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Experiencia inolvidable

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Luis Prieto, 1 de Junio de 2015. Respuestas: 33 | Visitas: 3372

  1. Luis Prieto

    Luis Prieto Moderador Global Miembro del Equipo Moderador Global

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    Experiencia inolvidable

    Serían las cinco de la tarde de un fin de semana de enero de mil novecientos setenta y nueve, cuando diez chicos y cuatro chicas nos bajábamos del tren en el pueblo de Navacerrada, cada cual con su macuto a la espalda repleto de ganas por vivir una bonita experiencia más en la sierra. Recuerdo que estaba todo nevado y hacía bastante frío pero antes de emprender la marcha de seis kilómetros que separaban la estación del refugio al que íbamos a pasar la noche, Carlos (al que me unía una fuerte amistad, hoy tristemente fallecido, era quien se encargó de organizarlo todo y jefe del grupo), sugirió ir a un bar para meter algo caliente al cuerpo, sugerencia que no vacilamos en aceptar de muy buena gana.
    Una hora más tarde aproximadamente, después de habernos tomado buenas tazas de chocolate, decidimos emprender la marcha para evitar que la noche nos sorprendiera por el camino, objetivo que no pudimos cumplir ya que nos pilló justo en el punto en que dejábamos la carretera para comenzar a subir kilómetro y medio por un camino de la montaña que nos llevaría hasta el refugio. A penas llevábamos quince minutos subiendo por la vereda toda nevada (cuya nieve llegaba casi hasta la rodilla) cuando dos de las chicas empezaron a quejarse de los pies diciendo que les dolían mucho y que los tenían empapados, cosa que no era de extrañar si uno no llevaba bien cerradas las botas pero la sorpresa fue cuando vimos el calzado que usaban, ¡no me lo puedo creer, pensé! y casi, como si de un ensayo se tratara, dijimos al unísono...
    ¡Pero a quién se le ocurre venir a la nieve con eso! Llevaban puestos unos botines cuyo refuerzo era de tela que se llamaban Chirucas y claro, de ahí les venía todo, pies empapados y dolorosos. Por fin, media hora más tarde llegábamos al refugio después de haber completado la subida alternándonos sus mochilas que afortunadamente no era muy grandes ni pesadas pues se veían incapaces de avanzar con la carga. Mientras Carlos fue a buscar al encargado del refugio, quien residía en una especie de cabaña de piedra a unos doscientos metros, las chicas en cuestión se quitaron el calzado y empezaron a secarse los pies pero uno de los chicos al que cariñosamente le llamábamos “loco”, por sus repentinas ocurrencias disparatadas sólo que esta vez muy acertada, sacó de su macuto un frasco de plástico cuyo contenido no era otra cosa que gasolina y sin pensarlo con unas ramas que cogió previamente y papeles que había en las papeleras del porche del refugio, hizo una pequeña fogata al lado de la puerta para que las chicas calentasen sus pies.
    Ciertamente el sitio en el que íbamos a pasar el sábado y casi todo el domingo no era un refugio como la palabra lo envuelve, de explicarlo se encargaría Carlos quince minutos más tarde. Antes de que Juan (que era quien se encargaba de que no entrara nadie) abriera el portón, Carlos disimuladamente me hizo un guiño y empezó a contarnos que era donde estábamos a punto de pasar la noche. Esbozando una leve sonrisa, comenzó diciendo..."Bienvenidos al antiguo hospital de leprosos."
    (Era cierto, en tiempos de la guerra Civil este hospital fue utilizado al margen de civiles, también por soldados de la guerra que padecían tuberculosis y otras enfermedades como la lepra).
    Continuó diciendo los misterios o leyendas que rodeaban al hospital y de fenómenos extraños que mucha gente que pernoctó dijeron haber sufrido. (Una bonita manera de invitarnos a entrar.) Gente que aseguraban haber visto sombras por pasillos durante el día, gritos de lamentos, ruidos de cadenas o voces por la noche provenientes de habitaciones contiguas y para rematar, nos dijo riéndose... "No os preocupéis, no hay luz, pero tenemos linternas".
    A la mañana siguiente, después de pasar la noche en la primera y oscura planta en una habitación que parecía ser una sala por la dimensión que tenía, de la que no salimos porque había más miedo que otra cosa y a penas haber podido dormir bien, una vez alimentados nos pusimos a recorrer pasillos y plantas del hospital. Francamente aquello era muy tétrico, el escenario perfecto con un entorno propicio para una película de terror, opinábamos todos. Habitaciones cuyas paredes parecían tener manchas de sangre seca, algunas camas antiguas sin colchón, retales de ropa negra, alguna zapatilla de la época negra pero lo que más llamó la atención fue una habitación al fondo del pasillo que debió ser improvisada para algún cura ya que había un confesionario un tanto deteriorado cuyo olor a madera podrida y seca llenaba el ambiente. Cuando ya recorrimos todo el hospital, salimos a la explanada como sacudiéndonos de lo que habíamos visto para deleitar los ojos con el paisaje todo nevado y llenar de aire puro los pulmones. Fue entonces cuando me percaté de un edificio blanco alargado con tres plantas de aspecto bien conservado a unos doscientos metros a mi izquierda, lógicamente no fui el único así que la curiosidad despertó nuestro interés pero en el momento en que nos disponíamos a indagar, vimos que Carlos venía de esa dirección... " Bien chicos os tengo preparada una sorpresa" nos dijo con tono guasón, si no fuera porque ya le conocía, diría que algo no muy grato se traía entre manos.
    "Vamos a realizar -proseguía con rostro serio - a las once, una visita guiada por el Director y ayudante a ese edificio que estáis viendo pero no es un edificio cualquiera, es un hospital psiquiátrico en el que también hay personas con Síndrome de Down, cuanto vais a ver no va ser nada agradable así pues, los que no estén preparados para ello, que no vengan". No hubo nadie quien se negará, la intriga por conocer un mundo totalmente distinto y desconocido para nosotros era mucho más fuerte que el disfrutar de lo que la Naturaleza nos brindaba. A las once en punto entrábamos al hall del hospital como si estuviésemos entrando en una catedral, todos en silencio, dando pasos cortos observando con detenimiento cada detalle. Cinco minutos más tarde se presentaba el Director del centro Señor Armando quien con leve sonrisa estrechaba la mano a cada uno de nosotros dándonos la bienvenida a la vez que nos presentaba a su ayudante... " Lo que vais a ver no es nada agradable, os pido por favor que no os separéis y evitéis fijar la mirada en los ojos de los pacientes en las dos primeras plantas, podría ser que alguno lo malinterpretase, muchas gracias" nos dijo muy amablemente.
