1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Guerra civil eterna

Tema en 'Prosa: Surrealistas' comenzado por La Sexorcisto, 28 de Agosto de 2021. Respuestas: 1 | Visitas: 421

  1. La Sexorcisto

    La Sexorcisto Lluna V. L.

    Se incorporó:
    11 de Agosto de 2021
    Mensajes:
    2.809
    Me gusta recibidos:
    3.703
    Género:
    Mujer
    Estoy aquí arriba, en el tejado de la fábrica, al sol. Unos rayos que no calientan mi sangre helada. Yo era tejedor: nudo redondo o catalán. Yo era tejedor. Ahora soy vigilante. Miro el horizonte en busca de sombras, de miedo y de pánico. Oteo la lejanía grisácea y estos hilos no son los míos. Porque esta guerra no es la mía. Yo quiero mis telares y mis plegadores, quiero mi dinero al final de la semana. No quiero ver manchadas mis manos. No quiero ver ninguna bomba bajar de ese cielo traicionero. ¡Oh! Este mundo se vino abajo tan rápido que no dio tiempo a pensar y ahora estamos inmersos en una catástrofe demasiado rápida para adaptara la cordura. Sé que nosotros nos hemos reconvertido para apoyar al ejército republicano, y puede que no sea una buena idea. ¿Será éste el cambio que nos merecemos? Y yo qué sé, yo tan solo quiero que me paguen, quiero trabajar y no preocuparme por ninguna puta bomba. No quiero ser vigilante, no quiero tener que esconderme como una rata. Ésta es una guerra que solo la vana ganar unos pocos, y y sé que voy a ser perdedor. Oteo el horizonte, mi vista se cansa. Mi mente se cansa. Mis esperanzas se cansan. Mis hijos y mi mujer se cansan. La lotería de la muerte es algo que te hace enloquecer cuando está demasiado tiempo rondándote. Los números ya no tienen fortuna. Quizás cruces fijas. Es un sentimiento de perdición que acongoja y contrae todas las entrañas. Un mundo perdido, o perder el mundo. Vigilante, aquí arriba, en el techo. La ciudad parece paralizarse como envenenada, los muertos aumentan en el remordimiento. El horizonte siempre es hostil. La destrucción acecha en el cielo para caer en tu cabeza. Yo quiero que esto acabe, no quiero salir corriendo. No quiero estar muerto de miedo mientras escucho las detonaciones y los cascotes destrozados, salir violando en todas direcciones. ¡Esto es una guerra! ¡Esto es una catástrofe inminente! Mujer mía mejor despedirse por adelantado, hijos míos siempre un último abrazo, un último beso cálido para recordar con gratitud. No hay que derramar lágrimas, no sirven para nada, Hay que mantener una esperanza mirando hacia arriba, con el cuello rígido, las bombas pasarán de largo en nuestro amor. ¡Esto es una guerra! Yo os quiero, y por siempre. Vigilo y trato de ver a los aviones. Éste es mi turno hoy. Esto es una historia no escrita. Esto es una rosa de plástico, marchita o que pincha demasiado. Yo, tejedor alcoyano, gloria de esta industria y de esta moral que joroba mi espalda. Manoteando a los cuervos y a los buitres, picos cuervos o rectos para desgajar la carroña templada a la que puedo dejar exhibir este cuerpo reseco, arrugado, insensible, sin apetito sexual, sin músculo para masturbarse, con cerebro de gelatina en el que clavan las cucharas los intereses bastardos. ¡O furia de los encorvados! ¡O familia mía! Extraños muñecos azulados a los que veo de pasada. ¡Hormigón! Yo os doy todos los besos que no os pude dar, enredado en los hilos mal pagados. Hormigón dulce hormigón. Esta es la guerra contra todo, es la estela del plomo. ¡O hijos míos! Qué vuestros lamentos sean cortos, qué las sirenas no se conviertan en . Herederos de la destrucción. Quemados por dentro para siempre. Aquí silente. Esperando que el miedo tome ala de muerte, que esa imagen aterradora se haga real. Esta la industria que vas a heredar, hundimiento en la borra y el polvo de la desidia, de las horas inacabables de la falcata de la soledad. ¡O catástrofe! Fúndase en esos pequeños ojos, derrita todo. No hay más que esperar y esperar y esperar, escuchar los motores acercarse, correr hacia el infinito o hacia ningún lugar. Perderse. Enterrar la cabeza y los oídos. Esperar el letal impacto. ¡Ya vienen! Ratas escondan las colas. ¡Ya vienen! Los ángeles de la muerte llegan para jugar a ver quién da en el objetivo. Sus manos son el destino. ¡Familia! Corran, escóndanse, a lo mejor podremos volver a vernos para abrazarnos de verdad, con calor. ¡Familia! Les quiero. ¡Mujer! Un beso en tus labios de carne auténtica. ¡Mujer! La cintura que palpo, la sonrisa que escucho, quiero volver a sentirla y escucharla. ¡Hijos! Os quiero voltear en mis brazos cuando regrese y lanzaremos carcajadas. ¡Hijos! Siempre habrá algo mejor. ¡Ya llegan! Quizás el infierno empiece abrirse a través de esta tierra desquebrajada. ¡Ay, cielo traidor! ¡Ay, sol traidor! ¡Ay, ojos traidores! Si viene la muerte que sea rápida, en seco. ¡Qué tampoco sea traicionera! Qué ejecute brevemente. Puede que ya no tenga miedo a morir, demasiado requemado. Ya no es tiempo para pensar porque ya no se lo que puedo querer. No es tiempo para nada ni para el recuerdo. Las palabras hablan con explosiones. Las orejas sangran. La boca sangra. La cabeza sangre. El vientre sangra. Las piernas sangran. Los pies sangran. El papel se incendia. Las risas son hogueras. ¿El qué? ¡Ya llegan!



