Golpeaste con la aldaba del tiempo

Golpeaste con la aldaba del tiempo
buscando abrir mi compacta soledad
y no había resquicio en la puerta
de mi alma
y ni bajo el alero capeabas la lluvia
de mis pensamientos.

Porque vendría el día de la misericordia
llamando a nuestras puertas de abandono
triturando nuestro delirio
en un tiempo de espera y olvido
inundándonos infraganti en el fondo
del pozo de nuestro suplicante yo
y tú te reías
de mis torpes razones de amor
y masticabas mis palabras con fruición
como si comieras un hot-dog frugal
y aderezado con el chile picante
de tus íngrimas respuestas.

Ahora sí, tomados de la mano
del viento
abrazados con nuestra propia rabia
y aspirando con amargura nuestras palabras,
nos veremos de nuevo sin mirarnos
como dos bárbaros embrutecidos
que se niegan la mano
con un desdén inaudito.


Nicolás Navas Navas

Chinandega 11/04/10