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Ha sido él

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por versos rotos, 17 de Junio de 2017. Respuestas: 0 | Visitas: 749

  1. versos rotos

    versos rotos La poesía es el cristal a través del que miro.

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    23 de Agosto de 2015
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    Hombre
    No podía conciliar el sueño aquella noche. Pensó que el exceso de la cena le estaba pasando factura; tampoco la intensa calor ayudaba, el ventilador apenas movía de un lado a otro un aire denso y húmedo que no hacía sino enrarecer el ambiente de la estrecha habitación.
    A lo lejos se oyeron tímidamente las campanas justo cuando Angel miro por enésima vez su reloj, eran las dos en punto de la madrugada.
    Se revolvió de nuevo en la cama, buscando la postura que más le indujera al sueño, Necesitaba descansar, el viaje había sido largo y extenuante y por delante le quedaba un día duro.
    Aunque había llegado ya de noche cerrada a la pensión, se le antojó muy cambiado el pueblo, hacía veintitrés años que salió de allí y nunca reunió las fuerzas necesarias para volver.
    En el profundo silencio nocturno, acalladas las campanas creyó oír algo al otro lado de la habitación, contuvo la respiración y agudizó el oído y
    Durante unos segundos no oyó nada pero justo antes de no poder aguantar más sin respirar
    Volvió a escuchar una especie de gemido, un sonido ahogado, entre sollozo y grito.
    El dueño de la pensión le había comentado que ninguna otra habitación estaba ocupada aquella noche.
    Pegó la cara contra la pared y esperó unos instantes, pero no volvió a repetirse aquel extraño sonido y agotado se acomodó para buscar el sueño.
    Una tenue luz entraba por entre las rendijas de la persiana, tenue pero lo suficientemente molesta como para aumentar todavía más su estado de nerviosismo. Siempre gustó de oscuridad total para dormir y aquel reflejo de la farola exterior le empezaba a irritar hasta el límite.
    De nuevo aquel quejido le sorprendió cuando buscaba la forma de mitigar la iluminación, ahora sonó como si saliese de su propio cuarto de baño y no estaba seguro de si eran sonidos de placer o de dolor, gemidos apagados, que le parecían llanto, o risas, o ambas cosas.
    Se sobresaltó al percibirlos tan cercanos, saltó de la cama y descalzo y desnudo, como le gustaba dormir, se dirigió al cuarto de baño, en el otro extremo de la habitación, encendió la luz y tuvo que cerrar los ojos un instante para adaptarlos a la intensa bombilla que colgaba del techo. Cuando los abrió de nuevo, una corriente de aire le golpeó el rostro y sintió durante un segundo una extraña sensación de frio en la espalda.
    Pero en el baño no había ventanas, no se explicaba cómo se generó aquella extraña brisa que le 'atravesó' el rostro. Entró buscando su procedencia , ¿podría haber venido de la rejilla de ventilación?.
    Se acercó a ella y prestó atención de nuevo pero en ese momento le pareció escuchar a sus espaldas de nuevo un lamento, como una queja agonizante, y a continuación el sonido de sábanas o ropas rozándose entre ellas o sobre la cama.
    Pensó que los nervios por no poder dormir le estaban jugando una mala pasada, salió del baño y a tientas, porque había apagado la luz y ahora sus pupilas estaban totalmente contraídas, localizó la botella de agua que tenia sobre la mesilla, bebió con avidez todo el contenido y se echó sobre la cama.

    Empezó a creer que, efectivamente, regresar al pueblo no había sido una idea demasiado acertada, algo le inquietaba; le había costado mucho decidirse, para él no era fácil reencontrarse con su pasado, y aunque allí casi no le quedaba ningún familiar, salvo una prima de sus padre, y un primo suyo del que no tenía noticias, sí que sabía que se encontraría con antiguos amigos de la juventud, que seguían viviendo allí o se trasladarían como él, expresamente para la ocasión, y era consciente de que muy a pesar suyo no le quedaría más remedio que saludarles y confraternizar con ellos.

    Él era una persona muy retraída, lo sabía, lo reconocía y era consciente de los problemas que ello le causaba, pero ya a sus más de cincuenta años era imposible que cambiara. Tenía su mundo, en él había creado todo lo que ahora era, y en él se sentía cómodo. Había casi olvidado el pasado y este inesperado viaje se lo estaba reavivando desde las entrañas mismas de sus más recónditos sentimientos.

    Le costó mucho esfuerzo decidirse a volver, en realidad no sabía muy bien que impulso le llevó a tomar la decisión, pero empezaba a sentir que se arrepentía de haberlo hecho.

    Eran muchas las cosas que olvidar de aquellos años, sabía que algunas viejas heridas nunca habían sanado del todo, y que era muy probable que sangraran de nuevo ahora.

    No pudo evitar recrear a Sonia en su mente, hacía mucho que había conseguido apartar de sus pensamientos la figura adolescente de la muchacha que un día lo ocupó por completo.

    Ahora los dos años más intensos y felices de su vida volvían a él como una película de nodo, como si no hubiera sido él el protagonista y ella la heroína que le hizo sentir y vivir la experiencia maravillosa del primer amor de su vida. En realidad del único amor de su vida, porque ya nunca ninguna relación posterior fue lo mismo.