    El 8ª Stormo de la Aviación Legionaria Balear italiana, con base en Mallorca, sobrevolaba el cielo de papel con brillos plateados. Blas Blasfometo Vladimir pilotaba su avión de plástico, enganchado a un hilo, mientras ganaba o perdía altura a conveniencia.

    El resto de la escuadrilla lo formaban: Blas Martínez, Blas Black, Blas B. Boquerón, Blas Blanco y Blástico Bonito, y al igual que Blas Blasfometo Vladimir; controlaban sus aeronaves de juguete con un hilo atado a a las mano. Todos ellos imitaba a coro los ruidos de los motores con un: rummm-rummm-rumm, y de cuando en cuando giraban las aspas de los aviones.

    Bajo sus pies se extendían una amplia maqueta, réplica exacta de la orografía del terreno con sus montañas, valles, ríos y árboles, todo ello pintado con colores muy apropiados. Las órdenes eran claras y concisas, bombardear la ciudad industrial que estaba dando abastecimiento al ejército republicano. Así que todos los Savoia estaban cargados con bombas preparadas para ser arrojadas sobre la urbe.

    Blas Blasfometo, dio un giro sobre su ala izquierda y el resto de la escuadrilla lo siguió, se estaban a acercando al objetivo y el coro de motores subió de volumen, Entonces se dividieron, los tres primeros en formación de cuña y los tres restantes en formación en paralelo. Los puntos a atacar estaban precisamente especificados en las cuadrículas: fábricas, central hidroeléctrica y estaciones. Las sirenas habían saltado ya.

    Los Savoia alcanzaron la ciudad y la primera formación empezó a soltar las bombas; unas pequeñas bolas metálicas que fueron chocando contra los objetivos a escala, rebotando y desmontando a trozos los edificios. Algunas bolas no daban en los puntos precisos y provocaban daños colaterales, destrozando casas de civiles o cayendo peligrosamente cerca de escuelas. Cuando terminaron de soltar todo el armamento, le tocó el turno a los tres que venían por detrás. Arrojaron otra cantidad enorme de bolitas de hierro y un montón de edificios quedaron desmontados, algunos incluso chafados.

    Al terminar el ataque aéreo, dejaron los aviones apartados y miraron los daños sufridos en la maqueta. Había figurillas de personas aquí y allá, entre los trozos de las construcciones. Algunos vehículos de la cruz roja estaban en la callejas, con las puertas abiertas mientras unos camilleros recogían víctimas. Blas Blasfometo desmontó un trozo de la maqueta para dejar abierto un búnker subterráneo, un montón de pequeñas figuras estaban amontonadas e incluso unas cuantas tiradas y chafadas por los demás. Después observaron varios cráteres, y pasaron los dedos por ellos, que se habían hecho en el suelo de la reproducción a escala de la ciudad, y también unas hogueras con papel rojizo salían de varias zonas.

