Evasión obstinada

Recaí en una sucesión de amaneceres
desayunando soledades,
a la espera de que mi ventana
informara novedades,
no de las que divierten
sino de las que abrazan,
de las que aúllan
y no de las que pasan.

Renové mi terapia de alcohol
con su consabido resultado:
adormecer el espíritu
para mantenerlo engañado,
con abundancia de sonrisas
grises y sin eco,
con las ropas curtidas
y el paladar seco;
viajando a muchas partes
sin estar en algún lugar,
repitiendo viejas canciones
sin aprender a cantar.

Me dediqué a elaborar
un puñado de sandeces,
para justificar abusos
y disimular tozudeces;
sigue su marcha el tiempo
sin retornarme el sentido,
sigo extrañando ese amor
que no supe entregar al olvido.

-G. Arroyo, 22/Abr./2011-