    Acto seguido con Armando encabezando la visita junto con el ayudante y Carlos, empezamos a subir las escaleras que nos llevarían a la primera planta y fue traspasar el umbral de la puerta doble que separaba el rellano de las escaleras del pasillo de las habitaciones, cuando mis ojos se abrieron como platos, acabábamos de entrar en otro mundo. Aquello no parecía un hospital, más bien era un penal, ventanas enrejadas, algunos pacientes con correas unidas de pies y manos andando por el pasillo, otro al que dos enfermeros trataban de sujetarle para ser medicado (nos iba diciendo el ayudante)
    sencillamente algo muy impactante pero las palabras que dijo Armando no me valieron de nada, me resultaba imposible no mirar esos ojos cuya expresividad hablaba por si sola. Pacientes semidesnudos o totalmente, uno al que le faltaba un trozo de oreja producto de una pelea (precisamente es el más tranquilo -dijo el ayudante - Este área no suele ser conflictiva, la segunda es donde están los peores pero la mayoría están en sus habitaciones - concluyó ) Efectivamente, en la segunda planta a penas había diez enfermos andando por el pasillo, los demás estaban encerrados en sus habitaciones tal como dijo pero si esto me causó fuerte impacto, lo que había una planta más arriba fue peor. No sabía cómo definir lo que estaba viendo, el mundo desapareció bajo mis pies, un latigazo de escalofrío me recorrió todo el cuerpo, me sentí completamente sólo, no oí nada durante unos segundos cuando vi por el pasillo a todas esas personas de mediana y mayor edad fijando sus miradas en nosotros con cara de asombro.
    La mayoría son huérfanos – comentaba el Director - otros los han traído porque no pueden hacer frente a los gastos que precisan pero lo más penoso lo vais a ver ahora.
    Llegamos al final del pasillo, a la izquierda había una puerta doble abierta de par en par y francamente más de uno incluido yo no pudimos evitar exclamar ¡Joder! a la vez que nos girábamos por no dar crédito a quienes acabábamos de ver.
    Niños, niños que según Armando, el que menos tenía era cinco añitos y el que más trece, niños a los que sus padres les renunciaron dejándolos en la puerta del hospital y otros al dejarlos, dieron direcciones falsas con teléfonos inexistentes. Hubo una niña que me llamó la atención de entre cuantos estaban allí, tenía seis añitos, pelo castaño con una carita redonda preciosa pero sus ojos, sus grandes ojos azules no se me olvidaron ni olvidarán nunca.
    Tras pedir permiso al ayudante de si podía acercarme a ella y acceder, no lo dudé ni un segundo, me acerqué despacio, sonriéndole, ella clavó su mirada en la mía y cuando estaba a escaso medio metro, me senté en el suelo y acaricié su mejilla mientras le decía un hola lleno de ternura. Al principio no decía nada, sólo se limitaba a mirarme y ver como cogía su dulce mano diciéndole cosas, de pronto se libró de mi mano girándose y se fue a una mesa en la que había varios muñecos de trapo, cogió un osito y desde la mesa extendió sus bracitos ofreciéndomelo. ¡Para mí! - dije sonriéndole - mientras me acercaba sin dejar de contemplar el cielo de sus ojos. Por mi cabeza pasaban un sinfín de preguntas Entretanto, Sofía, (así me dijo el ayudante que le pusieron) no dejaba de decirme cosas que a duras penas podía entender. Habían pasado casi dos horas desde que entramos al otro mundo cuando Armando nos dijo que lamentablemente teníamos que dar por concluida la visita. Me costó un triunfo tener que despedirme de Sofía pues le había cogido mucho cariño así que opté por decirle cuidadosamente para que me entendiera que me tenía que marchar pero fue terminar la frase y sus bracitos se extendían para rodear mi cuello. No pude evitar el brote de alguna lágrima mientras sentía como se aferraba con fuerza, como tampoco pude evitar besar sus mofletes rosados pero cuando el enfermero se disponía a cogerle diciéndole que iban a comer, Sofía me propinó el beso más dulce que me habían dado nunca, ¡venga, a comer Sofía! exclamé a duras penas.
    En el viaje de vuelta las anécdotas vividas mientras íbamos hacia el refugio, alguna historia de miedo cuando subíamos por la montaña ya de noche que Carlos se procuró muy bien y las bromas en el hospital eran comentadas entre carcajadas pero lógicamente la experiencia de visitar el psiquiátrico fue lo más argumentado.
    Yo no podía dejar de preguntarme cómo podía haber personas, esas que se llaman padres o seres humanos, que no tuvieran un poquito de amor hacia sus hijos que nacen con esta enfermedad. Qué clase de sangre tienen para ser capaces de abandonarlos sin inmutarse. Cómo podía haber gente que al cruzárselos por la calle, les miren de arriba a abajo o otros se aparten temerosos de su integridad física. ¿A caso saben si esa actitud no les duele? ¿Qué diferencia hay entre ellos y nosotros?
    ¿Por qué muchos les dan la espalda? Es posible que lo hallemos en su forma de hablar, de caminar, de comportarse, pero somos totalmente iguales en la forma de mirar, de sentir, ¡ Sí ! somos diferentes a ellos, son lo que nosotros nunca seremos, almas blancas e inocentes.
    Poco antes de que Carlos falleciera, se enteró por medio de un amigo suyo que tiempo después de nuestra visita, todos los que padecían Síndrome de Down los trasladaron a un centro más especializado y que la niña Sofía así como otros niños habían encontrado familias de adopción, dejando el hospital sólo para enfermos mentales cuyo centro cerró si mal no recuerdo en mil novecientos noventa y tres.
    Fuimos en busca de una nueva experiencia y sin duda la encontramos, fue la vivencia más hermosa que he tenido en la sierra y seguramente también para mis amigos, sobre todo mi inolvidable Carlos.


