Fuego.

Del ascua compañera, de ese fuego, que abre caminos…

de la pantera nebulosa, que vigila los jardines…


de la noche Zen, o los festivales cristianos…

las bahías negras, de la literatura,

los encuentros en popa,

y los paraísos del baile…


esos recuerdos, que van y vienen, con las mareas;

el rock profético de los olivares,

y las sombras de las manos, que semejan mariposas…


de los potros de la instrucción,

el tiempo , paseando sobre el tiempo,

los instintos, tras la escuela;

las oraciones, que nos recorren las orejas,

y las oraciones que se elevan, en el agradecimiento…

 

Los olivos se contorsionan de una manera profética, tienen algo de divino y algo de mundano, al igual que las manos dispuestas a la oración o la caricia, quizás no haya tan diferencia entre ambas cosas.
Gracias por este gran poema un saludo siempre afectuoso.

 

Muchas gracias, querido amigo Chema, por tu compañía a estas letras. Un placer saludarte.

 

Conozco muy bien de esos recuerdos estimado poeta, en realidad que buen poema nos regala
me admira mucho su forma de versar...

Abrazos azules en la distancia,

 

Muchas gracias, querido Maestro Luzyabsenta, siempre honor y alegría su compañía. Un cálido saludo, con mis mejores deseos.

 

Muchas gracias, querida amiga Guadalupe, un placer siempre tu compañía. Un abrazo, y mis mejores deseos.