    Estaba claro que aquella noche iba a pasarla velando recuerdos, era imposible dormir y se convenció de que debía contentarse con relajarse y dejarse llevar por las horas nocturnas que todavía quedaban hasta las ocho que tenía previsto bajar a desayunar.

    Se percató entonces que el intenso calor que hacía en la habitación había remitido, es más empezó a sentir un frescor extraño, un frio que le erizaba la piel. Apagó el ventilador pero la temperatura de la habitación bajaba por momentos; sabía que allí en el pueblo la temperatura en aquella época del año apenas bajaba de noche, que el calor era insoportable a todas y por supuesto la habitación carecía de aire acondicionado, sin embargo notó una sensación de frio tan intensa que tuvo que echarse la sábana por encima, incrédulo ante tal situación, ya que minutos antes sudaba agobiado por la calima.

    Y la sábana no solucionaba gran cosa, cada vez la sensación de frío era más intensa, algo extraño estaba pasando y se decidió bajar a recepción a ver si había alguien de guardia a aquellas horas para pedir explicaciones.

    Se puso la camisa que tenía colgada de la silla y los pantalones, sin la ropa interior y se dispuso a salir de la habitación.

    La manilla de la puerta no cedía, tenía la llave puesta por dentro y le había dado una vuelta cuando entró, pero ahora no giraba en ningún sentido y la maneta parecía bloqueada.

    Entonces volvió a escuchar aquel sonido, ahora mucho más intenso, que de nuevo parecía provenir del baño, Angel se quedó helado, por dentro y por fuera; ahora estaba claro que aquello había sido un quejido agónico, de dolor intenso, como si alguien estuviera sufriendo algún daño. Luego escuchó llantos de forma muy clara. Salían del baño, estaba seguro.

    Intentó forcejear con la puerta, la llave y la maneta estaban realmente frías, tanto que quemaba tocarlas, se apartó de la puerta y sin quitar la vista del cuarto de baño, cogió el teléfono de la mesilla de noche.

    Extrañamente comprobó que se había descargado por completo la batería y estaba apagado, aquello empezaba a agobiarle sobre manera, tomó su chaqueta para poder asir con ella la maneta de la puerta, la sensación de frio en la habitación era cada vez mayor.

    La puerta no se abría. La golpeó varias veces para ver si alguien le oía pero resultó inútil, entonces pensó en la ventana, pero al dirigirse a ella, la sangre se le heló al sentir una sombra moverse en el interior del baño.

    No había sido una alucinación, alguien pasó por delante de la bombilla proyectando momentáneamente una sombra hacia la habitación, pero era imposible, allí no podía haber entrado nadie.

    Sintió flaquear las rodillas, no podía concentrarse porque cada vez estaba más helado, ahora no sabía si acercarse al baño o a la ventana, decidió lo segundo pero comprobó que la cinta de la persiana estaba quebrada y ni subía ni bajaba más.

    Entonces, sintió en su espalda como si algo o alguien le hubiera rozado, se quedó petrificado, durante unos segundos no fue capaz de moverse, a él se le antojó una eternidad.

    Giró la cabeza despacio, sacó fuerzas sin saber de dónde y caminó lentamente hacia el baño, nadie había allí pero aquello parecía un congelador, todo estaba empañado, no empañado de vaho sino con una película como de hielo, se dio la vuelta para salir y en ese instante le pareció que en el espejo se reflejaba algo, cuando se giró encontró en él una frase escrita sobre la escarchada superficie : Ha sido él.

    Volvió a escuchar el quejido y llanto, esta vez venía claramente de la cama, incluso podía oír de nuevo el sonido de las sábanas.

    Angel sintió un frío aterrador, corrió hacia la puerta, que cedió sin problemas y bajó las escaleras hasta la recepción.

    Allí no había nadie, se sentó en un viejo sofá que había en el pequeño hall y sin saber cómo se quedó dormido.

    Le sobresaltó sobremanera que alguien le tocara el hombro.

    - Disculpe, ¿Qué hace aquí?, ¿le ocurre algo?

    Miró el reloj , eran las seis de la mañana.

    - No lo sé, contestó. ¿Hay algún bar abierto a estas horas por aquí?

    - Sí señor, en la esquina siguiente, abre justo ahora a las seis.

    Angel salió de la pensión pero cuando llegó a la puerta del bar se percató que no había cogido ni el móvil ni la cartera.

    En la puerta del bar vio pegada la esquela de una defunción que le produjo un fuerte escalofrío:

    “Ha fallecido, a los 47 años de edad, Sonia Altares….. “

    Volvió a la pensión rápidamente y preguntó al conserje.

    - Oiga, he venido al entierro de Sonia Altares, ¿la conocía?

    - Claro, este es un pueblo pequeño, todos nos conocemos, y Sonia además era tan joven aún…

    - ¿Sabe usted cual ha sido la causa de su muerte?

    El hombre me miró fijamente, su semblante cambió de pronto.

    - Sólo sabemos que debió pasarlo muy mal, por cómo dicen que la encontraron. No pregunte a nadie por ello, solo causará más dolor. ¿Usted la conocía bien?

    - La conocí, cuando éramos jóvenes. Voy a subir a recoger mis cosas, ¿le importaría acompañarme?

    - ¿Y eso?
     
    #1
    Última modificación: 17 de Junio de 2017

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