Entendimiento mortal

Vislumbran las alturas,
donde los ojos se hunden,

ocultan, las nubes del éter,
estelas de almas colosas,

estrellas se enamoran de la oscuridad,
tenues fulgores, se vuelven inmensa luz,

estallan universos irrepetibles,
indetenible el tiempo,

incontenible el poder de la existencia,
aún así, la inexistencia es ley última,

respira un nuevo dios,
como si todo universo fuera pulmón

se ahogará si cada universo se enfría,
se estiran las leyes, impulsadas por la tozudez,

se apreciarán las falencias de toda vida,
como ahora se acepta la muerte.

 

Este poema se sumerge en una contemplación cósmica y existencial, donde la inmensidad del universo y el misterio de la vida se entrelazan con la inevitabilidad de la muerte. Las imágenes poéticas, cargadas de fuerza y profundidad, sugieren un universo vibrante pero transitorio, donde incluso los dioses respiran y pueden ahogarse, y donde la existencia misma es una tensión entre creación y extinción.


En su núcleo, el poema reflexiona sobre la fragilidad de todo lo que parece inmenso: las estrellas, los universos, la vida. Nos recuerda que, por más grande que sea el poder de la existencia, la inexistencia —la muerte, el fin, el olvido— es su contraparte inevitable y tal vez necesaria. Aceptar esa dualidad es, finalmente, un acto de sabiduría y humildad.

Saludos cordiales