    Luis
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    #1
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  2. lomafresquita

    lomafresquita Poeta que no puede vivir sin el portal

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    Ayyy Luís, qué entrañable es tu relato. Conforme te íba leyendo iba entrando en contacto con esa experiencia inolvidable que queramos o no marca nuestra vida. Yo me he imaginado delante de esa niña y he tenido que contener la emoción, relatas tan bien que se viven una a una todas tus letras. Ayy pobre Carlos, siento su pérdida, pero vive en tu corazón y en tu recuerdo para siempre. Pobres niños abandonados por circunstancias de la vida, ayy cuán triste es para algunos seres puros e inocentes. Me ha encantado leerte, eres genial tanto en prosa como en verso, me encantan siempre de los siempres tus bellas letras. Besazos llenos de cariño y a porrillo ... muááááááááá...
     
    #2
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  3. Lourdes C

    Lourdes C POETISA DEL AMOR

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    Se estremeció mi corazón al leer tu relato. Y que triste que tu amigo haya fallecido. Imagino que lo extrañas mucho. Empece a leer y no pude parar hasta el final. Vaya que si tuvieron una experiencia para no olvidarla nunca. Gracias por compartirla. Saludos y Bendiciones.
     
    #3
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  4. Paco Valiente

    Paco Valiente Poeta que no puede vivir sin el portal

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    Conmovedor y emocionante relato amigo Luis, leyendolo me imaginaba esos seres marginados y encerrados en ese psiquiatrico y se me encogia el corazón, un sentimiento de mucha ternura despierta en el lector la niñita Sofia, que afortunadamente encontró familia de acogida. Me parece un relato muy bien escrito y que habla de una experiencia que sin duda marcó a sus protagonistas. Te felicito compañero, me ha gustado mucho. Un abrazo. Paco.
     
    #4
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  5. Luis Prieto

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    Buenos días lomita, me alegra mucho que te haya gustado esta experiencia. Hoy ese psiquiátrico está en ruinas pero el entorno sigue teniendo ese misterio. Mi amigo Carlos falleció hace unos años, nunca le olvidó.
    muchas gracias lomita por acompañarme siempre dejándome tanta belleza de letras, vas a hacer que me ponga color al jajajajajaja.
    Montones de abrazos y Besotes para que no falten jajajajajaja
     
    #5
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  6. Luis Prieto

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    Muchas gracias Lourdes por acompañarme siempre dejándome tan bellas palabras. Mi amigo falleció hace unos años pero me acuerdo mucho.
    Fue una vivencia única Lourdes el estar en ese centro y con esos niños.
    Saludos cordiales estimada amiga y muchas bendiciones
     
    #6
  7. Luis Prieto

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    Muchas gracias Paco por acompañarme en esta vivencia que fue única e irrepetible. La verdad es que un sitio de estos, te deja bastante pensativo durante unos días. Hoy está todo en ruinas pero el entorno sigue con su misterio .
    Gran abrazo amigo Paco, me alegra que te haya gustado.
     
