Helados de colores

Quiero escribir algo placentero.
Que me libre del tedio y que sea profundo.
Como cuando veraneaba en El Ézaro de niño
y jugaba con mi hermano con las pistolas de petardos.
Luego veíamos Dragon Ball
y nos aburríamos con nuestros abuelos.
Eso quiero escribir.
Recuerdo que soñaba con hacerme mayor
y que así podría ser como los mayores de la tele.
O sea; bebedores de cerveza, folladores, fumadores, nostálgicos de la infancia...

Hoy un amigo me dijo
que cuando se tiene ansiedad
lo peor es meterse comida, o maría,
o masturbarse. Que cuando viene hay
que tomar de ejemplo a los monjes budistas.
Es decir, sentarse sin hacer una puta mierda
para que con los años
todo acabe por parecerte otra mierda
todavía más grande.
Pero en lugar de seguir su consejo
voy y me pongo a escribir.
Y vosotros a leer.
Puede que lo hagáis por hacer tiempo en el curro,
puede que sea porque no tenéis amigos que os cuenten gilipolleces,
o porque os de pereza bajar a la calle
o talvez porque sois pobres para tomaros algo por ahí.
No sé.
En verdad mi amigo es un poco gilipollas.
¿Qué coño sabrá él de los monjes
si es un puto heladero?
¿Qué coño sabré yo de la vida
si a la mínima oportunidad de reflexión
me meto aquí a escribir.

 

Está claro que si tuviera 30 tacos y estuviera ahora mismo en Ibiza leería menos poesía.
Lo de los monjes budistas me recordó a un documental que vi hace poco sobre la vida de Leonard Cohen, que se retiró a un monasterio de esos después de décadas de sexo a mansalva y meterse todas las drogas del mundo (luego salió como nuevo y se hizo millonario)

 

Yo e voy a Ibiza para el mes. Cohen es otro de mis placeres, aunque muy tranquilo para mi gusto. A los monjes tibetanos seguro q les sirve para meditar. Lo cual por cierto es muy útil.
Gracias x pasarte. Un saludo