He muerto. Soneto.

Se ha muerto la ilusión, se fue la vida,
y el aire se hace casi irrespirable,
me niega su fragancia indispensable
y solo me hago nada sin medida.

Me he muerto por no hallar mejor salida
que darme a la llovizna inconsolable;
fallezco tantas veces que intratable
reposo bajo losa deslucida.

Atrás quedó la risa embriagadora,
el roce de otra piel, la voz amada,
los ojos de mirada evocadora…

He muerto y tengo el alma inanimada
-difunta por un tiempo que se escora-
vacía como carne amortajada.

 

Me han encantado tus versos, nuevamente. Me gusta la limpieza de su léxico, su rima suave y el tema romántico que trata. Tienes una forma muy personal de tratar ese fatalismo existencial que embarga tu poesía. Gracias por compartirlo y felicidades. Un fuerte abrazo.

 

Continuando con la analogía y ya fuera de toda esperanza, la muerte es la puerta al gran vacío, a la eterna Nada. Creo en el otro plano pero algunas veces se hace tan difícil... Gracias, Babel, por esta oportunidad de explicarme. Hay días que la Parca viaja solapada sobre nosotros. Un abrazo.
Esteban.