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Experiencias a orillas del rio Napo

Tema en 'Prosa: Sociopolíticos' comenzado por Cetrero3, 10 de Octubre de 2020. Respuestas: 0 | Visitas: 499

  1. Cetrero3

    Cetrero3 Poeta fiel al portal

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    "Som l'exèrcit derrotat d'una causa invencible"
    Pere Casaldàliga


    • Infancia

    La lluvia caía finamente, apenas unas gotas, pero lo suficiente para humedecer la hierba y servía de decorado para escenificar un hecho terrible a pleno siglo XXI.
    Al entrar en la amplia casa de la profesora, vimos el pequeño cuerpecito de 2 meses en el suelo sobre unas sábanas. Gael estaba envuelto en unas telas tan limpias como limpio fue su brevísimo paso por la vida de los adultos.
    Hacía unas horas que había fallecido por dificultad respiratoria.
    ¿cómo sería su mirada?

    Poco a poco fueron llegando los vecinos y familiares, quienes sentados en el suelo, estaban empezando a saborear el masato, bebida amazónica hecha de yuca, que tras ser masticada y dejándola fermentar unos días, adquiere un sabor ácido.
    También fueron llegando niños y niñas, atraídos por la curiosidad de contemplar un cuerpecito yacente. Para algunos sería la primera vez que mirarían directamente a los ojos de la muerte. Y su cuerpo se estremeció y reactivó la lucha diaria entre la Vida y la muerte. Ellos conocen bien esa lucha, saben desde tiempos inmemoriales que en otros lugares esa batalla no la libran con tanta igualdad de fuerzas. Ellos y ellas, sobretodo a temprana edad, deben luchar contra malarias, dengue, diarreas, picaduras de insectos y serpientes...

    En el tiempo que estuvimos rezando y acompañando, el espíritu salió de su cuerpo y saludó a cada uno y una de los presentes diciendo al oído unas palabras.
    A mi me pidió que escribiera las palabras que estas leyendo en estos momentos. Pude ver su mirada, nunca fue de culpabilizar, pero si sacudir las conciencias de los adultos y responsables de la administración pública que permiten este abandono.

    A una prima adolescente, no sabremos nunca que le dijo, pero si logramos percibir como ella lo escuchaba y en esa escucha, no lograba encontrar el camino de las palabras que conectara su interior con el mundo... quizás le dijo que nunca probó su masato y ella, en ese preciso instante, se dio cuenta de que era cierto y casi llora de dolor por lo que ya nunca se dará.


    A la abuela Romilda que era quien lo cuidaba, ¿qué le diría su espíritu? ¿Cómo la miraría? ¿Con ojos de rencor? ¿Con expresión de sorpresa y pregunta?
    Ella cada día siguiendo la tradición kichwa, lo agarraba con un paño blanco y una cinta de color roja" para que no se asuste" " para que no tenga miedo". Y esto mismo es lo que le decíamos al saludarla encontrando en eso consuelo:
    "Tu que le amarraste para que no tuviese miedo. Ahora camina sin miedo a la ...." y agradecía estas palabras que entraban en lo profundo del ritual de su vida.

    Con seguridad el Espíritu de Gael con el tiempo podrá encontrar respuestas a las dudas y preguntas... ¿Porqué él? ¿Porqué otra criatura indígena? ¿Porqué no fue atendido como debiera? ¿Porqué la atención en las comunidades indígenas es por personal que no se inculturiza ni se conmueve, generalmente, por la realidad? ¿Y a su papá y mamá, qué les diría? Seguro que también tenían su corazón repleto de dudas, preguntas y desde la sorpresa y la confusión estaban tratando de encajar el golpe.
    Quizás ni su abuela ni sus padres tengan de momento las respuestas...
    Si sabemos con certeza que, una muerte a esta edad tan prematura, rompe el alma en pedazos que se esparcen en forma de gritos y lágrimas. Gritos ahogados y lágrimas secas. O quizás gritos secos y lágrimas que se ahogan en la inmensidad verde de la selva loretana.

    ¿Y a la comunidad? quizás les diría que su dolor recorra los centenares de kilómetros del Napo, no para regocijarse en el sufrimiento, sino para que ayude a ablandar corazones y organice el pueblo Kiwcha alrededor de la vida como lo están haciendo desde tiempo inmemorial.

    A los políticos y gestores de la administración pública quizás el Espíritu de Gael tardará un poco más en llegar porque están lejos física y afectivamente de esta selva. Pero desde el momento que el Gran Espíritu de Pachayayalo abrazó y acogió, no tengan duda que les llegará su Espíritu y les retorcerá la conciencia para facilitar los cambios necesarios para que la vida de Gael y tantas otras criaturas indígenas, tengan la misma atención y sean tratados desde el buen trato como cualquier otro peruano.

    En una esquina de la gran sala donde estábamos velando el cuerpecito de Julen Gael, estaban sus ropas, limpias, dobladas y cuidadosamente arregladas como si fuera la última caricia dada por su mamá a su criatura. Quizás entre las ropas estaban algunas que siempre fueron de Gael, pero que nunca vistieron la dignidad de su ser.
    En la pared de madera que da acceso al amplio cuarto, estaba escrito en preciosa caligrafía: “me haces mucha falta mi Julen Gael”. La desgarradora frase expresaba el dolor de la joven madre, que encontró una tabla de madera, para exteriorizar lo que en su interior sentía.