    #7
  8. Luis Adolfo

    Luis Adolfo Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Querido Luis , muy grato y lleno de sensibilidad este relato que nos presentas .
    Abrazos



     
    #8
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  9. Luis Prieto

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    Tienes toda razón Ferrá, en lo único que somos diferentes es en la funcionalidad del cerebro pero por lo demás no hallo diferencia alguna para mi son almas blancas.
    Muchas gracias por tus halagos preciado amigo y gran poeta que me animan a tratar de seguir mejorando en este apartado de letras.
    Recibe gran y fraternal abrazo de este compañero que te admira deseándote lo mejor hoy y por siempre.
    Hasta pronto compañero de letras por estos lares.
     
    #9
  10. nube blanca

    nube blanca Poeta que no puede vivir sin el portal

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    Me ha gustado mucho el enfoque con el que nos explica esta aventura que hace seguir leyendo para ver que viene más adelante y yo que soy muy aventurera puedo decirte que experiencias así vale la pena vivirlas, porque siempre son un "todo" que queda guardado en la mente con el paso de los años y poder llegar a relatarlas como tú has hecho aquí querido amigo Luis. Yo tengo muchas que podría contar pero casi llenaría un libro y mejor que no lo haga jajja. Te felicito por ese espíritu aventurero que hasta tu pluma.
    Beso y un abrazo para ti. Tere
     
    #10
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  11. malco

    malco Moderador foro Tensones.Miembro del Jurado Miembro del Equipo Moderadores Miembro del JURADO DE LA MUSA Equipo Revista "Eco y latido"

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    Luis,de antemano excusarme por no haber podido respondera a tu relato, estoy sin conexiòn a internet,cosas de virus.Luego agradecer tu invitaciòn,he leido con detenida fruiciòn tu relato y me ha mantenido en suspenso su hilo,es una sentida y desgarradora experiencia en la cual ante el inhumano escenario la presencia de Sofìa es a la vez tormento y oasis,en mis tiempos de estudiante de medicina tuve contacto con psiquiatricos publicos y pareciera que esos pacientes no merecen humano trato, por carecer de recursos,el revelarme me trajo inconvenientes.TE FELICITO POR TAN CONMOVEDORA DESCRIPCIÒN,FUE TAN RELEVANTE QUE EN EL TIEMPO TE QUEDO TATUADA LA EXPERIENCIA.Un abrazo estimado amigo.
     
    #11
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  12. Luis Prieto

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    Muchas gracias Luis por tu presencia y gratas palabras.
    Cordial saludo y abrazos Luis
     
    #12
  13. Luis Prieto

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    Muchas gracias Tere por acompañarme en esta aventura en el que por cierto aún no he encontrado los dieciséis años jajajajajaja. Me alegra que te haya gustado esta vivencia y desde aquí te animo a que empieces tu relato que ya me impacienta y en el que estoy seguro que me voy a meter tanto que me va a ser difícil salir.
    Muchas gracias amiga mía.
    Gran abrazo y un besote...feliz día
     
    #13
  14. Luis Prieto

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    Muchas gracias amigo malco, no te preocupes el Internet nos juega malas pasadas siempre. Me alegra mucho que una persona como tu que ha trabajado con estas personas y visto el trato que se les da, comenté mi vivencia y encima le haya gustado. Te quedo muy agradecido malco por tu presencia y gratas palabras.
    Gran abrazo estimado amigo.
     
    #14
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  15. Luis Prieto

    Luis Prieto Moderador Global Miembro del Equipo Moderador Global

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    Muchas gracias Federico M por tu pase en estas letras.
    Cordial saludo
     
    #15
  16. luci2

    luci2 Poeta adicto al portal

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    Buenos días Luis.

    ¡Qué regalo a mis ojos dejas!, nada más entrar al portal y encontrarme con esta prosa verídica, tan llena de misterio, sensibilidad y una triste realidad que desde siempre se repite, el abandono de hijos, nunca llueve a gusto de todos, hay que quisiera tener hijos y no puede, y hay quien los tiene y los abandona. caso hijos.

    Me ha gustado conocer esta historia, que en paz descanse tu amigo.

    Está muy ben narrada, me ha cautivado, algo habitual en tus narrativas, me gustan mucho,aunque me ha dejado casi ciega, esa letra pequeña, la luz de la pantalla, las imágenes creadas en tu narrativa, tus lagrimas, los ojos de Sofía, el hospital, tantos pacientes por ayudar y yo en paro, me ha recordado mi pinera experiencia en un Geriátrico,

    Tanto tus amigos como tu, habéis logrado rememorar ese día de visita de fin de semana, como si en verdad, parte de nosotros, hubiésemos hecho en vuestra compañía aquel día el viaje y de eso se trata, invitar a lector a viajar en tu compañía, de ve con tus ojos y llorar contigo, reír con Carlos y suspirar aliviada por esa fogata de los pies doloridos y fríos.

