Has que me dejen sola.

Mi habitación tiene un aliento de humedad
tan cerrada y abierta a lo infernal.
Hazme desangrar, es tan delicioso el aroma de la maldad.
Oscura y deforme, retorcida enajenación
facultad de mi mente de alimentarse de lo asqueroso
y sin embargo hoy ¡Límpiame Dios!
Decántame, hazme resurgir
en el dúctil crisol de mi humanidad,
déjame hoy sin boca, déjame sin mancha
¡Te ruego purifícame oh dios!
¡Déjame ya partícula de polvo, espectro de luz,
sabiduría encarecida por dios!

Ya has visto mi cuerpo desflorado por la perversidad,
supurando vesículas de aflicción
y alejándose aun de todo mal,
oíste el grito denunciatorio de mi profanidad y mi soberbia.
Conoces bien mi debilidad, mira mi futuro te doy permiso,
puedes también reírte de mí infantilismo y mediocridad.
yo también me he reído cuando otros se golpean
y pierden la serenidad;
pero Dios ¡Cortarme la glándula del mal!
que tú sabes cuánto anhelo partir
hacia donde no vuelva más.
Dios ¡Has que me dejen sola!

Eunice Salvaje.
​