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Hard Springs.

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Lepre, 6 de Abril de 2018. Respuestas: 2 | Visitas: 330

  1. Lepre

    Lepre Poeta recién llegado

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    22 de Marzo de 2018
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    *ATENCIÓN: Este fragmento pertenece a un proyecto que tengo en mente. La razón por la que lo subo incompleto es porque es un borrador y el objetivo de su publicación es pedir la opinión del lector para saber si voy por buen camino. Muchas gracias por vuestra atención y vuestro tiempo :)*

    Aquel era un pueblucho dejado de la mano de dios, en mitad de un ardiente desierto perteneciente a quién sabe qué tierras. Lo único que se conocía es que estaba en algún punto del planeta Tierra. Sus calles se hallaban sin asfaltar y tenía aspecto de viejo pueblo del oeste americano: un "saloon", una tienda, viviendas desvencijadas... poca cosa. Fue bautizado por sus pintorescos habitantes como Hard Springs. Los pocos que vivían en aquel recóndito lugar tenían una estrecha relación de familia, aunque con sus intereses. Se hacían favores, se contrataban mutuamente para trabajos secretos, algunos proporcionaban armamento, otros a cambio abastecían con comida y agua. Todos ellos tenían algo que ocultar: su ubicación. Cada uno de ellos se hallaba en busca y captura, eran los criminales más inteligentes de su tiempo y su civilización.
    El primero en llegar al poblado fue el hombre al que llamaban "el Viejo". Él era la voz cantante, y aunque jamás había amenazado ni empleado la violencia con nadie, todos lo respetaban y veían en él a una autoridad imposible de desafiar. Tenía un aspecto imponente acompañado de un porte muy sereno y elegante. Una larga cabellera blanca como la nieve virgen caía por su espalda recogida en una trenza hecha desde la raíz del pelo, sus ojos eran intensamente azules, su piel extremadamente pálida y aunque de lejos tenía apariencia de hombre muy mayor, al observarlo con detenimiento te percatabas de que no tenía ni una sola arruga, ni una sola imperfección en la tez. Vestía traje de chaqueta blanco puro, su corbata y su camisa lucían del mismo modo. Todo él siempre se hallaba impoluto, incluso sus zapatos, caminase por donde caminase.

    Tiempo después arribó un grupo de mafiosos que se dedicaba sobre todo al tráfico de droga y armas. Su líder era el narco más exitoso, inteligente y rico que jamás ha visto el mundo y se hacía llamar "Tony Mentos". Nadie, ni siquiera su gente de confianza conocía su nombre real ni los detalles de privacidad, había silenciado a todos los que sabían lo más mínimo de su vida personal, tanto mediante sobornos como a punta de pistola, eso siempre ayudó a que no fuese descubierto, dado que rara vez podían relacionar a alguien con él. El único lugar donde dejaba ver su rostro era en aquella aldea perdida. Siempre saludaba amablemente a todo el mundo, les ofrecía ayuda y de vez en cuando un encargo o un trabajo que podía proporcionar una buena suma de dinero, droga, comida, armas... (depende de como eligiese cobrar el trabajador).

    El tabernero y su vivaracha mujer vivían una especie de " Bonnie y Clide", eso les encantaba y mantenía su relación al rojo vivo. Aunque después de mucho robar y matar decidieron retirarse a un lugar tranquilo, y resulta que encontraron uno con gente de su misma calaña. Llegaron trayendo obsequios para sus nuevos vecinos y con una gran sonrisa en la cara, estaban emocionados con el nuevo comienzo, aún eran jóvenes. Después de un tiempo el tabernero (Simon era su nombre) se fue volviendo más taciturno y malhumorado con los últimos en llegar. "Antes esta pocilga era más apacible", se le oía decir cuando había tomado algunas copas de más. Los años le pasaron factura, se convirtió en un cincuentón amargado con arrugas en la frente de tanto fruncir el ceño. Su mujer, Ethyl, sin embargo, seguía en sus eternos dieciocho. Se esmeraba mucho en su imagen, puntualizando en su escote y su maquillaje. Siempre iba ataviada con vestidos ajustados, con el carmín intenso en sus labios, y aunque ya se veía que había entrado en los cincuenta, ella siempre lucía bien cuidada y muy alegre. Se caracterizaba para trabajar de camarera en la taberna, llevando su falda típica de los años cincuenta y un precioso delantal a juego con un gorrito y unos tacones clásicos. (...)
     
    #1
    Última modificación: 6 de Abril de 2018
  2. HÉCTOR

    HÉCTOR Eres mi poesía; yo el instrumento inspirado.

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    pues que quiere alcanzar
     
    #2
  3. joblam

    joblam Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Es importante que tengas presente que las microprosas no deben exceder de 10 líneas o de 150 palabras. Por este motivo el tema ha sido movido a prosas generales.
     
    #3
    A Lepre le gusta esto.

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