    Un fuerte abrazo amigo, como siempre ha valido la pena, dejar mi vista y mis emociones al límite.
     
    #16
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  17. Luis Prieto

    Luis Prieto Moderador Global Miembro del Equipo Moderador Global

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    Muchísimas gracias Luci por tu siempre grata presencia. Lo de la letra pequeña te pido disculpas pero según el moderador pide que el número de letra sea el tres.
    En cuanto a la experiencia me alegra que te haya gustado y te vieras por un momento sumergida en ella. Fueron más cosas las que pasamos esa noche entre bromas desafiantes de permanecer en el pasillo a oscuras por ejemplo jajajajajaja me río porque ahora lo ves desde otro punto pero si te digo que el dormir cada uno tenía su machete al lado, eso ya habla de como estábamos jajajajajaja. Y en el psiquiátrico, eso fue otro mundo, algo que me cambió por dentro pues lo desconocía desde el interior máxime que de por si soy muy niñero, Sofía fue lo que me remató.
    Reiteró mi agradecimiento por cuanto me dedicas Luci y también en nombre de Carlos que todo decirlo era un " cachondo mental" y buenísima persona fallecida hace bastantes años.
    Gran abrazo Luci y feliz día
     
    #17
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  18. María Rentería

    María Rentería Luna en Acuario.

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    Mi querido Luis, son este tipo de experiencias las que dejan marcada huella en nuestra vida, la que nos definen como personas y las que nos ponen delante de nosotros la pregunta de que clase de personas queremos ser. Te felicito y aplaudo esta espléndida narración. Besos y bendiciones.
     
    #18
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  19. Luis Prieto

    Luis Prieto Moderador Global Miembro del Equipo Moderador Global

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    Muchas gracias María, como muy bien dices es un experiencia que marca y define a la persona acompañada de gran pregunta.
    Muchas bendiciones y besos estimada María.
     
    #19
  20. Luis Prieto

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    Muchas gracias María, como muy bien dices es un experiencia que marca y define a la persona acompañada de gran pregunta.
    Muchas bendiciones y besos estimada María.
     
    #20
  21. Jorge Lemoine y Bosshardt

    Jorge Lemoine y Bosshardt MAESTRO

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    Letras magistrales en una demostración de arte espléndido.
     
    #21
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  22. Luis Prieto

    Luis Prieto Moderador Global Miembro del Equipo Moderador Global

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    Muchas gracias preciado Jorge por pasar por este relato verídico dejando halagadoras palabras.
    Fraternal abrazo estimado Maestro.
     
    #22
  23. danie

    danie solo un pensamiento...

