Espacio e ideología. Sobre la arquitectura de Clorindo Testa

Espacio e ideologia

Sobre la arquitectura de Clorindo Testa
La Biblioteca Nacional (y el Banco de Londres)
Clorindo Testa es un arquitecto singular. Icono en la arquitectura argentina, ha sido, con su prolífica obra, una inspiración para muchas generaciones de arquitectos. Su obra, de raíz racionalista, ha evolucionado formal y conceptualmente hasta el parnaso del imaginario arquitectónico colectivo.
A través de su carrera y obras, Testa ha puesto de manifiesto su poética espacial con su unívoco lenguaje arquitectónico intrínsecamente personal.
Su obra es vasta y disímil, pero es imposible no ligar su nombre al de sus edificios más paradigmáticos: El Banco de Londres -hoy Banco Hipotecario- y la Biblioteca Nacional, ejemplos magistrales de arquitectura corporativa, y de arquitectura institucional.
Cuestionada por muchos y admirada por muchos más, la Biblioteca Nacional, de carácter monumental y escultórico, es sin lugar a dudas un monumento urbano que ha llegado a constituirse como emblema de un proyecto cultural nacional que no ha podido consolidarse como el edificio mismo.
En las antípodas de esta obra se encuentra el Banco de Londres, también de de carácter monumental y escultórico, con un manejo magistral de la escala y la semántica: una paradoja de solidez y levedad, opacidad y transparencia. Su partido e implantación urbana nos recuerda al de los grandes edificios barrocos. Sus espacios interiores representaron un logro sin precedentes en la arquitectura bancaria.
Estas obras tan disímiles de Testa, son las dos caras de una arquitectura que no deja sorprender e inspirar.

Interpretaciones encontradas
Un análisis en paralelo de la Biblioteca Nacional y el Banco de Londres arrojaría más de una paradoja y puntos conflictivos, y sin duda revelarían interpretaciones encontradas en todos los niveles de análisis. Las dos obras se constituyen naturalmente en ideales contrapuntos para un análisis comparativo: Una es la sede de un organismo oficial y público, de carácter cultural, con destinatarios universales, implantada en un parque en una de las zonas más exclusivas de la ciudad de Buenos Aires. La otra es la sede de una corporación bancaria privada, comercial y financiera, orientada a un sector específico de la sociedad e implantada en la densa trama urbana de la zona bancaria de la misma ciudad..
Pero oponer estas situaciones y variables no bastan para comprender cabalmente esas obras, ni la arquitectura de Testa, y cada obra amerita por su naturaleza formal, y por sí misma, un acercamiento sensitivo peculiar.

La Biblioteca Nacional
Un edificio destinado a salvaguardar las manifestaciones de la cultura y de una nación y universal, tendrá lógicamente connotaciones y un simbolismo especialmente profundos. Más aún cuando la historia de su construcción está ligada a las frustraciones y desencantos culturales, políticos y sociales de una nación.
El Profesor de Arquitectura Omar Bernardelle ha escrito que la arquitectura, en la historia, siempre ha tenido dos lecturas, dos interpretaciones, dos caminos; una, la del gusto corriente de la gente, y otra, la del significado que tiene.
No es de extrañar entonces que un edificio tan trascendente como el de la Biblioteca Nacional sea especialmente controversial y susceptible de análisis opuestos o contradictorios.
La Biblioteca fue adjudicada por concurso de anteproyectos en 1962 a los arquitectos Clorindo Testa, Francisco Bullrich y Alicia Cazzaniga.
Siempre bien ponderado en los círculos académicos y profesionales, el edificio no encontró sin embargo una abierta acogida entre el público general. Durante los años que duró su construcción, gran parte de la opinión pública tendía a valorarla negativamente debido a su estética brutalista, el hormigón a la vista y, en definitiva, a su retrasada conclusión que, insumiendo más de tres décadas, convirtió durante aquellos años a la Biblioteca en un símbolo de tantos otros proyectos nacionales truncos.
Concluida en la década del ´90, fue festejada como una de las obras más prominentes del país, siendo alabada y sobresaliendo por su partido, articulación de escala, manejo del espacio, materialidad, simbolismo e implantación urbana.
En este período, Clorindo Testa logró su máximo nivel de popularidad académica y social.
Pero pese a la celebrada terminación y a la consagración de la obra y del arquitecto, los cuestionamientos y contradicciones subsistían.

