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Espejismos en la tarde

Tema en 'Prosa: Surrealistas' comenzado por Pessoa, 27 de Julio de 2017. Respuestas: 1 | Visitas: 644

  1. Pessoa

    Pessoa Moderador Foros Surrealistas. Miembro del Equipo Moderadores

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    Nota.- Este texto encajaría mejor en un apartado de "Prosa poética". Sugiero que se abra uno para este tipo de escritos. Yo lo he encajado aquí porque creo que tiene algunos retazos surrealistas.

    ESPEJISMOS EN LA TARDE.


    Verano. Media tarde. El calor remite y el sudor deja ya de empañar la mirada que busca ahora perderse en esa línea que, más allá de la unión entre cielo y mar, cópula nunca consumada, busca ese otro mundo al que el paseante apenas tiene acceso. Camino sobre el acantilado que, a pesar de todo, no invita a finales trágicos. Es simplemente hermoso, obra de un Creador con un cierto sentido de la armonía.

    Los pinos retorcidos y de sombras algo escuetas, a un lado; al otro el precipio sobre el mar, que protesta por la aspereza de su entrega (al fin y al cabo el Mediterráneo es un mar femenino y requiere delicadeza en su entrega); al frente, sobre el mar, el amasijo de casas, torres y fortaleza medieval que es el pueblo. Dentro del pueblo, cuerpos y algún alma. Calor artificial. Ausencia de personas; en esta parte del drama no aparecen figurantes. Tampoco tiene que actuar la claque.

    Sigo camino adelante, hacia parajes conocidos que apenas conozco por lo cotidianos que me resultan. Todo lo cotidiano es superficial y no permite el acceso a la maravilla. Aunque, a veces, contemplo absorto una planta recién verdecida, el tronco de un pino con su corteza escamosa y sugerente.

    Y entonces provoco o construyo esa puerta que accede al misterio. La puerta de lo que muchos llamarían espejismos. Un mundo que existe en alguna parte y que sólo a algunos y en pocas ocasiones nos es permitido el acceso. ¿Viene hacia mí el plácido unicornio? ¿Veo a Lady Godiva cruzando en su esplendor desnudo el bosque hacia el mar que la aguarda allá abajo?

    Me recreo en la sutil geometría de los pétalos de una flor, una pequeña prímula de un soñado color azul que Domenico Tiépolo querría llevar a alguno de sus cielos.

    Espejea el agua mediterránea tratando de recomponer ese espejo roto que fue su nacimiento.

    La brisa, poético céfiro, repeina las nubes algodonosas que han resistido la tentación de la lluvia. El sol pone lentamente fin a la tarde, descolgando los colores de la tragedia.

    El viejo antipapa Benedicto se remueve inquieto en su camarote del Castillo, entre sus libros viejos y desesperanzados; mira hacia Roma, su espejismo, que se evade constantemente de sus sueños de anciano recalcitrante.

    Hoy, como al viejo antipapa, me ha sido negado el milagro del espejismo.

    Mañana será otro día y volverá a hacer calor.

    [​IMG]

    Ilus.: Foto del autor
     
    #1
    A sergio amigo y homo-adictus les gusta esto.
  2. sergio amigo

    sergio amigo Invitado

    Cuando alucinar se transforma en una oportunidad para ver más allá, casi es un deseo consciente, un anhelo largamente esperado. Saludos cordiales para ti Pessoa.


    Se aprecia claramente en tu fotografía cada inclemente rayo solar.
     
    #2

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