Epistola A La Mujer De Mis Sueños

Elevar un saludo a su belleza, mi pluma incitó, a usted, la mujer de mis sueños; soy yo, el que siempre vive y sueña por su mirar, soy yo, el que le escribe.
Soy yo, aquel que vive, para poder ver el ocaso del final de la tarde, para imaginar su compañía viendo las estrellas que vienen con la noche.
Ayer soñé, y aquel sueño no lo comprendí: era usted, su presencia y tan solo usted.
Ayer, soñé, y aquel sueño no comprendí: era usted la luz, era usted el camino, y yo, tan solo en la soledad, a su destino perseguía, y yo tan perdido en la ingenuidad, en sus besos me ahogué.
No comprendo aquel sueño que soñé; mujer de mis sueños, existía en el aire, existía en el viento; mujer de mis sueños, era inevitable en su mirada no perderse.
La niebla espesa nublaba el sendero a mi perdición, la niebla era usted; la niebla de su corazón nació.
Las nostalgias, en sus manos se esfumaron; pero, por usted, mi tristeza, al no tenerla, renació; mujer de mis sueños, por usted vivía y moría, por usted, tan solo por usted, olvidado en el tiempo me encontré, y la muerte con sus besos, al laberinto de lo moribundo me llevó, y los recuerdos muertos, eran con usted danzando en las rosas de la dormidera.
Escribo esta carta a su belleza, ya también para recordar su ser en la realidad ; mujer de ilusión, en mi pensamiento vive.
Las lágrimas del deseo recorrían un río infinito de desesperación.
Y me cansé de ser el dueño de solo un sueño; y en el despertar, en mis manos anhelaba su estar, y pensé que desde ahora en el camino solo no iba a estar.
Mujer de mis sueños, penas que nunca fueron, ilusiones que seguirán a las heridas, heridas que seguirán a la muerte, en el camino de un corazón partido; mujer de mis sueños, no entiendo el parecer: vive usted en mi mente, y no puedo tenerla; no entiendo el parecer: vive en la ilusión, y por usted, el llorar es tan solo un viento más que en las montañas se perderá.
La tengo en mis sueños, la tengo en el principio y en el fin del pensamiento. Mujer de mis sueños, labios que nunca probaré, manos que nunca tocaré.
¿Por qué es tan irreal? Crea el cielo, crea el infierno, la tentación es su mirada, la tentación, roza su fina boca.
La ironía de su ser, es que es la presencia del ayer, en cada noche, en cada amanecer.