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Glosa a un soneto en sonetos

Tema en 'Clásica no competitiva (sin premios)' comenzado por Felipe Fuentes García, 5 de Septiembre de 2016. Respuestas: 20 | Visitas: 1848

  1. Felipe Fuentes García

    Felipe Fuentes García Poeta asiduo al portal

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    GLOSA AL SONETO El ciprés de Silos:



    ____

    El ciprés de Silos

    Enhiesto surtidor de sombra y sueño
    que acongojas el cielo con tu lanza.
    Chorro que a las estrellas casi alcanza
    devanado a sí mismo en loco empeño.
    Mástil de soledad, prodigio isleño,
    flecha de fe, saeta de esperanza.
    Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
    peregrina al azar, mi alma sin dueño.
    Cuando te vi señero, dulce, firme,
    qué ansiedades sentí de diluirme
    y ascender como tú, vuelto en cristales,
    como tú, negra torre de arduos filos,
    ejemplo de delirios verticales,
    mudo ciprés en el fervor de Silos.

    Gerardo Diego
    ____


    I


    Rompes el aire frágil de la altura,

    enjuto, desafiante, firme y denso,
    tú, escala del alba verde intenso,
    que oscureces el sol con tu espesura.

    Reluce tu grandeza simple y pura
    como arrojo de lanza en el ascenso,
    como un gorjeo que despierta al tenso
    latido de la aurora y su blancura.

    Y hecha nube alargada por el celo,
    la imagen de tu peplo se deslía,
    siendo desde el umbral de tu ancho leño,

    al verter la frescura por el suelo,
    para la humana sed y algarabía,
    enhiesto surtidor de sombra y sueño.


    II


    Sube tu empuje, ávido de cielo,

    enarbolando, erguido, larga vela,
    que eres nave, aunque anclada, con estela
    vertical que a la luz ansía el vuelo.

    Ardiendo en la frontera del anhelo
    por angosta y perenne pasarela,
    te mides con el rayo que se encela
    del ópalo brillante de tu velo.

    Curtido ya por viejos temporales,
    punzas arriba en el azul celeste
    con ese ardor que inflama la esperanza.

    Y tantas son tus ansias vegetales
    por alzar a la cima tu alma agreste,
    que acongojas al cielo con tu lanza.


    III


    Surgido en tu atalaya de estandarte,

    sueñas soles en vértigos lejanos,
    y alcanzar -¡oh delirio!- con tus manos
    los bordes del fulgor de parte a parte.

    En tu firme deseo de alejarte
    no ves en tu locura sueños vanos,
    que el cristal del encanto triza planos
    de irrealidad que en oros te comparte.

    Te haces color, que al fin no te sujeta,
    que deshilvana el jade en derredor
    del leño maniatado de bonanza.

    Y el envite, que alarga tu silueta,
    te convierte en fontana, surtidor,
    chorro que a las estrellas casi alcanza.



    IV


    Y viajero del sueño y peregrino,

    cruzas abismos remontando el día,
    y te levantas, yergues todavía,
    alzado como un río en el camino.

    Y se asoma en el cielo el torbellino
    que al solitario espacio abierto guía
    el arrobo de albor, melancolía
    de una senda de pie por su destino.

    Eres enhiesta luz de sobretarde,
    que, aun erguida, ni el rayo enfurecido
    ha turbado jamás tu abierto ceño,

    faro que en haces verticales arde
    arrollado a su torso, entretejido,
    devanado a sí mismo en loco empeño.


    V


    Un milagro de efluvio silencioso

    bebiendo las ternuras de la espera.
    Umbral del viento en sideral esfera
    donde arrasa el venero del reposo.

    Estás sin ir. La nada vierte el poso
    -olvido del estar- por donde impera,
    y el brazo del espacio, la quimera,
    espacio, por vacío, tenebroso.

    Cuando el silencio cubre con su manto
    tu rostro de ciprés, del espejismo
    desierto de la altura te hace dueño,

    eje eclipsado en monacal encanto,
    arrullo de dulzura en el abismo,
    mástil de soledad, prodigio isleño.



    VI


    Surge el soplo cautivo de lo oscuro

    e inunda como incienso derramado,
    y el amor se hace amor encaramado,
    y el celeste, un cristal, un ámbar puro.

