1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

He visto el amor

Tema en 'Poemas Generales' comenzado por Hamal, 18 de Febrero de 2008. Respuestas: 0 | Visitas: 577

  1. Hamal

    Hamal Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    10 de Octubre de 2006
    Mensajes:
    12
    Me gusta recibidos:
    0
    bueno, en realidad este e sun cuento corto y sencillo.
    Se que los poemas y poesias son la base de la pagina,
    pero valoraria mucho las opiñiones que puedan darte. :)
    ojala les guste..


    He visto el amor

    Hoy he visto el amor. En silencio contemplaba el vuelo de palomas alegres. Si, las observaba minuciosamente desde un viejo y espacioso banco de una plaza de Caseros. El vuelo lento, distendido y natural de aquellas aves, brindaba una escena de paz y armonía a mis enigmáticos e hipnotizados sentimientos que, profundos, miraban hacia tiempos remotos. Tiempos efímeros, cargados de sueños e ilusiones de un niño que por siempre, permanecería susurrando el oído de una persona adulta, que por mas que no lo demuestre, sigue estremeciéndose en gran modo al ver pasar cerca suyo ciertas promesas que, aun no se han realizado. Una mirada que rompe el tiempo en mil pedazos, que construye velozmente un presente de fantasías inexistentes y, que transforma aquella imagen de hombre despreocupado, a la de un niño indefenso, con ojitos brillantes repletos de anhelos y temores. De pronto, todo esto fue interrumpido. Mi mirar se encontró siguiendo una pareja de ancianos que, con cierta misteriosa dificultad al caminar pasaban frente a mi, aun con pasos intermitentes y desparejos, ambos lograban mantenerse juntos a un ritmo que les permitía no apartarse ni un centésimo el uno del otro. Aquel andar desapresurado y medido, hizo que mi mirar lejano torne a una realidad que, lentamente, se apoderaba de mí. Pasos cansados, arrugas intensas y cierta sabiduría alojada en recuerdos polvorientos, hacían que, el aire de aquella plaza sea a penas un poco diferente, diferencia mínima que en algunas situaciones, ocasiona devastadoras catástrofes. Pensé que en pocos e insignificantes segundos la naturaleza de algo podía cambiar para siempre, me esforcé por descubrir que era lo que ya estaba ocurriendo, pero esta vez la naturaleza misma de aquella situación se me iba a presentar. Por alguna razón sentí en ese momento que yo tenía que ser el primer testigo, y que, no descubriría nada, sino que, algo se me iba dar a conocer.
    De repente, el vuelo de las aves se congeló, como si obedecieran a algo o alguien que, les ordenara ceder su atención a la nueva escena. El viento se mostró un tanto mas violento, pero las hojas de los árboles no se movieron mas, permanecieron inmóviles desde entonces. Mi mirar hizo todo este recorrido, en un tiempo inestimado. Luego, con asombro advertí que los ancianos se habían detenido a pocos metros del banco en el cual estaba.
    El brazo del viejo anciano suavemente se desplazó por la espalda de su compañera hasta cubrirla con el. Ella volteó su mirada y examinó la fisonomía que estaba delante de si. Miró aquellos rasgos profundos que marcaban un camino interminable, camino por el cual juntos fueron recogiendo penurias, alegrías y sabiduría.
    Sus pómulos gastados tenían un color extraño, color que el tiempo y la hipocresía de los hombres fueron moldeándolos. Los hirientes puñetazos de la vida misteriosamente estarán allí por siempre para hacernos más fuertes, pensé.
    Así continuó revisando su rostro hasta llegar a la fuente del alma. Cuando sus ojos reposaron en los del anciano, divisó claramente aquel sendero que ambos construyeron, desafío de la naturaleza misma. Sendero que no fue fácil recorrer, y que ahora, en ese preciso momento, aquellos recuerdos corrían rápidamente en sus miradas intercaladas.
    Cuando la reminiscencia de sus memorias cesó, se encontraban frente a frente, casi al final del camino de su existencia, pero allí estaban, juntos, vivos y con la facultad de amar inalterable.
    Después de un tiempo incalculable, ella ofreció su más sincera sonrisa, lo miró de la misma manera que lo había mirado cuando por primera vez, se juraron amor eterno en algún rincón secreto y tiempo remoto.
    De aquellos ojos agotados brotaron las lágrimas más puras que jamás haya visto. Las lágrimas corrían fuertemente por sus mejillas agobiadas, pero ellos permanecían inmutables, parecía ser que nada en el mundo era más poderoso que aquella capsula de amor que habían creado. El escudo invisible de la lealtad y la honradez.
    El tiempo se había perdido por un horizonte inexistente, aquella plaza se había convertido en un escenario de cristal, las huellas profundas de sus rostros habían rejuvenecido producto del manantial de aguas vivas que fluía dentro de sus almas.
    El tomó las manos de su amada y le ofreció su más sincera sonrisa. Y esta fue aun mayor cuando escuchó decir a su amada dos palabras mágicas que no hacia falta pronunciarlas, pues en todo momento estuvieron presentes. Era inevitable, tenía que ser testigo de aquello que daba a conocer su naturaleza.
    De sus labios se escuchó: te amo… y así será por siempre. Ella besó la mejilla de su amado y tomados de la mano emprendieron su marcha. Sus pasos y su misteriosa dificultad al andar se alejaban lentamente de la plaza y de mí.
    Todo volvía a su normalidad, excepto yo. Los actores se habían retirado así como la función. No obstante, sabia que algo quedaría marcado dentro mio. Existía cierta mínima diferencia en el aire de aquella plaza, diferencia mínima que en algunas situaciones, ocasiona devastadoras catástrofes. Me quedé sentado en aquel banco por largas horas sin poder dejar de ver el escenario vacio.
    Fui testigo de aquella escena inolvidable, y realmente puedo decir que, sin duda, he visto el amor.






    Suceso verídico, en alguna plaza de Caseros.
     
    #1

Comparte esta página