y para reafirmarle que el fenómeno de la conquista militar, ideológica, y religiosa, tuvo su parte de predestinación divina, como un anuncio a los mortales, similares a los que vienen en los textos de la Biblia, que les conmina al arrepentimiento de sus acciones o el término del dominio de lo maligno. La historia, estoy cierto que algunos lectores convienen conmigo, hay que leer la entrelíneas, buscar las rendijas que el redactor deja con descuido para asomarnos a una realidad que no es la que el historiador nos quiere dejar ver, sino la suya, la que lo vuelve epopeya, la que le debe producir dividendos, ganancias, canonjías. Este y no otro es el propósito de Bernal Díaz del Castillo -pienso yo- al escribir y dirigir su texto al rey de España, él mismo lo confiesa en su prólogo.

    Volviendo a la historia podemos decir que Moctezuma pudo contar con estos datos muy influyentes, y también podemos decir que su mentalidad era profundamente religiosa, puesto que había sido formado para ser sacerdote de la religión mexica, y que de ese estado pasó a la sucesión del trono del imperio azteca. Hay otro factor que es importante y que se encuentra en el libro: "la Visión de los Vencidos" obra en que aportan sus talentos don Miguel León Portilla en la selección y notas y Ángel María Garibay K con la versión de los textos náhuas, Enrique se Alberto Beltrán la ilustración de los códices. Que nos dice que el Emperador Azteca dispuso que personas de su imperio aprendieran a hablar el idioma de los extranjeros y estos lo hicieron así, pronto tuvo sus propios traductores.

    Y no me quiero ir por ese camino recitar textos, obras, y abundar en las fuentes porque la intención de este relato no es hacer un documento histórico, si no un mero ejercicio de imaginación, de fantasía, como ya dije antes, de especulación sobre los datos históricos que nos llegan de la actuación de este principal personaje femenino en relación con la conquista de México.

    Pero citó este compendio de las relaciones indígenas sobre la época de la conquista porque a continuación voy a incluir en este texto algo que es lógico. Moctezuma es el jefe de un Estado, y todos los estados tienen procedimientos básicos de seguridad, debemos entender que desde la llegada de las naves frente a las costas del estado de Veracruz se estableció un puente de comunicación entre los caciques de aquella zona con el centro del imperio azteca. Hay códices que respaldan esta idea. Durante todo el trayecto el poder central siempre estuvo al tanto de todo cuanto ocurría al paso de estos personajes. Una de las preocupaciones principales del soberano azteca debió haber sido el poder establecer una comunicación amplia con los recién llegados. Hablemos de espías del imperio azteca entre toda la muchedumbre que marchaba adelante del centenar o centenares de conquistadores. Pensemos que de repente un indígena se aproximaba algún soldado español para intentar establecer un diálogo a señas primero, y posteriormente el intercambiar palabras para aprender la lengua. Imaginemos también al soldado español apurado por darse a entender entre los nativos para librarse de la dependencia que tenían con la Malinche. Debe haber sido muy bien recibido ese nativo que, en vez de huir por el temor a ser destruido por la presencia o la voz de un Dios, se aproximaba a él e intentaba establecer una comunicación. Es posible que la Malinche haya estado al pendiente de de eso. Pendiente para evitar que alguien más aprendiera la lengua de "los dioses", ventaja que la ponía a ella en una situación privilegiada. Pero es imposible que una persona esté al tanto de todos las cosas y nada se le escapa. Como es imposible que otra persona se apegue estrictamente a lo que se le ordena por parte de su capitán o de su mando superior. En el texto visión de los vencidos se puede leer que el jefe del Estado Azteca ordena ciertos súbditos con capacidades superiores a las de los demás para aprender una lengua extraña, a que lo hagan, y lo hacen con buen resultado, de tal forma que al poco tiempo de estar los españoles en la Ciudad de México Moctezuma podía prescindir de la traducción de la Malinche y valerse de la de su propio equipo.

    Otras consideraciones importantes en ese momento que propicia el encuentro de las dos culturas es la siguiente:
    Cortés no está aquí ante un cacique menor, o ante un pequeño reino. Está a punto de tomar contacto con la más importante civilización del valle de Anáhuac, este núcleo social, como todas las cortes, tiene entre sus miembros a seres muy especiales: sabios, artistas, clérigos, militares de alto rango. Aquí está concentrado lo más granado del imperio, los hombres más sobresalientes. No es fácil pues que todo aquello que se ha venido tejiendo en torno del evento inusitado de la llegada de estos personajes se explique de una manera uniforme, debe haber personajes que aportan otras visiones, otras perspectivas. Todo esto pasa a la consideración del personaje que es el depositario del poder del imperio: Moctezuma. El toma sus opciones y la decisión que toma tiene que ver con su formación fundamentalmente religiosa: la profecía, lo que han estado esperando tantos y tantos años. Todo se ha cumplido, ellos, los dioses, están ahí.