    Arde el aire de lejos en tu muro,
    fuego emergente de tu pie varado,
    como mojón de luz encadenado
    al árido terreno denso y duro.

    Embriagado del humus de los votos,
    deshaces tu bandera cipresina
    trocando tu delirio en la templanza.

    Y en ojos peregrinos y devotos
    te encarnas en el alma como espina,
    flecha de fe, saeta de esperanza.


    VII


    El pálpito del aire vibra y siente

    traspasando confines de la tierra,
    y abre el confeso corazón que encierra
    el celo iluminado en lo ferviente.

    Un ansia que se anega en el ardiente
    espíritu en rescoldo al que se aferra,
    como tú, por los altos, torso en sierra,
    respirando los chorros de tu fuente.

    Estás donde la sed, que es llamarada
    como oro repujado por la seda,
    se esconde en devoción de la asechanza.

    De lejos, atendiendo a la llamada,
    un latido perdido en la vereda
    hoy llegó a ti, riberas del Arlanza.



    VIII


    Abrazado a las nubes por entero,

    se vierte por los campos tu mirada,
    la presencia solemne conquistada
    del áureo pabellón en el alero.

    Te levantas lejano en el venero
    del sosiego, tu voz siempre velada,
    haciendo del retiro la alborada
    del caminante en llanto del sendero.

    Hoy mi anhelo volcado en ti florece
    ungido de tu talle, arboladura
    de encaramado amanecer burgueño.

    Hoy en mi yermo corazón verdece
    asida de tu lírica locura,
    peregrina al azar, mi alma sin dueño.


    IX


    Al mirarme de lejos en la ermita,

    tu muda fronda en mí se vuelve canto,
    testigo que da fe del tierno encanto
    de tu recio bastión de estalagmita.

    Que es serena dulzura la que grita
    el trémolo sublime del don santo
    que envuelve en sentimiento con un manto
    de floración vernal, tu tierna cita.

    Los arrugados pliegues de tu umbría,
    la indescifrable voz de lo indecible,
    removieron cenizas al asirme

    sembrando por mi noche un nuevo día,
    y en su espejo la calma se hizo audible
    cuando te vi señero, dulce y firme.



    X


    Hecha aurora de pie por su delirio,

    que emerge de la tierra donde vive,
    fresco balcón por donde se percibe
    un monacal perfume a flor de lirio,

    te levantas del fondo del martirio
    -cadena del nacer- que el vuelo inhibe,
    como un escriba que en el cielo escribe
    con llama, como pluma, de albo cirio.

    Pináculo que asciendes incesante
    venciendo al horizonte con tu cumbre.
    Peldaño de candor que, por unirme

    a tu locura, te haces palpitante.
    Al mirar tu firmeza y dulcedumbre,
    qué ansiedades sentí de diluirme.


    XI


    Una selva a sí misma devanada,

    arrastrada en su empuje vertical.
    Una daga alargada de metal,
    por empeño en el aire cincelada.

    Celebrando la altura conquistada,
    te diluyes en blanco como sal
    empapada en rocío, mas real,
    por más que su raíz sea anegada.

    Eclipsas como torre de basalto
    coloreando en verde tu baluarte
    con los dedos punzantes y plurales.

    Viendo tu transparente cuello en alto,
    qué deseo sentí de acompañarte
    y ascender como tú, vuelto en cristales.



    XII


    Con tu imagen mirando por delante,

    desde el pie se sublima, por sincera,
    tu flecha puntiaguda, alba, certera,
    con que das devoción al caminante.

    Que es templo el horizonte y es amante
    tendido en el reposo, y cabecera
    del lecho de una santa primavera
    que trasciende el vacío rutilante.

    Y el pecho que se turba por tu huella,
    tenuemente arrastrado en la dulzura,
    -tu chorro de esperanza, que arde en hilos

    e inunda el corazón y en él destella-
    ansía sumergirse en la blancura
    como tú, negra torre de arduos filos.


    XIII


    Anegada en la paz por tu armonía,

    la emoción, fermentada, crece, estalla,
    y es el alma inflamada, que no calla,
    la que enerva, muy dentro, su osadía.

