Guitarreando

Me siento y te miro, como si fueras humano,
humilde artefacto desgarra mis venas,
te agarro en silencio y rompo mis manos,
se funde en tu luna un delirio de penas.

Mi fiel compañera de ratos alegres,
que acompaña a mi voz hasta horas inciertas,
a veces muy triste suena tu tango en reversa,
escribo melodías de las ya horas muertas.

Recuerdo y compongo con paciencia y esmero,
aquellos momentos que siempre te marcan a fuego,
esos sonidos que encierran en sí un momento,
esas fotos en mi mente que en tu música se revelan.

No es la oda a la guitarra sino la esencia que tú encierras,
no es hablarle a las paredes -esto es cosa nuestra-,
yo te toco hasta la muerte y también después que muera,
esos blues que hasta al diablo harían acordarse su demencia.

Y es la suerte de tenerte, estudiarte y componer,
poder vivir de ello, es vivir para el placer,
no hay premio consuelo aunque escuche un solo ser,
nunca es en vano el sentimiento si lo escuchamos mas de tres.

Entre plazas, playas, centros y lugares desiertos,
suena en la mi rock and roll acercándose a los cielos,
insisto en que siendo mas de tres algo se transforma en cierto,
y es el sueño de poder vivir entre tu cuerpo.