Escena caprichosa… la guarida

“No se de quien me habla”,
Pérsico la observó con detenimiento,
cuarenta y siete ajetreados años,
fabricando un hogar sin hijos,
como una hospedería junto al camino,
decente y aun limpia,
cobrando arreglos por otros arreglos.
Pérsico enciende un cigarro,
“No se fuma aquí” dice ella disimulando algo de seriedad,
pero cómo evocarla en su ambiguo negocio…
no tener cenicero e improvisar uno tiene sus inconvenientes,
el pote plástico tenía una muesca en el borde,
alguien olvido sacar el cigarro y se derritió,
Pérsico desliza sus dedos por el borde del pote…
“Parece que el sujeto fuma,
y que artista decente no lo haría,
matarse de a poco…¿no?”,
la mujer respira inquieta,
delatada por otro de esos malditos detalles,
cierra los ojos y se sienta…
habla de un Thomas que conoció hace unos meses,
es el artista febril buscando un acceso denegado,
una no víctima “víctima” para otras cosas,
el artista le hace el amor,
la intoxica con la furia de un devenir incierto,
Pérsico sabe que estuvo sentado en la misma mesa,
justo donde esta la mujer… y de ahí planeo los asesinatos.
“¿Dejó algo el sujeto?”,
“Si… una monstruosidad”… responde ella.