    Hay momentos hermosos e irrepetibles dentro de la crónica que hace Bernal Díaz del Castillo en el instante en que por primera vez está ante sus ojos la gran Tenochtitlán, en esa primera vez en que se encuentra el conquistador frente al gran señor de todos los Anáhuacs, y a mí me gustaría compartirlos a quienes se han detenido en esta lectura. No para darle un maquillaje, ni para obsequiar este relato fantástico de algún matiz meramente histórico. Digamos que es un homenaje a la belleza de algo que por haber sido parte de nuestra historia sólo vive ahí en esas pocas líneas.

    ...y otro día por la mañana llegamos a la calzada ancha y vamos camino de Estapalapa. Y desde que vimos tantas ciudades y villas pobladas en el agua, y en tierra firme otras grandes poblaciones, y aquella calzada tan derecha y por nivel como iba a México, nos quedamos admirados, y decíamos que parecía a las cosas de encantamiento que cuentan en el libro de Amadís, por las grandes torres y cúes (templos) y edificios que tenían dentro en el agua, y todos de calicanto, y aún algunos de nuestros soldados decían que si aquello que veían si era entre sueños, y no es de maravillar que yo escriba aquí de esta manera, porque hay mucho que ponderar en ello que no sé cómo lo cuente: ver cosas nunca oídas, ni aún soñadas, como veíamos.

    Hay un texto tachado del original del manuscrito que revela lo siguiente:

    Que no podíamos andar, y los mismos caciques decían a sus vasallos que hicieren lugar, e que mirarsen que éramos "teules" (dioses), que si no hacían lugar nos enojaríamos con ellos. Y por estas palabras que les decían nos desembarazaron el camino e fuimos a dormir a otro pueblo que está poblado en la laguna, que me parece que se dice Mezquique (Mizquic) , que después se puso nombre Venezuela, y tenía tantas torres y grandes cúes que blanqueaban, y el cacique de el y principales nos hicieron mucha honra, y dieron a Cortés un presente de oro y mantas ricas, que valdría el oro 400 pesos; y nuestro Cortés se dio muchas gracias por ello.

    En todos estos pueblos Cortés repitió el mismo mensaje, de su gran Dios y Salvador, y de su majestad poderosísima que les ofrecía la inigualable gracia de acogerlos como sus siervos. Malinche tradujo el mensaje de la misma manera que lo había venido haciendo durante todo el trayecto: "ellos han vuelto, nuestros dioses han regresado para quedarse entre nosotros, van a Tenochtitlán para tomar posesión de su reino, y les invitan para que les acompañan y contemplen en toda su grandeza". Reforzaba el poder de esta palabra, la gran cantidad de presentes y otros objetos de gran belleza y valor para los nativos, que Moctezuma enviaba a Cortés para prepararlo a su llegada a la ciudad de Tenochtitlán.

    ***


    El día anterior al encuentro.

    Ha llegado el momento en que los conquistadores por fin se encontrarán con Moctezuma y su corte. Los embajadores del Cem Anáhuac Huey Tlatoani (Señor de todos los anáhuacas) están con las tropas y su capitán para afinar los protocolos del encuentro entre “Los Dioses” y el Emperador Azteca. Realizan las mismas funciones que desempeñan todos los embajadores : espiar para su gobierno e informar de cada detalle que pueda revelar una debilidad. Son príncipes de la nobleza mexica, gente educada y acostumbrada a desentrañar cualquier detalle que les parezca extraño. Ellos procuran observar de cerca al supuesto “Quetzalcoatl” para verificar si en él se cumplen los detalles que la leyenda le adjudica y sus siervos se entremezclan con los nativos que los acompañan, hacen una estimación de su número, de qué punto del imperio son originarios, corroboran que provienen de todos lados. Los caciques de los pueblos les rehuyen, bajan la cabeza y se mezclan entre sus pueblos para no ser reconocidos por sus señores. Se han unido todos los pueblos vecinos a Tenochtitlan, los últimos, los de Mixquic, y muchas tribus de Iztapalapa que ya están cansados de su dominio y de su voracidad, pero hay habitantes del golfo, mal adaptados a las zonas frías de la meseta del Anáhuac, la zona más alta del país, los hay de los pueblos zapotecas, de los cacicazgos de la zona de Citlaltepec, sus enemigos de siempre los tlaxcaltecas y sus pueblos vecinos, todo el imperio parece estar ahí presente esperando -como dice doña Marina- para presenciar cómo sus divinidades, a las que han sacrificado toda su vida asumen el poder de su mundo.

