Encontré a Adriancito

Salí del trabajo y estaba diluviando como si no fuera a parar nunca más.

Espero que haya ido mercado Libre a casa con el libro de H.G.Wells que compré anoche.

Supongo que se habrán sorprendido en la librería cuando vieron el ticket de compra.

La visita maravillosa de H.G.Wells y no La guerra de los Mundos, o La Máquina del Tiempo,

ni siquiera El Hombre Invisible.

¡A quien quiero impresionar!!

¿Qué infulas de comprador preemiun tengo?

Seguro la persona encargada vio el pedido, lo encontró, lo embaló y se dispuso a enviarlo.

Indudablemente es alguien como yo que espera huir de su trabajo lo más rápido posible.

Que día de locos hoy, ya falta una semana para que vuelva Pedro de sus vacaciones.

Entonces compartiremos los avatares del día a día laboral.

El viaje de regreso fue tedioso como todos los días. Al menos bajó la intensidad del temporal que ahora es una brizna de agua nieve.

Como no podía ser de otra manera el señor Wells aún no llegaba a casa todavía.

Generalmente una buena ducha activa las energías deprimidas de mi cuerpo extenuado… así que busqué mi ropa de entre casa

y me sumergí en el baño. Al salir pasé por la heladera y empuñé dos cervezas del freezer.

Me senté en el sillón con dos latas híper congeladas de Heineken a punto escarcha.

Puse la tele en mute. Dios y mi sombra son testigos de que querría sentarme a escribir, pero el cansancio era

tan agobiante que no tenía reacción.

Así que vinculé mi cerebro a un modo aventura fantástica y me dejé llevar por la mente.

Tuve una urgencia ansiosa de escuchar el post punk de Cabaret Nocturne.

De manera que tomé el celular abrí el You Tube música, busqué el mix K7 de los Nocturne me calcé los auriculares para inducir al cerebro

e imaginé con una sonrisa un escenario para ponerme en ambiente.

Supuse que la mente lo resolvería todo sin consentimiento, ni autorización alguna.

En efecto actuó vertiginosamente asumiendo su rol inconsciente. Entonces como expresó Sandro el otro día

cuando cerró la charla que mantuvimos sobre los animales más peligrosos de la tierra, luego de admitir que éramos los más débiles.

Comentó con una sonrisa que el cerebro es lo más grande que tenemos, por eso dominamos.

Por alguna razón asumí que me había tele transportado a algún lugar extravagante.

Tal vez llegase de esta forma a algunas tierras extrañas.

En principio aparecí caminando en un matorral bajo un cielo por momentos rojo y de a ratos amarillento.

Percibí un olor espeso a azufre, un silencio espeluznante, con síntoma a lluvia cercana.

A lo lejos divisé una cadena montañosa que se hacía cada vez más grande conforme me acercaba.

Al llegar al pie de la montaña, pude ver su majestuosidad tan imponente. Me sentí tan pequeño que tuve que escabullirme en una especie de portezuela que había confeccionado aparentemente la naturaleza. Atravesé la poterna y dos metros adelante comenzaban a formarse agujeros en el suelo que conectaban directamente al vacío absoluto.

Me poseyeron diferentes sensaciones inexactas, se me aflojaron las piernas, cuando al costado de uno de los agujeros, estaba montado en una moto Adrián Bayo, me miró, se bajó y me dijo ¡Que hacés demente!!! Todavía no, pero yo te voy a avisar, acá están todos los pibes, el Colo, el Villero, Diego Lovekraft, el negro Pain, el Bostero, hace poco llegó lechuga…me dio un abrazo, entre todos estamos promocionando el Tomá de acá, a nadie le sale el punteo de Nosotros hijo de puta. Por alguna razón no podía hablar, tal vez por el miedo a lo desconocido y comencé a sentirme un poco mal. Como aquella vez en la estación de Flores que me quedé sin voz.

Fue en ese mismo instante en que la caverna empezó a desmoronarse y provocar terremotos en la gruta. Adrián desapareció, así de la nada.

Comencé a esquivar los pozos en velocidad y en un mal movimiento resbalé caí y de repente había iniciado mi viaje al vacío. Sentí nauseas, seguramente la falta de oxígeno y la visualidad confusa. Todo esto era como una película clase b. Parecía una capitulo pedorro de viaje a lo desconocido. Inmerso como en una nebulosa psicodélica que no podía definir con exactitud, atiborrada de matices y coloraciones dinámicas, como si fueran retazos de tiempo. Sonidos imprecisos cuasi imperceptibles para mi saturado cerebro, pero que aun así, allí estaban. De pronto fui abordado por una lluvia de vida microscópica desfragmentada… algunos de éstos fragmentos de seres ingresaron en mis ojos. Eran millones de partes de ellos que se reagrupaban y comenzaban a auto reconstruirse. Pude verlos en mi mente, estos pequeños seres deambulaban por las calles de una ciudad distópica. Merodeaban sin cara, o sin brazos, algunos sin cabeza.

Esto provocó jaquecas aisladas y más alucinaciones infernales. Una cadena de ataques de existencialismo que no podía manejar. Necesitaba convertirme tal vez una ciénaga, o en una de las tantas puertas de entrada al infierno. Posiblemente querría ser un fragmento de algunas noches perversas.

Sentí que me persiguen algunos brazos y gentes sin caras por las calles. Una mano comenzó a golpearme el rostro y una voz que me llama. La gente corre sin rostro aquí y allá todos desean matarse unos a otros. De pronto la inmensidad del océano y una cara aparece en el horizonte. Su cara me recuerda a alguien familiar y su voz me decía. Paaa…llegó La Visita Maravillosa de H.G.Wells, Era Alejo diciendo que había tocado timbre Mercado libre. Un poco confundido sonreí por la noticia y pensé en cómo iba a regresar a ese lugar extraño donde encontré a Adrián Makinación…