Espíritu de lobo

A mi Luna, mi madre, siempre en la noche le cantaré, y sabe el cielo que inmortal soy, espíritu, espíritu de bravo corazón, Luna llena, nunca te abandonaré, no debo, no puedo, no quiere mi corazón, corazón inerte que en la noche dejó de latir.

Alzaba mi mirada la última noche de mi vida hacia la dulce caricia de la luna, ella me protegía, era mi guía en la noche, nunca le he ocultado mi pasión y amor por su esplendor, pues era en mis sueños donde mi espíritu hablaba con ella, donde más cerca podía hallarme a su vera, me fascinaba su mirada, su brillo en la noche, tal era mi admiración que dormir no podía, sentía que no debía, sentía que mi alma por siempre a ella pertenecería, pero yo nunca pude sospechar, nunca, que mi triste final me esperaría.

Pronto noté calidez en mi cuerpo, sangre derramaba sin cesar de mi pecho, la vista perdí, mi última mirada la dediqué a la luna, fue el hombre mi asesino, quien acabo con mi libertad, con mi vida y aliento, pero Luna, has de saber, que mis últimos latidos fueron respuesta de tu plácido amor, mientras la vida me abandonaba sentía tu fuerza dentro de mi ser, por siempre y desde la noche de mi muerte fuiste mi única razón de ser, cuida de mis hermanos Luna, acógelos eternamente en tu grandiosa luz celestial, háblales de mi muerte, háblales de mi amor hacia ellos, y mi entrega infinita a tu espíritu.


Porque he de confiarte mi Luna, que de un atormentado sueño a la sombra mi miedo confesé, no oculté, Luna, mi miedo a perderte, desvanecerte a mi vera en la muerte, pues anhelaba, deseaba, imploraba, mis cantos imploraba, cantos que a tu esplendor tu rostro recordaban, vislumbraban, que mis cantos de tu amor jamás se borraban,
y debo decir, ¡quiero decirte!, que nunca, jamás, tristeza a la muerte conmigo arrastraré, pues mi Luna, mi madre, mi aliento y mi corazón testigos de la muerte fueron, muerte que en la oscuridad percibí, y a la noche me acogí.

Toda la Tierra, todos mis hermanos, por doquier lo han de saber, pues en la noche se reunirán, y a la Luna cantarán, ¡ahora, cesad para siempre vuestro menguado corazón, lobos, hijos de la Tierra, a vuestro hermano recordad, vuestra canción habéis de cantar!

Porque cuando un fuerte amor unido su poder junta, es insaciable, impenetrable, extraordinario, emana, que emana del amor de la voluntad, la voluntad de mis hermanos lobos, sabed, creer, en mí debéis creer, pues por siempre y hasta la eternidad os amaré, jamás os olvidaré, pues a mi Luna, mi madre, siempre en la noche le cantaré.

 

Bienvenido mi hermano, un gusto leerte.