Hijo de Dos

Hijo de Dos


Percibíamos el aroma
y soñábamos con la flor,
pero a falta de redoma
era sólo su atanor.

Y llegó la madre muda
con su lengua de vapor,
deslenguada si estornuda
de embarazos sin amor.

Acogidos en familias
nos dejamos seducir,
por las viandas y las filias
que se adapta el porvenir.

Retorcido salió alguno
que quería saber más,
y busco como ninguno
el sentir de las mamás.

Hijo mío, ¡cuánto tiempo!,
¡cuánta vida sin afán!
Te entregué porque te quiero,
pese al gen que era filial.

¿Y mi padre, que no está?

Separada estoy del tipo
que cansado de zurrar,
me obligó al andar Calixto
y a dejarte en el portal.

Fue tu padre un martirio,
y tu madre en su pesar,
tuvo bien donar a un niño;
pero su alma quedará,
junto al paso del camino
hacia el encuentro maternal.

Cree en dios, ese es tu padre,
ya que del otro ni se sabe.

Seré pues Jesucristo,
seré el hijo agradable.
¿Será el carpintero Calixto?
¿Será rico y con sable?
Quizá no esté por lo visto
cerca de este desmadre;
que nunca tuvo este hijo
dios que hiciera de padre.

Tú, hijo mío,
eres un milagro;
el milagro de la vida,
pese a algunos colorida,
pese a otros tan amargo,
que de muertes yo me río,
y embarazos no te cargo.​

 

Gran obra, una preciosura perfecta muy bonita.

 

Muchas gracias por la visita, Jorge. Un abrazo