    La breve vida de Gael entre los Kichwas también nos habla de los seres anónimos que no existen, no son, los nadie, parafraseando a Eduardo Galeano, aquellos seres y rostros que para el sistema no existen porque no tienen documento de identidad. Aquí los hemos visto, más correcto sería decir las hemos visto, porque la mayoría son mujeres.

    Que la breve vida de Julen Gael entre los adultos nos desafíe a contar lo que aquí sucede al resto del mundo. Que nos ayude a humanizarnos y a valorar la vida de los pueblos indígenas. Y como le sucedió a nuestro hermano, poeta y profeta, Pedro Casaldáliga allí por el Mato Grosso, nos ayude a organizar la subversiva rebeldía.

    El espíritu de Gael ya está en brazos de Pachayaya. Paz para ti, indignación para nosotros.


    • La minga

    El sol empieza a iluminar el horizonte verde. La neblina blanca sobre la playa anuncia un día de calor.
    El pueblo Kiwcha comienza a desvestir la noche y revestir el día. La comunidad vive a lo largo de varios kilómetrosdel Río Napo. Se escucha el ir y venir de personas hasta el río, centro y protagonista de la vida, unos para traer agua, otros para ir en peque-peque hasta las trampas para ver si han pescado.

    Hoy es un día importante, los brazos de hombres, mujeres, niñas y niños están llamados a la Minga.
    La minga es un acontecimiento indígena que sucede con mucha frecuencia para trabajar. Brazos, manos, piernas, risas, bromas, sudor, alegría, esfuerzo, masato,colectividad... se juntan y sucede el milagro: la casa está con los chungos, se cultivó la chakra y ahora luce limpia, se puso el techo a la casa, se siembra la yuca... en toda la Amazonía sucede este acontecimiento que refuerza la identidad y cohesiona a la comunidad. En otros lugares lo llamarán puchirum...

    La individualidad alcanza cercanos horizontes. La colectividad logra lo que solos nunca logramos, amplia horizontes y alimenta esperanzas.

    Cada uno lleva bajo el brazo su machete, algunos, los menos, llevan rastrillo. Las mujeres llevan recipientes plásticos o relucientes ollas de aluminio llenas de masato para ofrecer durante todo el día a hombres, mujeres, niños y niñas. El masato es tarea de las mujeres, cada una en su casa prepara su masato. Las niñas desde temprana edad ayudan. Muchas veces son ellas las que, una vez hervida la yuca, la mastican durante 20 minutos para que después sea escupida en otro recipiente y dé inicio el proceso de fermentación. Así cada masato tiene su propio sabor, porque cada masticada es distinta.

    Poco a poco, decenas de personas se juntan y empieza el trabajo. Se percibe un cierto caos armónico. Cada uno a su ritmo, no compiten, no sé comparan. Cada cual según sus fuerzas.
    Mientras, algunas mujeres reparten el masato en pequeñas recipientes. Es necesario parar, respirar pausadamente e hidratarse.
    En la cultura kichwa no se puede rechazar nunca el masato, eso sería un desprecio. Ofrecen y reciben en un acto de reciprocidad. Hoy no tengo y te recibo, mañana tendré y te ofreceré. Pero lo importante es que el masato es alegría. El masato congrega. El masato ofrece un espacio de conversa. El masato fortalece los lazos y vínculos.


    Después de unas largas horas de trabajo bajo el implacable sol, se termina en una improvisada asamblea. En un lado se sientan las mujeres. Enfrente los hombres. Unas 200 personas. El masato sigue pasando de mano en mano, de boca en boca, en un ancestral ritual. Las mujeres con su olla reluciente se acercan a las personas y ofrecen la bebida sagrada para los pueblos amazónicos. Una tras otra, hasta parecer que estallan los estómagos. Al pasar tantas, se distingue perfectamente los matices del sabor, más dulce, ácida, líquida, espesa, fuerte...


    Una regla no escrita dice que una mujer kichwa no puede regresar a casa con masato, así que mientras haya líquido amarillo, seguirán ofreciendo y entre ellas también se compartirán hasta terminarlo. Así que la Minga se compone de la primera parte de duro trabajo y la segunda parte de masatear.

    Después de litros y litros de masato, de risas, de conversaciones en kichwa, algunos empiezan a irse a sus casas. El fermento hizo su tarea y algunos desfilan alegres y sonrientes. La minga y el masato es el fermento de este noble pueblo kichwa que, a orillas del río Napo, sigue creciendo en sabiduría y en prácticas saludables del Buen Vivir.

    Florentino animador cristiano, nos dirá en algunas de las conversaciones mantenidas: los de occidente dicen que somos pobres, pero tenemos comida, agua, está selva que nos rodea... somos ricos!!!
    Yo añadiría que también tienen la minga, ejercicio comunitario de fuerza y cohesión, y el masato, vehículo de la alegría y la conversación. Si, son mucho más ricos.
     
    #1

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