En un pueblo costero

cada vez que tengo ocasión
me paro a observar una playa en invierno
aunque tienda a sentirme melancólico

al verla desnuda
es como si me entrara la tristeza por los ojos
y saltara los puntos de mis cicatrices

hoy mientras la observo
parece que mi sangre quisiera empujarme
al fondo más profundo de su océano
para por fin vivir como pez en el agua
en un abismo olvidado e insensible a todo
sin ninguna hipocresía de por medio
y regocijarme en esa atemporalidad

el mar en invierno tiene su literatura
los tipos de por aquí se parecen a él
la cercanía de ambos les debe dejar huella
supongo que su rostro humano
debe estar en este pueblo
seguro que sí

me gusta pararme cada cierto tiempo
a disfrutar de las desérticas vistas
de los pocos bares abiertos
que bordean el paseo marítimo
ignorando las miradas punzantes
de quien me siente extraño

en esos momentos
siempre acabo pensando en lo mismo
en que los mejores instantes caen a cuentagotas
y que algunos de ellos son irrepetibles

en el fondo sé
que ese es el verdadero motivo
de mi melancolía

 

Bella escena amigo, tienes la habilidad de sumergirnos en tus emociones, felicitaciones

 

Un paisaje tan azul como la tristeza, me ha gustado mucho... Saludos!

 

Muchas veces he visitado el mar en invierno, es cierto que las playas solitarias tienen una belleza singular, el murmullo de las olas o las aves, la expansión de los ojos en el profundo azul, nada interviene entre la naturaleza y el que observa, se abren los sentidos y el mar se hace presencia absoluta.
Puede que la melancolía tenga que ver con la brevedad, quizás también con el silencio que permite ser más auténtico y más consciente.

Gracias por esta entrega, me ha dejado acompañar tus ojos y llenarme de paz.

Un abrazo,

Palmira