En sueños un monstruo viene a veces

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En sueños un monstruo viene a veces

Evoco las siniestras callejuelas
por las que suelo andar en esos sueños
que mi cerebro caprichoso insiste
en repetirme a veces.
Son los terrores de mis duermevelas
que de las pesadillas se hacen dueños
cuando el monstruo interior llega y embiste.
Se me empantana, meses,
la presencia del miedo y sus secuelas;
por más que ofrezca todos mis empeños
en olvidar, sé que esta noche triste
después de orar mis preces,
cuando lo tenebroso cubra el cielo,
vendrá de nuevo el monstruo y mi desvelo.

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Creo que aquí de momento no voy a coincidir, no tengo ganas de escribir versos sobre Nosferatu, creo que hará menos de 3 años que vi esa película.

Me ha parecido muy buena la mezcla de endecasílabos y heptasílabos y creo que ha quedado muy logrado el tema. Un Nosferatu que aparece en sueños como Freddy Krüger.

Saludos, Oncina.

 

Realmente la foto de la película fue elegida para ilustrar el tema un poco por los pelos Oncina, pero si va a llevar a lector a la confusión que te ha llevado a ti mejor la retiro. El tema que quería transmitir en este soneto, (pues eso es, si te fijas, lo que he querido hacer aquí de nuevo: un soneto de rimas separadas y pie quebrado en los versos 4º, 8º y 12º, con pareado final, y digo de nuevo porque ya he hecho alguno antes así) el tema, digo, es el de los terrores nocturnos que podemos sufrir (en ocasiones desde la infancia) en donde se nos aparece un ser terrorífico que nos causa espanto, y que no tiene por qué ser un vampiro precisamente. Aunque en una relectura que le hago al poema una vez editado, pienso que podría tener otra interpretación además de esa y es la de que ese "monstruo" podría ser también esa parte oscura de nosotros mismos, ese Mr Hyde que en mayor o menor grado todos llevamos dentro, ese "hombre lobo" salvaje que se esconde entre los laberintos de nuestra materia gris y que podría venir a visitarnos en nuestra pesadillas ¿qué te parece?

Gracias por tu visita y comentario.
¡Ah!, por cierto, yo he visto también (y varias veces) esa joya del cine clásico que dirigió Murnau; me encanta.