Gimnasta

En el circo,
en el espectáculo de acróbatas,
un flacucho trapecista
sostuvo con sólo sus hombros a un grupo
de tres mujeres y tres hombres
dando la forma de una pirámide humana
mirando
hacia abajo.

—¿¡Cuánto peso!? —exclamé
al pensar que a mí
tan solo
me duelen los hombros
por el peso del día.

 

Pareciera, pero lo físico no prevalece.
Es un trabajo copioso el de los acróbatas y la diferencia entre ese peso y el que llevamos a cuestas todos los días, radica en que ellos, más allá de ser una actividad deportiva, lo hacen con buena carga de adrenalina y lo disfrutan. En cambio ese peso en nuestros hombros su componente mayor, bien diría, el cien por ciento, es el distres y ataca con tanta puntualidad al cuerpo, el alma, los pensamientos, extensivo a todo lo demás, incluso a los que nos rodean...

Grato placer Danie recorrer esta senda de tus letras tan real, como nuestro día a día...
Saludos hasta tu espacio
Camelia

 

Gracias Camy por pasarte por este espacio.

Es muy cierto lo que dices. Hay pesos y pesos…


Un abrazo grande.