    Y si nos volvemos dioses de nuevo, con la magia que posee el narrador, nos podemos dar cuenta que la noche previa al encuentro se realizan dos reuniones muy íntimas para establecer las estrategias del día siguiente.

    Vayamos primero a la que se verifica en la corte de Moctezuma, allá en su palacio, con los cercanos al trono, sus sacerdotes y consejeros.

    Hay grandes discrepancias en ese grupo. Los informes de los espías que el imperio ha mandado para infiltrarse entre las multitudes con la orden de observar a los llamados dioses, desde su aspecto físico hasta sus comportamientos, está ahí: son como nosotros, ríen, comen y beben como nosotros, defecan, sudan, y les pican los moscos como a nosotros. Se lastiman con los guijarros y las espinas se les clavan en la piel, los hacen sangrar.
    Se suben sobre esos animales como “venados” gigantes para no caminar, son dos cosas diferentes, no son la misma cosa. Esos “venados” comen hierba como los que conocemos. Los usan para no caminar, no se los comen.
    Informan también que "eso" brillante que los cubre no son sus carnes, son algo como sus ropas, cuando defecan lo tienen que separar de sus cuerpos. Los han visto quitárselos por completo y dejarlo de píe junto a ellos cuando los han invitado a entrar en el Temaxcal, desnudos son iguales que nosotros, tienen todo igual que los hombres, las mujeres deben ser igual a nuestras mujeres pero no lo sabemos pues solo vienen hombres entre ellos.

    Son de piel blanca y se la cubren con ropa, no suelen andar descubiertos como nosotros. Huelen como nosotros después de librar horas de batalla en las guerras, se bañan poco, no gustan del baño diario, hacen burla de nosotros cuando ven que los nuestros lavan sus cuerpos dos veces al día.
    Los han visto destruir los templos y derrumbar las representaciones de piedra, quemar vivos a sus sacerdotes.
    Parece que estos dioses desconocen su propio ritual de adoración.
    No se han podido acercar demasiado a sus armas pero las que traen son tan duras como la piedra y muy cortantes, parecen del mismo material con que cubren sus cuerpos. Sus varas que truenan son un misterio, son huecas como bocas largas y por ellas sale un trueno que lleva la muerte. Los hemos visto usarlas. Es su sonido como el rayo y así como él es de mortal.

    Los príncipes revisan cada detalle, a veces preguntan a los espías por ciertos detalles que no les quedan claros. Hay mucha confusión en ellos por las cosas que no concuerdan. Moctezuma los escucha, y también opina; en él hay una actitud de responsabilidad muy grande, él sí cree en el regreso de Quetzalcoatl, por los presagios que le fueron anunciados, por lo que se corre a voces que la lengua que habla por ellos dice. Los Tlamatini le dicen que aguarde, que no entregue su trono a extraños hasta estar seguro de que es Quetzalcóatl en persona. Los sacerdotes también tienen duda y temor a la vez, han sabido lo que los “dioses” hacen a los encargados de su culto, los queman vivos sin tallar sus corazones en sus cuerpos para que se vuelvan así parte de ellos mismos. Moctezuma les recuerda que cuando vivió entre los Toltecatl, Quetzalcoatl condenó y prohibió los sacrificios y los sustituyó por ofrendas de piedras preciosas, él –les dice- condena los sacrificios de hombres y mujeres, eso demuestra que sí es él.

    Los príncipes hablan de la estrategia de guerra, sus ejércitos están alertas al lado opuesto de la ciudad. No está con ellos el grueso de los guerreros del reino de Texcoco por las disputas que surgieron en la sucesión. El nuevo rey de Texcoco, apoyado desde Tenochtitlan, es impopular, y el descendiente del linaje de Netzahualcoyotl se ha rebelado en contra de la triple alianza, no se cuenta con ellos en este momento.
    Todas las cercanías están pobladas por los que se han sumado al contingente, la mayoría no son diestros en el arte de la guerra pero son carne que en una batalla sirve de estorbo entre los verdaderos guerreros , podríamos enfrentar, en un posible combate a cien o más hombres por cada guerrero, eso sería muy arriesgado, debemos dejarlos fuera de la ciudad y tener abierta la afluencia de los señores de Azcapotzalco por si se da una batalla.

