Están demás.

Están demás.

Están demás estas almohadas.
Esta flojera inútil de tender las sábanas.
¿Para qué? si terminan como las hojas
arrugadas sin escribir un motivo.

Inanimados testigos y la vista de todos.
Salgo a tu encuentro: mi propósito.
Las manecillas del reloj se frotan las manos
caen sin temor en su círculo vicioso.

Camino lentamente por la senda de acacias
con el cuerpo descalzo, las espinas son de látex,
consiente de no salir lastimado, mi corazón late.

Un paso más y tengo alas…
¿voy a volar acaso ya que el alma se mueve?
La leña está seca y atizo el fuego.
Que calor siento aún.

Es que anoche tus manos,
en mis manos de fuego
ardían como dos pabilos en un altar.

Sentía yo arder de pasión
como si llevara prendidas
en mis labios mariposas doradas,
¡ah! que placer niña amada.

Le conté al primer rayo de sol lo que pasó,
llenóseme la boca de mieles perfumadas
al instante en que le hablé,
lo que se dio y ahí dejamos.
Todo lo hicimos con amor…
y con estas manos.

Geber Humberto Pérez Ulín.

 

Un hermoso poema nos comaprtes. Es bello de principio a fin.
La melancolia adorna tus letras. Saludos y Bendiciones.
Ha sido muy grato leerte.

 

precioso poema.

 

Qué bellos versos amigo...con toques de melancolía... un gusto volver a leerte...
Te abrazo con todo mi cariño...

 

Hola Lou, gracias por leer, abrazos.

 

Gracias amigo, abrazos.

 

Hola hola ... un gusto tenerte de nuevo, abrazos ...

 

Felicitaciones, gran versar, grandes sentimientos, saludes, mis mejores deseos.

 

Hola Marco Antonio, es grato encontrar tu comentario, abrazos amigo.

 

Delicado poema con grandes dejos de tristeza pero con una delicadeza y ternura inconmensurables,. Felicitaciones Ojicafes por esta bellisima obra, reputación y saludos poeta

 

Gracias amigo por pasar por estas letras, abrazos.