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    Experiencia inolvidable
    Serían las cinco de la tarde de un fin de semana de enero de mil novecientos setenta y nueve, cuando diez chicos y cuatro chicas nos bajábamos del tren en el pueblo de Navacerrada, cada cual con su macuto a la espalda repleto de ganas por vivir una bonita experiencia más en la sierra. Recuerdo que estaba todo nevado y hacía bastante frío(,) pero antes de emprender la marcha de seis kilómetros que separaban la estación del refugio (en la)al que íbamos a pasar la noche, Carlos (al que me unía una fuerte amistad, hoy tristemente fallecido, era quien se encargó de organizarlo todo y jefe del grupo,)(la coma afuera del paréntesis) sugirió ir a un bar para meter algo caliente al cuerpo, sugerencia que no vacilamos en aceptar de muy buena gana.
    Una hora más tarde(,) aproximadamente, después de habernos tomado buenas tazas de chocolate, decidimos emprender la marcha para evitar que la noche nos sorprendiera por el camino, objetivo que no pudimos cumplir ya que nos pilló justo en el punto en que dejábamos la carretera para comenzar a subir kilómetro y medio por un camino de la montaña que nos llevaría hasta el refugio. A penas llevábamos quince minutos subiendo por la vereda toda Nevada (cuya nieve llegaba casi hasta la rodilla) cuando dos de las chicas empezaron a quejarse de los pies diciendo que les dolían mucho y que los tenían empapados, cosa que no era de extrañar si uno no llevaba bien cerradas las botas (,)pero la sorpresa fue cuando vimos el calzado que usaban, ¡no me lo puedo creer, pensé! y casi, como si de un ensayo se tratara, dijimos al unísono...
    ¡Pero a quién se le ocurre venir a la nieve con eso! Llevaban puestos unos botines cuyo refuerzo era de tela que se llamaban Chirucas y claro, de ahí les venía todo, pies empapados y dolorosos. Por fin, media hora más tarde llegábamos al refugio después de haber completado la subida alternándonos sus mochilas que afortunadamente no era muy grandes ni pesadas(,) pues se veían incapaces de avanzar con la carga. Mientras Carlos fue a buscar al encargado del refugio, quien residía en una especie de cabaña de piedra a unos doscientos metros, las chicas en cuestión se quitaron el calzado y empezaron a secarse los pies(,) pero uno de los chicos al que cariñosamente le llamábamos “loco”, por sus repentinas ocurrencias disparatadas sólo que esta vez muy acertada, sacó de su macuto un frasco de plástico cuyo contenido no era otra cosa que gasolina y sin pensarlo, con unas ramas que cogió previamente y papeles que había en las papeleras del porche del refugio, hizo una pequeña fogata al lado de la puerta para que las chicas calentasen sus pies.
    Ciertamente el sitio en el que íbamos a pasar el sábado y casi todo el domingo no era un refugio como la palabra lo envuelve, de explicarlo se encargaría Carlos quince minutos más tarde. Antes de que Juan (que era quien se encargaba de que no entrase (entrara) nadie) abriese (abriera) el portón, Carlos disimuladamente me hizo un guiño y empezó a contarnos que era donde estábamos a punto de pasar la noche. Esbozando una leve sonrisa, comenzó diciendo..."Bienvenidos al antiguo hospital de leprosos."
    (Era cierto, en tiempos de la guerra Civil, este hospital fue utilizado al margen de civiles, también por soldados de la guerra que padecían tuberculosis y otras enfermedades como la lepra)
    Continuó diciendo los misterios o leyendas que rodeaban al hospital y de fenómenos extraños que mucha gente que pernoctó dijeron haber sufrido. (Una bonita manera de invitarnos a entrar.) Gente que aseguraban haber visto sombras por los pasillos durante el día, gritos de lamentos, ruidos de cadenas o voces por la noche provenientes de habitaciones contiguas y para rematar, nos dijo riéndose... "No os preocupéis, no hay luz, pero tenemos linternas".
    A la mañana siguiente, después de pasar la noche en la primera y oscura planta en una habitación que parecía ser una sala por la dimensión que tenía, de la que no salimos porque había más miedo que otra cosa y a penas haber podido dormir bien, una vez alimentados nos pusimos a recorrer (los) pasillos y (las) plantas del hospital. Francamente aquello era muy tétrico, el escenario perfecto con un entorno propicio para una película de terror, opinábamos todos. Habitaciones cuyas paredes parecían tener manchas de sangre seca, algunas camas antiguas sin colchón, retales de ropa negra, alguna zapatilla de la época negra, pero lo que más llamó la atención fue una habitación al fondo del pasillo que debió ser improvisada para algún cura ya que había un confesionario un tanto deteriorado cuyo olor a madera podrida y seca llenaba el ambiente. Cuando ya recorrimos todo el hospital, salimos a la explanada como sacudiéndonos de lo que habíamos visto para deleitar los ojos con el paisaje todo nevado y llenar de aire puro los pulmones. Fue entonces cuando me percaté de un edificio blanco alargado con tres plantas de aspecto bien conservado a unos doscientos metros a mi izquierda, lógicamente no fui el único(,) así que la curiosidad despertó nuestro interés(,) pero en el momento en que nos disponíamos a indagar, vimos que Carlos venía de esa dirección... " Bien chicos, os tengo preparada una sorpresa" nos dijo con tono guasón, si no fuera porque ya le conocía, diría que algo no muy grato se traía entre manos.
    "Vamos a realizar -proseguía con rostro serio - a las once, una visita guiada por el Director y ayudante a ese edificio que estáis viendo, pero no es un edificio cualquiera, es un hospital psiquiátrico en el que también hay personas con Síndrome de Down, cuanto vais a ver no va ser nada agradable así pues, los que no estén preparados para ello, que no vengan". No hubo nadie quien se negará, la intriga por conocer un mundo totalmente distinto y desconocido para nosotros era mucho más fuerte que el disfrutar de lo que la Naturaleza nos brindaba. A las once en punto entrábamos al hall del hospital como si estuviésemos entrando en una catedral, todos en silencio, dando pasos cortos observando con detenimiento cada detalle. Cinco minutos más tarde se presentaba el Director del centro(,) Señor Armando, quien con leve sonrisa estrechaba la mano a cada uno de nosotros dándonos la bienvenida a la vez que nos presentaba a su ayudante... " Lo que vais a ver no es nada agradable, os pido por favor que no os separéis y evitéis fijar la mirada en los ojos de los pacientes en las dos primeras plantas, podría ser que alguno lo malinterpretase, muchas gracias" nos dijo muy amablemente.