    No habrá batalla –dice Moctezuma- les recibiremos y les observaremos detenidamente, dejaremos entrar a la ciudad a los dioses y a los caciques de los pueblos que les acompañan, sus pueblos quedarán fuera, en espera de que los extraños sean declarados dioses verdaderos y su reino les sea entregado para que nos gobiernen a todos.

    Fuera de la ciudad, Malianalli, La Malinche, doña Marina y Cortés también hablan.

    Qué complejo es compartir el plan que los ha llevado ahí con el resto de los invasores del Imperio Azteca.
    Si Cortés revela que se ha hecho pasar por un dios de los nativos se echará en su contra al clérigo, quien le acusará de haber servido de esa forma a los propósitos de los demonios enemigos de Cristo, traicionando con esa mentira a su rey y a su Dios. Te has hecho un Dios –parece escuchar decirle-.

    Para los aventureros, además de los que el clérigo diga en su contra, constituye un gran agravio para su rey y señor que un plebeyo, un capitán de sus ejércitos, se haga pasar como un poder superior al de su majestad. Ya hay resquemores por los ricos presentes en oro que han visto recibir como presente al capitán, de parte de los embajadores del reino.

    Han visto con suma desconfianza que el capitán no lo haya repartido entre ellos guardándose únicamente la parte del rey. De esos presentes nada han tocado con sus manos, todo está bajo resguardo del capitán que se ha erigido guardián de ese tesoro y les dice para convencerlo que es para comprar los favores en la corte para que estas tierras conquistadas ya no pasen a ser parte del gobierno de Cuba y sean una nueva gubernatura en donde ellos serán los amos y señores por haberlas conquistado. De buena gana se rebelaban en contra de él para tomar su parte y devolverse a España o a Cuba, y gozar de las riquezas conseguidas, pero están en medio de la nada, rodeados de “salvajes” de los que no entienden su lengua, y en cambio el capitán cuenta con la obediencia de todos ellos gracias a que tienen de su lado a doña Marina, y a ella obedecen ciegamente todos estos extraños seres.

    No, el capitán conquistador no puede revelar todos los detalles del plan que lo ha llevado con tanto éxito hasta ahí.
    Un plan tan bueno que le llevo a cortar todas las vías de escape de sus soldados. Quemó sus naves para que nadie pensara en volver y los nativos no pensaran que los Dioses se sentían incómodos en su mundo y preferían volver al suyo. Para que los nativos dijeran ellos no volverán a dejarnos, han quemado sus naves y no hay forma de volver a su mundo, han decidido quedarse entre nosotros para siempre.

    Malinche y Cortés preparan el escenario del día siguiente.

    -Si logramos que mañana el emperador se hinque ante ti, en ese acto de sumisión te entrega su imperio y te cede todo su poderío. Es un instante único el que debemos conseguir. Debes comportarte como un Dios. Los dioses son terribles, su ira es destructora, debes parecer terrible y destructor. Oh si en ese momento pudiera temblar la tierra y tú levantar tus brazos en el momento como si el terremoto viniera de ti. Si en ese momento soplara una ráfaga furiosa de viento y tú soplar con tu boca como si de tu aliento surgiera toda esa furia.

    -Podemos usar los cañones.

    -No eso ya lo saben, saben de las varas del trueno, todo lo saben. Ojalá no haya un guerrero que se vaya en contra de uno de tus soldados y lo hiera de muerte porque entonces descubrirán que no son más que hombres diferentes, y los aliados no sabrán como reaccionar. Quizá se dejen llevar por las inercias y ya vistos como un gran número decidan liberarse del terrible dominio y vasallaje a que han sido sometidos por los aztecas, después de la batalla quizá nos miren como aliados y nos toleren mientras no signifiquemos una amenaza para ellos. El que moriría de inmediato sería tu sacerdote, ellos no permitirían de ninguna forma que uno de sus sacerdotes fuera quemado de nuevo por el tuyo. Antes lo sacrificarían a sus dioses.
    Debo hacer que Moctezuma se postre ante ti y te entregue su poder, después de ese acto seréis dueños de este reino y juntos gobernaremos a todos estos pueblos. Vendrán otros reinos y te reconocerán sin poner resistencia, yo les convenceré, yo pariré tus hijos y formaremos una dinastía que reinará este gobierno. Y ese rey tuyo, que está tan lejos, no podrá venir a reclamarte nunca. De mi gente y la tuya formaremos ejércitos y fabricaremos tus armas para armar a nuestros soldados, con las mismas armas los superaremos en número y los venceremos una y otra vez hasta que se convenzan de que somos invencibles.