    Y al subir mi mirada por tu guía
    a los altos confines de tu talla
    donde tu daga o vértice avasalla
    la cara de los vientos y porfía,

    en mí verdecen las esencias puras,
    abiertas al latir de lo divino,
    que aun siendo las arenas terrenales,

    navegan como tú por las alturas.
    Que eres tú, en tu ascenso en torbellino,
    ejemplo de delirios verticales.



    XIV


    En el arcano del perfil silente

    abruptas lenguas queman tu costado
    como un pecho de santo iluminado
    por su sacra pasión de amor ferviente.

    Surges así, con halo efervescente,
    desde el fondo en retiro enamorado,
    y devoto, solemne y alargado,
    coronas el encanto con tu frente.

    Tu manantial de sigilosa llama
    incendia sus escudos contra el viento
    más allá de los sueños de los tilos,

    y eres, granando fe por cada rama,
    silencio en el aljibe del sediento,
    mudo ciprés en el fervor de Silos.


    (Epílogo)


    El verdor se devana en sus acentos

    bebiendo en las alturas sutileza,
    y enciende en el empuje la nobleza
    de un volcán surtidor de sentimientos.

    El deseo, cristal en mil fragmentos,
    se hace canto, ribera de belleza,
    un destello en el alma que adereza
    la senda de fervores polvorientos.

    Sube el rumor de un halo vegetal,
    de un delirio hecho cono en su estructura,
    mientras suena la voz de dentro y quema.

    Y haciendo del anhelo su puntal,
    va y viene, timbal de su andadura,
    la palpitante savia del poema.
     
    #1
    Última modificación: 7 de Septiembre de 2016
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  2. musador

    musador esperando...

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    Gracias por honrar a nuestra lengua y a la poesía con estos versos, estimado.

    Solo por mostrar que los he leído, te diré que me parece sobrar la coma al final del noveno verso del cuarto soneto.

    Parecería que tu serie de sonetos quisera emular esa infinitud del espigado ciprés que los hilvana, ilustrando hasta que punto nuestro magín puede ser tierra fértil de la que broten sin cesar imágenes sobre un mismo motivo.

    abrazo
    Jorge
     
    #2
    Última modificación: 5 de Septiembre de 2016
  3. edelabarra

    edelabarra Mod. Enseñante. Mod. foro: Una imagen, un poema

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    Brillante, estimado Felipe, esta oda en sonetos al ascendente ciprés, al que haces llama, dardo, lanza, rezo, lengua, guía y mantienes en todo el desarrollo el mejor de los castellanos, claro dominador de la estructura e impecable sintaxis;
    te felicito calurosamente,
    vaya un cordial saludo,
    Eduardo
     
    #3
  4. jmacgar

    jmacgar Poeta veterano en el portal

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    Me he quedado realmente impresionado con este trabajo poético, Felipe. Es como para guardárselo uno como ejemplo de las mejores glosas que se hayan editado en esta Casa.

    No sabría decirte cuál de estos sonetos me ha gustado más; es tarea imposible porque si bueno es uno el siguiente es tan bueno como el anterior y el siguiente mejor. Algunos de ellos, ya cerca de los últimos, parecen acercarse a lo mejor de nuestros místicos clásicos.

    En fin, amigo, me faltan palabras para resaltar la calidad de este trabajo. Quede patente mi admiración por lo que has hecho.

    Un saludo cordial.

     
    #4
    Última modificación: 2 de Octubre de 2016
  5. Elhi Delsue

    Elhi Delsue Invitado

    En esta impresionante glosa de sonetos, abundantes adjetivaciones nos describen al ciprés como enjuto, desafiante, firme, denso, erguido, curtido, palpitante, solemne, alargado (quedan excluidas de esta lista los aportes del soneto original del poeta santanderino Gerardo Diego). Pero son las metáforas las que le dan a esta compilación de poemas un brillo poético inusitado. Hay que tener mucho ingenio e imaginación para hacer de un ciprés una escala del alba, una nube alargada, una vela, una nave anclada, una lanza, una fontana, un chorro que casi alcanza las estrellas, un viajero, un río, un faro, un milagro de efluvio, un eje eclipsado, un mástil de soledad, un balcón, un escriba, un pináculo que asciende, un peldaño, una selva, una daga alargada, una torre de basalto... Son relaciones, hallazgos conceptuales, figuras poéticas que solo pueden nacer y encontrarse en la mente creativa de un gran poeta. Hacer prosopopeyas de la misma idea hasta la saciedad, pero sin engolar la voz ni desmayar en tan difícil itinerario, dotando al ciprés de ansias, manos, ceño, torso, rostro, frente, delirios, ojos, voz, locura, cuello, pecho, pasión, amor, devoción... ¡hasta lirismo! es también un acierto poético digno de encendidos elogios.