    Acto seguido con Armando encabezando la visita junto con el ayudante y Carlos, empezamos a subir las escaleras que nos llevarían a la primera planta y fue traspasar el umbral de la puerta doble que separaba el rellano de las escaleras del pasillo de las habitaciones, cuando mis ojos se abrieron como platos, acabábamos de entrar en otro mundo. Aquello no parecía un hospital, más bien era un penal, ventanas enrejadas, algunos pacientes con correas unidas de pies y manos andando por el pasillo, otro al que dos enfermeros trataban de sujetarle para ser medicado (nos iba diciendo el ayudante)
    sencillamente algo muy impactante pero las palabras que dijo Armando no me valieron de nada, me resultaba imposible no mirar esos ojos cuya expresividad hablaba por si sola. Pacientes semidesnudos o totalmente, uno al que le faltaba un trozo de oreja producto de una pelea (precisamente es el más tranquilo -dijo el ayudante - Este área no suele ser conflictiva, la segunda es donde están los peores pero la mayoría están en sus habitaciones - concluyó ) Efectivamente, en la segunda planta a penas había diez enfermos andando por el pasillo, los demás estaban encerrados en sus habitaciones tal como dijo, pero si esto me causó fuerte impacto, lo que había una planta más arriba, fue peor. No sabía cómo definir lo que estaba viendo, el mundo desapareció bajo mis pies, un latigazo de escalofrío me recorrió todo el cuerpo, me sentí completamente sólo, no oí nada durante unos segundos cuando vi por el pasillo a todas esas personas de mediana y mayor edad fijando sus miradas en nosotros con cara de asombro.
    La mayoría son huérfanos – comentaba el Director - otros los han traído porque no pueden hacer frente a los gastos que precisan pero lo más penoso lo vais a ver ahora.
    Llegamos al final del pasillo, a la izquierda había una puerta doble abierta de par en par y francamente más de uno incluido yo no pudimos evitar exclamar ¡Joder! a la vez que nos girábamos por no dar crédito a quienes acabábamos de ver.
    Niños, niños que según Armando, el que menos tenía era cinco añitos y el que más trece, niños a los que sus padres les renunciaron dejándolos en la puerta del hospital y otros al dejarlos, dieron direcciones falsas con teléfonos inexistentes. Hubo una niña que me llamó la atención de entre cuantos estaban allí, tenía seis añitos, pelo castaño con una carita redonda preciosa pero sus ojos, sus grandes ojos azules no se me olvidaron ni olvidarán nunca.
    Tras pedir permiso al ayudante de si podía acercarme a ella y acceder, no lo dudé ni un segundo, me acerqué despacio, sonriéndole, ella clavó su mirada en la mía y cuando estaba a escaso medio metro, me senté en el suelo y acaricié su mejilla mientras le decía un hola lleno de ternura. Al principio no decía nada, sólo se limitaba a mirarme y ver como cogía su dulce mano diciéndole cosas, de pronto se libró de mi mano girándose y se fue a una mesa en la que había varios muñecos de trapo, cogió un osito y desde la mesa extendió sus bracitos ofreciéndomelo. ¡Para mí! - dije sonriéndole - mientras me acercaba sin dejar de contemplar el cielo de sus ojos. Por mi cabeza pasaban un sinfín de preguntas entretanto que Sofía (así me dijo el ayudante que le pusieron) no dejaba de decirme cosas que a duras penas podía entender. Habían pasado casi dos horas desde que entramos al otro mundo cuando Armando nos dijo que lamentablemente teníamos que dar por concluida la visita. Me costó un triunfo tener que despedirme de Sofía pues le había cogido mucho cariño así que opté por decirle cuidadosamente para que me entendiera que me tenía que marchar pero fue terminar la frase y sus bracitos se extendían para rodear mi cuello. No pude evitar el brote de alguna lágrima mientras sentía como se aferraba con fuerza, como tampoco pude evitar besar sus mofletes rosados pero cuando el enfermero se disponía a cogerle diciéndole que iban a comer, Sofía me propinó el beso más dulce que me habían dado nunca, ¡venga, a comer Sofía! exclamé a duras penas.
    En el viaje de vuelta, las anécdotas vividas mientras íbamos hacia el refugio, alguna historia de miedo cuando subíamos por la montaña ya de noche que Carlos se procuró muy bien y las bromas en el hospital eran comentadas entre carcajadas pero lógicamente la experiencia de visitar el psiquiátrico fue lo más argumentado.
    Yo no podía dejar de preguntarme cómo podía haber personas, esas que se llaman padres o seres humanos, que no tuvieran un poquito de amor hacia sus hijos que nacen con esta enfermedad. Qué clase de sangre tienen para ser capaces de abandonarlos sin inmutarse. Cómo podía haber gente que al cruzárselos por la calle, les miren de arriba a abajo o otros se aparten temerosos de su integridad física. ¿A caso saben si esa actitud no les duele? ¿Qué diferencia hay entre ellos y nosotros?
    ¿Por qué muchos les dan la espalda? Es posible que lo hallemos en su forma de hablar, de caminar, de comportarse, pero somos totalmente iguales en la forma de mirar, de sentir, ¡ Sí ! somos diferentes a ellos, son lo que nosotros nunca seremos, almas blancas e inocentes.
    Poco antes de que Carlos falleciera, se enteró por medio de un amigo suyo que tiempo después de nuestra visita, todos los que padecían Síndrome de Down los trasladaron a un centro más especializado y que la niña Sofía así como otros niños habían encontrado familias de adopción, dejando el hospital sólo para enfermos mentales cuyo centro cerró si mal no recuerdo en mil novecientos noventa y tres.
    Fuimos en busca de una nueva experiencia y sin duda la encontramos, fue la vivencia más hermosa que he tenido en la sierra y seguramente también para mis amigos, sobre todo mi inolvidable Carlos.