    Cortés calla, solo escucha, está convencido de que lo que ella le dice es imposible, ella no conoce ese otro mundo del que él viene, de todas esas naciones, de Roma y su poderío. Sus soldados jamás se sumarían a ese proyecto pues lo considerarían una locura. La mira emocionada y no quiere robarle el ánimo, necesita que todo el poder de su palabra, su inteligencia esté integra para que convenza al soberano azteca con sus razones. Si lo logra, cómo podría negarle su rey y señor la gubernatura de estas tierras.

    Todo está en manos de esta maravillosa mujer. Se relaja, se imagina en las cortes de España contando su hazaña. Nadie antes con solo un puñado de soldados conquistó tan grande territorio y a tantos pueblos. Le mirarán y le adoraran, los reyes le miraran con recelo, los más altos nobles no se opondrán a que una de sus hijas, la más bella de ellas sea esposa de tan grande y valeroso señor.

    Ambos quedan de acuerdo, están tensos por el momento que se viene.
    Ella se desnuda y se ofrece a su señor, él la toma, yace con ella, se habitan mutuamente una y otra vez hasta agotar las energías, luego duermen relajadamente.

    Cerca de ahí el clérigo escucha, es testigo de cómo el capitán y la mujer se pierden en el pecado, las imágenes dan vueltas y vueltas en su cabeza, imagina a la nativa desnuda, con esa piel oscura y esos hermosos pezones, que antes traía al aire y que ahora cubre por adaptación a las ideas y pensamientos de sus nuevos aliados.

    La imagina fornicando con Cortés y surge la erección poderosa e incontrolable, se masturba entre rezos para pedir perdón por la debilidad de su carne, en el último estertor de su orgasmos musita:

    -Ave maría Purísima...

    y se responde:

    Sin pecado concebida...


    Se siente agotado, cansado, una terrible paz acude a su cuerpo, no sabe si proviene del demonio o si sus oraciones han sido escuchadas junto con la disculpa a su "pecaminosa" acción, no tiene tiempo de meditarlo, el sueño le ha cubierto ya con su poderoso manto.

    CONTINUARÁ...
     
    #4
    Última modificación: 22 de Mayo de 2013
  5. Melquiades San Juan

    Melquiades San Juan Poeta veterano en MP

    Se incorporó:
    3 de Diciembre de 2008
    Mensajes:
    5.147
    Me gusta recibidos:
    664
    Género:
    Hombre
    Capitulo IV

    EL ENCUENTRO DE LAS DOS CULTURAS



    Esa mañana es un día especial para Malianalli Tlapontla, ella tiene un secreto que aún no ha confiado a su amante.Sabe que el retrazo de su periodo menstrual significa una sola cosa: que está preñada. No se lo ha compartido a Cortés porque han surgido todos estos eventos que ocupan la atención de ambos. Ella se siente muy unido a él, se siente parte indivisible de él y ahora vendrá un hijo suyo y de ella. Es un pequeñito que algo tendrá del padre, quiza los ojos, el color de la piel. Seguro que su amante será seducido por la gracia de un niño y los amará a ambos como a su propia vida. Esa es una de las razones por las que este día es especial para ella, porque el retrazo se confirma; y lo es también por otra cosa: esta noche ha soñado en español, todos los personajes de sus sueños han hablado en español . Ha soñado a la tropa dentro de la ciudad, caminando entre los moradores de la Gran Tenochtitlán, y la ha soñado diferente, desconocida para ella. Con edificios que no le son familiares. Ha soñado a mucha gente ir y venir por la gran ciudad y hablar entre sí en ese idioma ajeno al suyo, al soñar en esta forma ha pensado que es ya parte de este grupo de seres extraños que ha logrado traer al corazón del Imperio Azteca para que les sea entregada como suya la gran ciudad.