    Yo creo que allí está gran parte de la fuente inspiradora del autor: en la búsqueda de esos elementos para luego unirlos en un largo discurso que se torna, precisamente por su longitud y complejidad formal, ligeramente iterativo en algunos segmentos (ver, por ejemplo: «vertical», «alto», «altura», «alma»), lo que no le quita un ápice de belleza al conjunto, aunque bien pudieran estas chacalidades predisponer al poeta a una breve revisión de lo escrito... Detalles hay más importantes que atender, como la falla métrica en el cuarto verso del soneto XIII («la que empuja desde dentro su osadía»), dodecasílabo ternario, y la ortografía en el vocablo «aureo» que aparece sin el correspondiente acento ortográfico.

    El poema es enorme y constituye, en mi opinión, una verdadera muestra de dominio poético que no está al alcance de todos, y menos de nosotros los aprendices. Hay que aprender, y mucho, de este señor. Felicitaciones, pues, y gracias por brindarnos la oportunidad de conocer, leer y comentar tan extraordinario trabajo.

    Un abrazo infinito.
     
    #5
    Última modificación por un moderador: 7 de Septiembre de 2016
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  6. Felipe Fuentes García

    Felipe Fuentes García Poeta asiduo al portal

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    Gracias a ti, Jorge, por tu lectura.

    Respecto a la coma que me indicas en el final del noveno verso del cuarto soneto, el "que" siguiente quiere expresar la función de "porque, puesto que, ya que..." iniciando una cláusula explicativa del verso precedente: "Eres enhiesta luz de sobretarde". Por tanto, veo la coma justificada, no que le sobre. De todos modos, si sólo fuese ese el "defecto" en una composición tan larga y realizada en los albores de mi modesto balbuceo poético, me daría por satisfecho.

    Recibe un abrazo.
    Felipe.
     
    #6
  7. Bolìvar Alava Mayorga

    Bolìvar Alava Mayorga Exp..

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    Admirado y bienquisto Dr. Felipe Fuentes García .
    Había leído varios "libros suyos"... mas con esta "preciosidad" llena de "perfección métrica" que ha emanado su "Intelecto"; y que en forma "generosa" nos departe, para "degustar infinitamente" el placer de la poesía !!!; me he quedado nuevamente "deslumbrado y maravillado" de su nuevo aporte en "conocimientos", me suscribo de Usted, con el correspondiente saludo. Afro d'Olivan.
     
    #7
    Última modificación: 8 de Septiembre de 2016
  8. Felipe Fuentes García

    Felipe Fuentes García Poeta asiduo al portal

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    Gracias, Eduardo, por tu amable y generoso comentario. Te agradezco tu felicitación, amigo.

    Recibe un afectuoso saludo.
    Felipe.
     
    #8
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  9. Felipe Fuentes García

    Felipe Fuentes García Poeta asiduo al portal

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    Te doy las gracias, jmacgar, por tu lectura y por tan amable y generoso comentario.
    Me alegro de que te haya gustado esta glosa.

    Recibe un afectuoso saludo.
    Felipe.
     
    #9
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  10. musador

    musador esperando...

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    Hola, Felipe. He venido a releer tus sonetos observando algunos detalles que no vi la primera vez, quizás impactado por su nivel general.
    Noto que en ocho de los quince tienes asonancias entre las rimas de los cuartetos y las de los tercetos, y en cuatro entre las rimas de los tercetos. Como los veo cuidadosamente diseñados, imagino que este detalle te parece totalmente irrelevante y no le prestas atención. ¿Es efectivamente así?

    abrazo
    Jorge
     
    #10
    Última modificación: 15 de Septiembre de 2016
  11. Vicente Fernández-Cortés

    Vicente Fernández-Cortés Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Sencillamente sensacional, amigo Felipe. Cuando uno lee cosas así, tan distintas a lo zafio, a lo vulgar, a lo tangible, entiendo la soledad del poeta.
    Mi abrazo estremecido.
     
