Eso no

Porque los vecindarios aman la guerra

mi ambición es humo y mirar arriba

prefiero una fractura a una carrera

no distingo abajo, izquierda, derecha, arriba

mi hada madrina es una perra

mi boca está reseca y no tengo saliva

paseo las sensaciones con una correa

no sé de los tóxicos con medida.


Porque tengo la excusa imperfecta

el alma es una uña postiza

la puerta en medio de la sala, abierta

la redención nada garantiza

del reclamo una mala silueta

la ventura se presenta pero no se atisba.

¿Dónde está la imaginación, poetas?

está con su imaginaria belleza

e imaginarias alas muertas.


No una barra de mantequilla, no un luchador

porque en mi choza un turista roedor

porque de la causa perdida soy defensor

porque caigo en las púas con el albor

porque en la merienda se extravió el tenedor

porque en el sol no hace suficiente calor

no una figura de acción, no un luchador

no un perdedor, no una lechuga, no un luchador.

 

Sí eres lechuga. Y eres parte de la ensalada que llamamos Humanidad. Cuyos sabores y texturas son recuerdo de su inteligencia. Hemos llegado muy alto, en Filosofía. Eso nos distingue de otras civilizaciones, que pueblan otros muchos planetas muy lejanos al nuestro. Tenemos una forma neuronal y abstracta, de leer. Podemos comprender grandes conceptos. Intuyendo un desenlace final, propicio o quizá, catastrófico. Eso nos lleva a la superstición. Por eso, hay muchos escépticos, ya hartos de tanto prevenir, en vez de curar. A veces, es bueno curar, directamente, en vez de prevenir y prevenir.

 

El punto clave aquí es la expectativa, ¿no es así? Si existe, si no existe, si se conduce en zigzag, etc.