    En el momento acordado para el encuentro están ahí, frente al Monarca Indígena y el séquito de señores que lo acompañan. Ellos los miran con asombro, no se pierden ningún detalle de sus vestiduras y de sus rasgos. Los soldados visten armaduras relucientes, las armas en sus manos, sobre sus cabalgaduras tienen un aspecto majestuoso, sobresalen por sobre la muchedumbre que los sigue. La mañana es luminosa, todo lo envuelven los destellos. Malinche puede ver al Tlatoani ataviado con sus mejores y más impresionantes vestiduras reales. No pierde detalle de sus gestos, lo estudia, quiere saber qué hay en ese momento en su mente para utilizar las palabras más adecuadas al referirle el mensaje que su señor y ella han venido repitiendo a lo largo de la jornada. Descubre que el hombre está admirado con lo que ve, deslumbrado. Su rostro habla sin reserva alguna, ha olvidado sus hábitos imperiales de cuidar sus gestos. Este hombre cree de verdad estar mirando a los dioses de la profecía antigua, parece pensar: “me ha tocado recibirlos a mí” “todo se cumplió en mi tiempo”. Así lo dirán las crónicas del futuro: “ y fue en el tiempo del Emperador Moctezuma II que Quetzalcoatl volvió y vino a morar en Tenochtitlan, la escogió como su ciudad, como en los tiempos antiguos hizo con Teotihuacan antes de partir y desaparecer sobre una balsa de serpientes en el mismo lugar por donde hoy ha regresado.

    Malianalli ha descubierto que la puerta está abierta, que esa noche su señor y ella dormirán en el mejor palacio del reino y en los días subsecuentes les será entregada la ciudad y su dominio.
    Y esta crónica novelada, fantasiosa, y profanamente escrita en contra de los lineamientos de la honorable mitómana que llamamos historia, no estaría completa en sus aberración si no nos deslindamos de sus cuidadosos hábitos modernos y nos remontamos a los métodos antiguos de la historiografía, los de esa época en que, a la par de los hechos de los hombres, el narrador se ocupaba de los diálogos de los dioses, de sus elucubraciones, sus manejos utilizando a los humanos como meros títeres de sus caprichos.

    LA AUSENCIA DE LOS DIOSES MEXICAS.​

    Los dioses no se tocan entre sí, flotan en el imaginario humano. Usan al hombre para nacer y para prevalecer sobre los otros dioses que han nacido de la misma forma. No depende de su poder como deidades su sobrevivencia, depende de los hombres que les han creado y del poder de las armas que esgrimen para dominar y volver siervos suyos a otros pueblos, esas armas no solo destruyen a los hombres que dominan, también destruyen a los dioses que han creado. Curiosamente, a los dioses no se les mata de ningún modo, son inalcanzables por los hombres. El vencedor destruye las representaciones que el sometido adora, las sustituye por las suyas, sustituye sus rituales, los dioses de los vencidos pasan a las sombras, a los cultos proscritos de la vida pública, se vuelven demonios, y sus imágenes y sus cultos son perseguidos, sus fieles reciben en sus carnes los horrores que el hombre acostumbra aplicar a quienes desafían al culto impuesto. Vienen a ser malos y se prohíbe la exploración siquiera de todos sus preceptos y las razones de su existencia, todo eso que sirvió o se utilizó para darles vida es maldito el andar y el decir que viene de su seno, todo cuanto ha sido parte de su cultura y de su historioa maldito está, se procura la hoguera para todo lo suyo. Malditos son los nombres dados a los hombres bajo su dominio, se sustituye todo, a esto hoy se le conoce como genocidio cultural. Por el contrario, se aceptan como buenos, todos los valores y mitos que en torno a los nuevos dioses se imponen a los conquistados. Bendito aquel que lo admite y lo toma como suyo, maldito aquel que lo cuestiona.

    Nadie ha visto nunca, ni lo verá, el cadáver de un dios, no existe un cuerpo suyo, es mental su existir, es el mito su latido cotidiano que se vuelve devoción hasta que en la mente del hombre deja de tener su poderío por el advenimiento de reino de la razón o el de nuevas deidades con virtudes más deslumbrantes para el asombro del hombre.