    #11
  12. Felipe Fuentes García

    Felipe Fuentes García Poeta asiduo al portal

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    Apreciado Elhi Delsue:

    Quiero agradecerle su detenido análisis de mi trabajo y de cuantos elogios vierte sobre su contenido y sobre mi persona. Considero su comentario (lejos del habitual que constreñido a la búsqueda de algún defecto a lo planteado) plenamente constructivo y alentador. Le doy las gracias también por tan generosa e inmerecida felicitación.

    Le confieso que la Glosa al soneto El ciprés de Silos fue escrita en su día a vuelapluma (en 1995), en algunas horas seguidas, bajo el apremio de completar mi libro En el silencio con el que planeaba concursar a un premio de poesía: este libro resultó, para mi sorpresa, ganador entre 273 libros participantes del XXXIV Certamen Nacional de Poesía Amantes de Teruel 1995. La glosa publicada en un primer momento en el foro está transcrita de un viejo archivo de Word que aún conservo (en el libro viene sin esos defectuosos detalles a que Ud. alude: como a parece corregido ahora). Y siempre, para bien o para mal, he dejado el poema tal cual, sin tratar de modificar o corregir sus diferentes errores, como esas reiteraciones de términos que me señala. Y eso es así, porque siempre lo he considerado (ya que fuera de los foros de Internet, los autores actuales parecen evitar las estructuras clásicas) un poema de serie B, por demasiado artesanal y primerizo. Además en mis ocho libros de poesía publicados En el silencio es casi el único que posee poemas con rima, pese a que personalmente haya rebasado ya con creces y como fruitivo ejercicio poético los 200 sonetos. La Glosa a un soneto es sextetos que también he colgado en este subforo es un poco posterior.

    Le reitero mi agradecimiento. Reciba un cariñoso abrazo.
    Felipe.
     
    #12
    Última modificación: 16 de Septiembre de 2016
  13. Felipe Fuentes García

    Felipe Fuentes García Poeta asiduo al portal

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    Le doy las gracias, apreciado compañero Bolívar, por palabras tan generosas como inmerecidas. Esta glosa es un trabajo temprano en mi quehacer poético, como le confieso a Elhi Delsue en mi anterior comentario.

    Con todo mi reconocimiento y afecto,
    Felipe.
     
    #13
  14. Felipe Fuentes García

    Felipe Fuentes García Poeta asiduo al portal

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    Hola, Jorge.

    Celebro que hayas vuelto a leer estos quince sonetos de mi glosa al soneto de G. Diego. Como le confieso a Elhi Delsue en mi comentario, la glosa fue escrita en 1995 , a vuelapluma, y pertenece a mi primer libro de poemas, por lo que siempre la he considerado demasiado artesanal y primeriza.

    El hecho de que en una primera lectura las asonancias hayan pasado indvertidas me reconforta un poco; señal es de que no suponen un "golpe" inadmisible al oído. A menudo, constreñidos por la férula de las normas, solemos prestar más atención a la forma que al fondo, siendo, como sabemos, que el equilibrio entre ambos es el que da la "medida" de la bondad de la composición. Ocurre también que con frecuencia somos más rigoristas que los propios clásicos a los que tratamos de emular. Por ejemplo, en Góngora, el treinta por ciento, aproximadamente (cuento un total de 46 sobre 167), de sus sonetos presentan las asonancias cuartetos-tercetos a los que te refieres sobre mi glosa. En Quevedo (cuento 26 de 122), es el veintidos por ciento, aproximadamente. Y ya en Lorca, en el soneto "Llagas de amor" (que gloso en sextetos en este mismo subforo) y en el "Soneto gongorino en que el poeta manda a su amor una paloma" (ambos en su libro "Sonetos del amor oscuro"), se vuelven a producir las asonancias a que nos referimos. El rigorismo nos llevaría a criticar el mismísimo "Amor más allá de la muerte" de Quevedo, a causa de la pobreza en la calidad de las rimas en "ía", "ido", "ado", por poner una muestra.

