He tenido un sueño

La raíz del suicidio es alimentada por el agudizamiento extremo de ciertas nostalgias y su adición a un excesivo número de proyectos nunca conseguidos y que, quedan sin terminar para toda la eternidad.

Su presencia, se suele advertir, siempre, un poquito tarde. Lo suficiente como para que algunos lleguen a experimentarla de modos nada recomendables en cualquiera de los casos. Lograr evitar un dramático final tiene, desgraciadamente, un altísimo porcentaje negativo.

Tras atender al modo de cómo se desarrolla su influencia, desde que “se presenta”, hasta la resolución última, -para bien o para mal, y sea cual sea-, del suceso, lo que más destaca son su velocidad invasiva y la silenciosa agresividad con la que se hace cargo del control de la mente. Los pensamientos comienzan a ser dirigidos de modo diferente hacia desconocidos destinos hasta ese momento para los sujetos, para los ya, “potenciales suicidas”.

Es, este preciso instante, el más importante de todos para el inmediato devenir de estas personas. La fortaleza vital, junto a la capacidad de equilibrar esos, al parecer, indomables pensamientos, han de demostrarse ahora. Si es así, todo pasará a ser una experiencia, más o menos desagradable en el camino de la vida pero, de no ser éste el caso, el cómo sea y cuánto pueda alargarse el futuro tiene pinta de no ser muy apetecible.


Algo así era lo que estaba soñando cuando desperté. Y eso que, en realidad, estaba soñando que soñaba que estaba yo, micrófono en mano, dando una conferencia-charla-coloquio, frente a un público que llenaba por completo el aforo de una sala. Lo curioso es que, de los oyentes que recordaba, casi todos fueron en su momento mis profesores. Recuerdo también lo que cada uno de ellos transmitía por los gestos de sus caras. Uno, concentración y máximo interés por mis comentarios; éste, cierta apatía y aburrimiento, aquél, aparente nerviosismo e intranquilidad… Y no sé si desperté por la impresión que me produjeron aquellos rostros o porque al sueño que soñaba el sueño, éste dejó de importarle y optó por despertarme.

En definitiva, sólo decir que es así como suelo pasar mis noches. Cada uno se entretiene como puede.

 

Pasar las noches soñando es un plan más apetecible que pasarlas luchando contra el insomnio. Y más si se sueña ser un orador de alto nivel.
Buena prosa.
Un saludo cordial.