    Ese día histórico para esta raza sus dioses no han acudido a la cita porque sus devotos creen que ellos han dejado el terreno del pensamiento para hacerse presentes ahí, en carne y expuestos al tacto, a la vista, al olfato, recalco esto último porque el olor de los conquistadores es penetrante, nada tiene que ver con el malintencionado mito de que no les gustaba a nuestros abuelos europeos bañarse, que eran enemigos del agua, no. Cortés, siguiendo la estrategia de hacerse pasar por dioses, ha ordenado que nadie se quite las armaduras para prevenir un accidente mortal que cause la muerte de uno de sus soldados destruyendo con esto el poder del mito que les ha servido para llegar con contadas bajas hasta ahí. Así que mi abuelo europeo huele a sardina en descomposición dentro de su armadura de latón. Cosa que no ha de extrañar a mi abuelo nativo, porque está acostumbrado a un olor similar en sus representaciones después del sacrificio, del baño de sangre con que se les ofrenda.

    Ahora la pluma mágica nos lleva en su proceso descriptivo de lo que elucubra el loco pensamiento a los personajes que están ahí reunidos. Y nos deja desnudarlos para imaginar qué hay en sus mentes, que son para la historia en ese preciso e incomparable instante en que están bajo el sol.

    LOS PERSONAJES​

    Cuatro personajes.

    Están ahí en ese momento crucial de la historia los cuatro personajes centrales del encuentro.
    El emperador nativo, con su gran corte y su vestuario de rey. Él no lo sabe pero es la única vez que alguien de su raza ocupa tal dignidad con todos los honores como parte de una casta de nobles y distinguidos señores. Después de él solo habrá dos señores con reinado breve, ocupados en intentar en el esfeurzo inútil de revertir sus errores estratégicos y parar la rueda de la historia. En ellos el gran señorío no se apacentará, solo un liderazgo desesperado. Moctezuma es el último instante de grandeza de esa raza. De aquí a la eternidad los de su raza, no los de la mezcla que de ella surja, serán siempre parias en su propia tierra: sirvientes, peones de las labores del campo, y todos esos oficios relegados para las clases sociales más bajas, para los que solo viven del trabajo corporal. Habitarán los lugares que nadie quiere habitar; lejos de ellos: la salud, la educación. Ellos, los que no son descendientes de mi abuelo europeo y del abuelo indígena. Ellos, los que permanecieron puros o casi puros de raza, ellos están contemplados también en este instante, están a punto de perder su nación y su condición de ciudadanos dignos en todo su territorio. Y nosotros, los hijos de la mezcla, aún cuando nos sentimos ligados profundamente a su identidad, somo en verdad ajenos a ellos en los hechos, la integración ideológica no permea el terreno de la realidad, entre ellos y nosotros hay una poderosa barrera racial que nos separa y distingue. Lo saben ellos y así nos miran, los sabemos nosotros y los vemos (aunque no lo aceptemos) como una raza distinta, inferior.

    Habrá incluso, a principios del siglo XX, un intento genocida bajo el periodo de Elías Calles (ver: http://www.tusquetseditores.com/tit...rias-secretas-del-racismo-en-mexico-1920-1950 ) el Estado criollo buscará exterminarlos pues los considera un lastre para que el país logre su desarrollo, entendiendo el desarrollo como su asimilación a la civilización occidental, a su sociedad, a su cultura, aceptando como verdadero el referente que el europeo impone como criterio general para medir las culturas: él mismo, su forma de vida, a la que considera camino único hacia progreso y el proceso civilizatorio del cual se asume como modelo.
    Este hombre vestido de rey es el último de su raza que ostentará ese ropaje y esa dignidad. Él no lo sabe, no sabe que su responsabilidad costará tanto dolor y sufrimiento a su gente.