    Por tanto, aunque, como es natural, se persigue el logro de la norma, hay que sopesar si se mejora o no el soneto cumpiéndola a rajatabla. Yo, en caso de duda, prefiero el deterioro del "envoltorio" (después de todo, la forma es un accidente del poema) a la lesión del contenido.

    Espero haber contestado suficientemente a tu pregunta.
    Un abrazo.
    Felipe.
     
    #14
    Última modificación: 2 de Octubre de 2016
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  15. musador

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    No solo has contestado cabalmente a mi pregunta, sino que estoy bastante de acuerdo con tu respuesta. No tengo un análisis cuantitativo como el que ofreces, pero he notado que esta supuesta «norma» acerca de las asonancias es ignorada (en el sentido de desatendida) por buena parte de los poetas, entre otros nuestro Jorge Luis Borges.
    Como bien sugieres el hecho de que en mi primera lectura no lo haya notado muestra su escasa relevancia.

    gracias
    abrazo
    J.

     
    #15
    Última modificación: 3 de Octubre de 2016
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  16. Felipe Fuentes García

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    Muchas gracias, Vicente, por tan generosas palabras.

    Recibe un afectuoso saludo.
    Felipe.
     
    #16
  17. Felipe Fuentes García

    Felipe Fuentes García Poeta asiduo al portal

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    Te doy las gracias, Jorge, por tus palabras.
    Recibe un abrazo.
    Felipe.
     
    #17
  18. Arnet Fatheb Grothen

    Arnet Fatheb Grothen Poeta que considera el portal su segunda casa

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    ¡Te felicito y aplaudo por magnifica obra!, una glosa a un soneto de mucho arraigo en la literatura de lengua española, más que por el arduo trabajo que significa crear este tipo de composiciones, lo hago porque en la glosa mantienes el espíritu del soneto original, hice un análisis de tu glosa, pero cuando lo cargue por la mala conexión de internet me pidió ingresar nuevamente la clave, y luego que lo hice me genero un mensaje de error, así que tratare de volverlo a hacer más resumido que el primero.

    En los primeros sonetos, correspondientes a la glosa de los primeros versos, que es cuando el poeta ensalza la belleza del ciprés y los sentimientos que le transmite con su incesante búsqueda de las alturas, mantienes precisamente ese espíritu:

    “al verter la frescura por el suelo,
    para la humana sed y algarabía,
    enhiesto surtidor de sombra y sueño.”

    “Ardiendo en la frontera del anhelo
    por angosta y perenne pasarela,”

    “sueñas soles en vértigos lejanos,
    y alcanzar -¡oh delirio!-con tus manos
    los bordes del fulgor de parte a parte.”

    “Y viajero del sueño y peregrino,
    cruzas abismos remontando el día,”

    “eje eclipsado en monacal encanto,
    arrullo de dulzura en el abismo,
    mástil de soledad, prodigio isleño.”

    “Y en ojos peregrinos y devotos
    te encarnas en el alma como espina,
    flecha de fe, saeta de esperanza.”

    En estos versos se habla de los sentimientos que genera en el poeta la contemplación del ciprés, los evoca en casi una confesión: habla de la frescura que genera en el alma sedienta, los anhelos que siente que puede alcanzar a través de él, que sirve de pasarela para rozar las estrellas (fuente de lo divino) y traspasar la maldad (“cruzas abismos”), el hecho que el ciprés se encuentre en un ambiente monacal eleva más el espíritu que se embelesa y se conforta (“arrullo de dulzura en el abismo”), pero además su figura queda “en el alma como espina” ante unos ojos devotos en búsqueda de Dios.

    En los próximos dos sonetos VII y VIII, al igual que en el soneto original, se habla sobre la consecuencia que genera en el animo del poeta esta reunión con el árbol:

    “y abre el confeso corazón que encierra
    el celo iluminado en lo ferviente.”

    “Un ansia que se anega en el ardiente
    espíritu en rescoldo al que se aferra,
    como tú, por los altos, torso en sierra,
    respirando los chorros de tu fuente.”

    “Hoy en mi yermo corazón verdece
    asida de tu lírica locura,
    peregrina al azar, mi alma sin dueño.”