    El ataque había sido bastante satisfactorio, aunque no habían dado en algunos puntos claves. Había un par de industias que fabricaban mantas par los enemigos y otras tantas que fabricaban municiones, que estaban intactas; así que había que seguir hostigando la ciudad. Había que devastar su resistencia. ¡Hay que volver al aeródromo! Gritó Blas Blasfometo Vladimir al tiempo que tapaba el refugio antiaéreo. Más figurillas empezaban a salir como perdidas de entre las pequeñas ruinas, algunas estaban tiznadas de negro, otras estaban en postura de recoger pedazos y algunas tenían en brazos a otras.

    La guerra es la guerra por supuesto. Uno pierden y otros ganan. Vencedores y vencidos, alguien lo tiene que pagar. La foto de Capra en el Cerro Muriano repetida geométricamente y ordenada en pequeños cuadros a lo largo de un pasaje dividido en cuadrículas. El miliciano en la misma postura, cayendo herido de muerte, una y otra vez, repitiendo el instante para la memoria: con el brazo extendido soltando el fusil y la camisa blanca con tirantes, con los ojos cerrados y la boca en una mueca contraída; esa cara morena que parce difuminarse hacia un cielo emborronado. Esa postura acrobática de rendición, torciendo el cuerpo hacia atrás con las piernas dobladas, esperando tocar suelo de una vez; pero congelado en el tiempo, desafiando a la ley de la gravedad, recreando ese instante mortal para la eternidad y quizás los ojos que lo contemplen a posteriori ni parpadeen ante el momento inerte que se despliega en una porción en blanco y negro para preguntarnos qué es real y qué no lo es. Todos podemos ser actores gloriosos por un día, podemos repetir un acto en una sucesión ordenada de imágenes paralelas a cualquier eje imaginario en una porción de naturaleza muerta, podemos parar con nuestra sangre el tiempo en cualquier cerro y a lo mejor la realidad no nos basta. Podemos herirnos de muerte unos segundos y desafiar al tiempo. Así que antes de pasar a cualquier galería de tiempo suspendido quiero decirte:



    Querida y muy estimada Kleine.



    Ante todo, te escribo esta carta para decirte que aquí en el frente los días pasan muy despacio sin poder verte. En estas trincheras ortográficas, la luz se torna penumbra y los ojos se vuelven dos agujeros, pues el corazón late cuando quiere sin previo aviso. Pero no te preocupes, ten calma, quizás estos oídos cansados de escuchar retumbar bombas sin sentido ya no puedan escuchar nada más; pero aún así jamás voy a poder dejar de leer tus labios fructíferos, que me entregan esas solaceas sonrisas y esas palabras que hacen mover estos dedos cansados y astillados. No llores mi vida, si me ves en este caos léxico en primera línea de frente, no quieres que desperdicies esa mirada tan llena de vida que tienes, has de seguir haciendo brillar todo lo que miras. Puede que esté en el campo de batalla equivocado, en esa senda del perdedor por la que te adentras cada vez más sin retorno y esta lucha no sirva para nada. Esas son la palabras de la derrota que asoman cada día en blanco y negro, y pensando en ti me doy cuenta que a lo mejor lo quiero perder todo adrede y que toda esta metralla de palabras sean algo que cree para una guerra en la que derrotarme. No lo sé. Ahora mismo lo que sí sé, es que te quiero mi pequeña. Aquí veo pasar a las alas negras, un día tras otro, dejando caer todo su bombas de destrucción masiva, y yo sigo vivo gracias a ti. Guárdeme un abrazo cálido y un beso afrutado, piensa que algún día regresaré con el rostro claro y sincero, y que volveré a tocarte con manos verdaderas.

    Te quiere por siempre Blas.
     
    #1
  2. Guadalupe Cisneros-Villa

    Guadalupe Cisneros-Villa Dallas, Texas y Monterrey NL México

    Se incorporó:
    8 de Octubre de 2007
    Mensajes:
    16.610
    Me gusta recibidos:
    9.842
    Género:
    Mujer
    Por supuesto, muy buena prosa me ha gustado leer en esta noche con Sol
    saludos en la distancia
     
    #2

Comparte esta página