Héroe.

No te zarandean.
No te sacan a bailar.
Te preocupa eso.
Todo es crepuscular. La puesta de Sol, en el Poniente. La consumación de todas las cosas.


Caen los higos de la higuera. Comienza la Nueva Era de Acuario.





¿ Y qué ? Si no queda satisfecho, le devolvemos el dinero.
¿ Y qué ? No es necesaria, la venganza.
¿ Y qué ? Podría ser peor. Al menos, duermes bajo techo. No tienes que mendigar limosna.
¿ Y qué ? Se está rifando una paliza multitudinaria.


Escapa del salón. Di adiós, al instituto. Llega un muchacho con un rifle y...


¿ Es una ametralladora ?
Tanta rabia y furia, y tristeza y frustración, atesora...
Que es una bomba de relojería.
Sin previo aviso, la matanza. Decenas de fieles a la educación secundaria, allí, fallecerían.


¡ Sálvalos ! El tiempo apremia. Lo has visto llegar, malhumorado.

 

Interesantes. Buen día.

 

Buen día, Acnamalas. Ser un héroe no es fácil. Uno ha de poner su vida, en riesgo. Para salvar a unos compañeros que tampoco le aplaudían. Pero que merecen la pena, porque otras veces, sí han sido oportunos, interesantes y alegres.

 

Casi extintos diría yo . Pero hay que tratar de seguir sus huellas . Con mayor frecuencia notamos ,que el deseo de ser aceptados , el temor de ser rechazados por remar contra la corriente , por jugarse por quien necesita hace de los héroes modernos, tipos no tan populares y sin ánimos de exagerar, unos subversivo .Pero bue...ese es el precio de no amoldarse al común denominador ...

 

El héroe siempre es celebrado. Porque salva una vida, o varias. Si el sistema establecido nos pide que nos convirtamos en un vicio para el otro, al final, todos acabamos consumiéndonos en una pira. Es una hoguera bárbara, de gustos y colores. Porque sobre gustos, no hay nada escrito. Y para gustos, hay colores. ¿ Quién se salva de la quema ? Si uno disfruta, sarna, con gusto, no pica. O sea, como suele decirse, que me quiten lo bailado. ¿ Ante quién he de justificarme ? Yo quise existir. Quise acudir a la fiesta. Lo que no imaginé es que lo bueno, no era gratis. Tenía que dar mi brazo a torcer. Poner la otra mejilla, si me abofeteaban. Tuve incluso, que aprender a comer, lo que de pequeño no me apetecía. Tuve que madurar... ¡ Oh, Dios mío !