    El soldado está ahí, el Capitán, a él le toca la destrucción y sumisión del gobierno nativo. La nulificación de su poder militar y la imposición del suyo, sustituir la autoridad con la fuerza de las armas novedosas con que cuenta, después del golpe de suerte que el fanatismo religioso y la superioridad de sus armas le han permitido llegar hasta ahí sin perder tantos soldados. Estar ante ese momento único de la historia de estas tierras. Derrumbará piedra sobre piedra y establecerá ahí su dolorosa huella. La esclavitud disfrazada de encomienda.
    A su lado la mujer que ha revelado todos los secretos de los suyos, que ha sabido manejarlos para quebrantar almas y voluntades, para manipular la realidad de los sometidos por el Imperio Azteca en beneficio de sus sueños personales, de ser parte de la nueva nobleza, de la que ella se imagina personaje fundamental en agradecimiento a sus servicios. No puede intuir, pese a su inteligencia privilegiada, que ella misma está al borde de su decadencia, que no es lo mismo conocer la lengua de otro pueblo, que ser parte de su sociedad, sociedad que se opone a su integración en ella como personaje principal; se topará con una serie de paradigmas tan absurdos como sus propios sueños. Las sonrisas, la aceptación que percibe de sus eventuales compañeros de marcha no es más que el producto de su temporal dependencia a sus virtudes de traductora, gracias a los cuales ha sobrevivido hasta este momento; más tarde la realidad vendrá y se llevará sus sueños, la lastimará profundamente.
    Es posible congelar esa visión que nos llega a través de los siglos y contemplar a los personajes de ese instante de encuentro (pacifico aún) de las dos culturas. El último personaje, el clérigo, está también ahí, contemplando un mundo nuevo con su mirada inquisitoria y obtusa, no alcanza a ver más allá de sus concepciones panteístas, el mundo suyo solo se integra por sus santos y los demonios que han sido desterrados de los cielos y del mundo por el poder divino. El infierno, él ha encontrado el sitio a donde fueron arrojados esos demonios, sus imágenes son reales en comparación con las de Dante que solo son visiones de poeta. Siente que Dios le ha mandado ahí para que sea punta de lanza del avasallamiento divino de este reducto infernal, él es el primero de muchos clérigos que le seguirán para arrojar a los demonios de este lugar del mundo y traer el imperio de su Dios y salvador a estas tierras. Siente en torno a su persona todos los ejércitos divinos, ángeles y arcángeles armados con sus espadas de fuego purificador y sus lanzas llenas de espíritu santo.
    Digamos que son tres ejercitos que acosan a la Gran Tenochtitlan: el compuestos por el centenar de aventureros capitaneados por Cortés; los millares de indígenas que obedecen ciegamente la voz de Malianalli Tlapontla ( la palabra) dispuestos a dar la vida para obedecer y servir a los dioses, y a la vez acabar con la pesada tributación que impone el Imperio Azteca a todos sus súbditos. Y los celestiales, lo de San Miguel Arcángel que tienen en el clérigo a su representante. Esto puede parecer chusco pero no es así, apenas ha pasado el oscurantismo medieval en las tierras de donde proceden los invasores, y no es ocioso recordar que en la acometida de las tropas, el soldado grita ¡Santiago! Y es en su nombre santo que se ha derramado y quitado vidas de salvajes y bárbaros dominados por los demonios que fueron dioses en estas tierras antes de la llegada de los devotos del nuevo Dios hijo de una mujer siempre virgen y preñada por el Espíritu Santo.
    Los nativos son bestias que no han sido vueltos hombres por el bautizo, seres reducidos a la más mínima expresión de humanidad como para adorar a esos demonios, a los cuales habrá que arrancarles sus hábitos y creencias para haceros sujetos de su salvación. Todo cuanto viene de ellos es malo, despreciable, demoníaco, digno de vergüenza, de repudio como los anatemas aquello de Jericó y otras ciudades profanas y malditas. Todo debe destruirse, no dejar ningún vestigio de lo demoníaco que aquí alguna vez existió. Lo que él es verdaderamente, es la punta de lanza de un genocidio cultural, la destrucción del alma nativa para que nazca en ella un nuevo ser, un imitador de quien le domina, modelo de lo que el hombre, la criatura, debe ser.

    Hay otro escenario que está ahí, contemplando en silencio a los hombres, porque ellos están imposibilitados a descubrirlo a él: un nuevo mundo, un paraíso invisible para el que viene en busca de oro y riquezas; y por ello está imposibilitado mental y espiritualmente para descubrir y apreciar lo que tiene ante sí. La planta destructora de una civilización depredadora que cree fielmente que el mundo le ha sido dado a él como herencia. Recuerda la anécdota religiosa de que hubo una vez un paraíso mítico perdido, pero no reconoce los paraísos verdaderos, los que están ahí al lado suyo, bajo sus pies, ante su vista.

    Habrá sin embargo quién si lo descubre como tal. Más tarde Ponce de León buscará en los confines de estas tierras expuestas a sus sentidos, la fuente de la eterna juventud.
    Ese me parece ser el escenario que prevalece en el encuentro de las dos culturas. Están ahí frente a frente mis dos abuelos, el indígena y el europeo, ambos con sus paradigmas irreconciliables, dispuestos a cumplir el papel que les ha señalado la historia.

    Recuerdo al lector que esta narración se esta tecleando aquí mismo, en los ratos libres, y que está sujeta a una revisión posterior, y es susceptible a una posterior modificación de su contenido.

    Continuará...
     
    #5
    Última modificación: 19 de Junio de 2013

Comparte esta página