    El poeta consciente de su imperfección, no le queda más ambición que abrir su corazón que en el fondo anhela sentir ese fervor del espíritu, al hacerlo siente un reverdecer (“Hoy mi yermo corazón verdece”), que lo obnubila ("asida de tu lírica locura").

    Luego viene estos versos extraídos de los siguientes 5 sonetos, que hablan de la transformación de espíritu del poeta:

    “Que es serena dulzura la que grita
    el trémolo sublime del don santo”

    “Pináculo que asciendes incesante
    venciendo al horizonte con tu cumbre”

    “Viendo tu transparente cuello en alto,
    qué deseo sentí de acompañarte
    y ascender como tú, vuelto en cristales.”

    “Y el pecho que se turba por tu huella,
    tenuemente arrastrado en la dulzura,”

    “en mí verdecen las esencias puras,
    abiertas al latir de lo divino,
    que aun siendo las arenas terrenales,”

    Se confiesa absorto en el don santo que ansía, el ciprés representa el vencimiento de las tentaciones terrenales, que asciende en búsqueda de lo divino y es aquí cuando el poeta manifiesta “que deseo sentí de acompañarte” y ascender a las estrellas (representación de la luz de Dios), también esta implícito en estos 5 sonetos la sensación de sentirse profano ante la manifestación de lo divino que lo absorta.

    Al final el poeta agradece al ciprés, ha escuchado su voz interior y entiende que este solo es una representación de lo que ha ansiado la imperfección de su alma (“silencio en el aljibe del sediento”)

    “y eres, granando fe por cada rama,
    silencio en el aljibe del sediento,
    mudo ciprés en el fervor de Silos.”


    Al igual que el poema original, en el epilogo haces un resumen de tu glosa:

    “El verdor se devana en sus acentos
    bebiendo en las alturas sutileza,
    y enciende en el empuje la nobleza
    de un volcán surtidor de sentimientos.”

    “El deseo, cristal en mil fragmentos,
    se hace canto, ribera de belleza,
    un destello en el alma que adereza
    la senda de fervores polvorientos.”

    “Sube el rumor de un halo vegetal,
    de un delirio hecho cono en su estructura,
    mientras suena la voz de dentro y quema.”

    “Y haciendo del anhelo su puntal,
    va y viene, timbal de su andadura,
    la palpitante savia del poema.”

    La contemplación del árbol que evoca la búsqueda de las inmensidades del cielo (“bebiendo en las alturas sutileza”) , provoca sentimientos puros en el poeta, luego en los versos 7 y 8, al igual que en el poema original declara su imperfección evidente en esa comunión con el árbol y como esta reunión reconforta su alma imperfecta, en los siguientes versos confiesa la consecuencia de este encuentro (“mientras suena la voz de dentro y quema”), se trata de la voz del alma, esa que ansía trascender en la pureza, en lo divino (“haciendo de su anhelo su puntal”) y que se deja colar en la esencia misma del poema (“la palpitante savia del poema”), todo un lujo este ultimo terceto.
     
    #18
  19. minoviosellamajesus

    minoviosellamajesus Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Fue mi catedrático en el "ingreso" a bachiller en Beatriz Galindo, aún le recuerdo,delgado, serio, saqué 9,5, nota mayor,,pasaba mi examen a los demás componentes ,lo supe por el color rojo de mi lápiz en mi hoja.Voy de una en una Felipe,y deprisa, luego las releo despacito asimilando mejor su contenido y aún echando un ojo a la primera rápido quedo
    entusiasmada con su riqueza en técnica y estilo, "hay que admirar su pluma" nada más que decir,
    marga
     
    #19
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  20. Felipe Fuentes García

    Felipe Fuentes García Poeta asiduo al portal

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    Te doy las gracias, Arnet, por tan amable y completo comentario. Además. has hecho una versión parafrástica magnífica tanto de la glosa como del poema original.

    Recibe un afectuoso saludo.
    Felipe.
     
    #20
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  21. Felipe Fuentes García

    Felipe Fuentes García Poeta asiduo al portal

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    Gracias, Marga, por tu comentario. ¡Qué suerte haberlo conocido en persona!

    Recibe un afectuoso saludo.
    Felipe.
     
    #21

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