La fotografía como acercamiento sensitivo
En contraposición de un análisis académico, el ensayo fotográfico es un género ideal para comprender y transmitir la experiencia que produce el acercamiento a este tipo de obras. Las imágenes por sí mismas podrían dar cuenta de la forma, función, uso, poética, estética y concepción del espacio de Testa en cada obra.
Con el objeto de indagar en las connotaciones espaciales y sociales de esta obra, me propuse realizar un relevamiento fotográfico, decidiendo a su vez, para garantizar cierto nivel de objetividad, excluirme del proyecto y convocar, no a uno, sino a varios fotógrafos que pudieran realizar un abordaje imparcial, fresco e incondicionado. No debía ser un ensayo colectivo sino varios ensayos individuales, cuidando de que cada uno logre un abordaje personal y diverso.
Fue así como en el contexto del grupo fotográfico Café Porteño Fotografía, realicé una convocatoria que desembocaría en el proyecto fotográfico "Cinco enfoques sobre Clorindo Testa", que contó con el aporte de la visión de cinco fotógrafos de diversa formación, estilo y sensibilidad (Amaia Guridi, Celeste Romero Cano, Ezequiel Kopel, María Jimena Almarza, y Limay Uribe Ruberti)
Mi rol quedó restringido al de curador del ensayo, planteando una metodología de trabajo libre, y sin imponer ninguna valoración sobre las obras. La consigna era lograr abordajes diferenciados y personales, cuidando de no repetirse.
Durante los meses que duró el relevamiento y registro, cada ensayista experimentó un proceso de acercamiento singular, en el que fue descubriendo o redescubriendo el edificio en forma sensorial y emotiva.
Las primeras fotografías fueron más o menos azarosas y ponían de manifiesto las características más obvias de ambos edificios, pero con el transcurso del tiempo, cada visión fue madurando y logrando un acercamiento más sutil y personal a las obras. Cada línea de trabajo se alejó de una documentación académica y se abocó a registrar su propia forma de experimentar esos espacios. Surgieron así los ensayos: "Biblioteca urbana", "Biblioteca Onírica", "Biblioteca Lúdica", "Biblioteca Metafísica" y "Biblioteca Nocturna". Cinco enfoques singulares.
El objetivo del ensayo se había cumplido.

Una hipótesis puesta en duda
La primera vez que vi el edificio de la Biblioteca Nacional fue alrededor de 1987. Por aquel entonces yo no había comenzado a estudiar arquitectura y me sorprendió ver tamaño edificio en semejante estado de abandono. Me impactó su escala monumental y supuse que era la base sobre la cual se construiría una gran torre.
Mis primeros años en la carrera de arquitectura lograron que cambiara mi mirada y valorara esas formas escultóricas. Sin embargo pronto comencé a tomar el partido contrario a la Biblioteca, juzgando que la monumentalidad del edificio era digna de regímenes helenísticos o dictatoriales, no un sinónimo de "la cultura protegida", sino de "la cultura inaccesible".
La lectura de "Vigilar y Castigar" de Michel Focault influyó no poco con esa visión. Podía vislumbrar un espacio panóptico (controlador), viendo al hormigón como reflejo de lo inhumano, a la gran escala cómo símbolo de un poder político que todo lo controla, a los altos accesos como emblema de lo inaccesible. Mi visión era crítica y negativa, y lo extraño era que, pese a todo, al visitar el edificio me sentía embriagado por la amplitud y calidad de los espacios, y me sentía invitado a dejarme llevar por esas monumentales formas y las generosas vistas a la ciudad. Intelectualmente seguía cuestionándola pero íntimamente la anhelaba.
Admití entonces que la Biblioteca de Testa era una gran obra de arquitectura, pero no un edificio apropiado para la función de Biblioteca Nacional. Cuando pensaba eso tenía muy presente al proyecto de biblioteca presentado por el estudio Manteola, Sánchez Gómez, Santos, Solsona y Salaberry, que había obtenido el segundo premio en el concurso ganado por Testa; se trataba de impactante edificio, de plásticas formas, con una cubierta múltiple en forma de embudos invertidos y que proponía un gran espacio protagónico en planta baja, con grandes y francos y directos accesos peatonales. Ese proyecto se acercaba más a lo que yo consideraba que requería una biblioteca nacional.
Pero, cada vez más, la Biblioteca de Testa no se me aparecía como un edificio tan temible, por el contrario, la conformación espacial del panóptico se diluía en los recovecos vívidos de un espacio que invitaba a jugar, a transitar, a esconderse...
La idea del ensayo fotográfico fue sin duda poner a prueba mi propia visión, y descubrir tal vez mis limitaciones. Hacer la curaduría y ser parte del proceso creativo de cada ensayista me permitió ser testigo de cómo experimentaron el edificio, de cómo se entusiasmaron recorriéndolo libremente, y cómo plasmaron sus sueños e ideas en su trabajo.
Terminé por convencerme de que el espacio de la Biblioteca era contundente, pero no unívoco, imponente, pero no impuesto, y monumental, sí, pero también masivo, y que podía intimidar, pero también enamorar.

Fernando Marco Sassone
www.blog.singularidad.org
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