Fuego incorpóreo-.

Fue en estas ermitas, ¿recuerdas?

cuando, súbitamente, de improviso,

llegaste tan lejos, que cumpliste, arañando

mis ojos ciegos, con tus manos de aire.

Tus manos o brazos de aire, enseguida,

depositados sobre mis brazos, un deseo.

Fue en estos roquedales, entre estas retamas,

donde vi tu fuego incorpóreo, transformándose.

Besando, sí, tu cuerpo dorado en las exequias

de alguien. ©

 

Algunas memorias adquieren vida propia justamente cuando las evocamos.
Fue un gusto leer tus obras esta tarde, amigo.
Muy feliz fin de semana.

 

Efectivamente estimada Ceci

...y yo te agradezco tu interés en mi obra. Un fuerte abrazo y mi deseo que lo pases fenomenal!!