Fronteras absurdas

A veces la realidad
es tan absurda
como un café con sal,
estar en la frontera
entre Portugal y España
y según donde tengas el pie
tener una hora más o menos,
¿y dónde está esa línea
que no la veo por ningún lado?
Pero claro, por ojos tengo dos botones
y por vagina una cremallera cosida.
Últimamente lo único que me funciona
es el olfato, puede que tenga un hocico alargado
que me avise del peligro en la sabana
para salir corriendo como una loca,
siempre miro en que dirección la brisa
mueve los arbustos,
¿dónde están esos puntitos que marcan la división?
Solo hay una dehesa estática azotada
por un jodido Sol con colmillos para incautos
y cerca la línea electrificada del AVE
preparada para llevar ataúdes acolchados
de color rosa,
el GPS me ha vuelto a engañar
me ha llamado a un punto perdido,
y ahora soy la que forma una línea
de la frontera,
o puede que un pedazo del próximo muro,
así qué cariño, vuélveme a decir
que el camino correcto estaba
al girar la rotonda anterior.

 

Ciertamente nosotros somos las fronteras. Buen escrito, Lluna. Besos.