    Pd: “los meses y días de la semana no son sustantivos propios, por cual no necesariamente se tienen que escribir con mayúscula”.


    ------------


    Es interesante y sobre todo muy emotivo este relato, amigo.

    Te marqué al principio algunas pequeñeces de redacción, pero en totalidad esta muy bien escrito para mi humilde entender. Y lo mejor de todo que engancha al lector hasta lo último. Eso es tarea difícil en las prosas. No obstante el cambio de espacio de la sierra al psiquiátrico es impensado y eso le da un grado de sorpresa adicional.


    Felicitaciones por este gran trabajo.

    Un abrazo.
     
    #23
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  24. Luis Prieto

    Luis Prieto Moderador Global Miembro del Equipo Moderador Global

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    Antes que nada amigo Danie, mis disculpas ante la tardanza por contestarte pues me centré en otras cosillas. He visto y te agradezco enormemente que me has señalado unos cuantos puntos een los que tienes total razón e intentaré arreglarlo desde el móvil. Muchas gracias preciado amigo por tu observación.
    Fraternal abrazo Danie
     
    #24
  25. Luis Prieto

    Luis Prieto Moderador Global Miembro del Equipo Moderador Global

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    Muchas gracias Xoel Errante por pasar por estas letras.
    Cordial saludo
     
    #25
  26. spring

    spring Sonriendo...

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    Luis te FELICITO por tu interesante relato desde varios puntos de vista literarios, el del escritor quien con tanta astucia sumerge al lector en la historia, la descripción de los ambientes nos hacen participes, los personajes bien definidos y caracterizados y el contenido de excelencia. Cuando hablamos de personas con síndrome de Down, difícilmente logramos salirnos de la estigmatización del angelito terrenal, la dificultad radica en que los percibimos angelitos y les negamos con esto condiciones inherentes a los seres humanos al igual que las personas con enfermedades mentales la falta de humanidad hacia ellos es una condena en la que nos quedamos perplejos ante estos relatos que lejos de ser letras nos dejan una reflexión con peso en nuestros hombros.
     
    #26
    Última modificación: 22 de Julio de 2015
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  27. Luis Prieto

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    Muchísimas gracias preciada amiga Spring por tu presencia dejando hermosas y certeras palabras sobre todo con la frase con la que cierras... " dejando un peso en los hombros"
    Este cierre es muy profundo y hermoso me reiteró pues dada mi experiencia vivida me parece volver a revivirlo y me sigue impactando. Son seres humanos y muchos los tratan como si fueran a romperse lo que no les ayuda en nada. Hemos de darles más apoyo u ayuda que a un niño normal sí, pero sin hacerles torpes, ellos aprenden muy rápido, como lo he visto lo puedo decir aunque estas letras me emociones un poco.
    Muchas gracias querida amiga por dejar tu bella y enorme huella.
    Fraternal abrazo y Saludos cordiales Spring.
     
    #27
  28. lesmo

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    Excelente relato de lo que claramente fue una experiencia inolvidable. Felicidades por esa gran sensibilidad que rebosan tus letras. Gracias a Dios las condiciones han cambiado, pero te puedo asegurar que el ambiente que se respira en las salas hospitalarias dedicadas a los enfermos mentales es de lo más desolador por muy bien que estén las instalaciones. Ya las propias características de las variadas enfermedades psíquicas y su sintomatología hace que la tristeza, la profunda tristeza, sea la reina en esos lugares, aparte de otros síntomas que se hacen evidentes. Tenemos la suerte de contar con un sistema sanitario envidiable, con sus deficiencias, pero que ya lo quisieran países de los que se consideran mejores. Nuestros profesionales sanitarios tienen una formación excelente obtenida tras años de especialización con planes de estudios rigurosísimos. Sin embargo la enfermedad mental en sí misma es devastadora. El caso del Síndrome de Down tiene sus peculiaridades y, como dices, hay que tratarlo en lugares especializados.
    Recibe de nuevo mi felicitación por esa sensible manera de tratar este tema.
    Un fuerte abrazo.
    Salva.
     
    #28
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  29. Luis Prieto

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    Muchas gracias Salva por dejar tan certero comentario de lo que tenemos hoy en día como de la preparación de los profesionales. La verdad es que no entiendo como no se dedica más dinero para evitar que el ambiente y/o instalaciones no sean tan tétricas. Estas personas, merecen las mismas o mejores lugares que de un privado se tratase.
    Es un tema de mucho hablar que me termina por hervir la sangre.
    Un fuerte abrazo amigo mío
     
    #29
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  30. Mamen

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    Poemas, publicados como mímino un año antes del mes de valoración que en su día pasaron desapercibidos y no fueron premiados; o poemas que fueron publicados en foros que no son objeto de valoración por el jurado. Se seleccionan y otorgan por la administración entre las propuestas que hagan los ojeadores y, a falta de estos, entre las propuestas que podrán realizar moderadores, jurados, usuarios o a criterio de la propia administración.



    Muchas FELICIDADES
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    #30

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