Historia abierta

Yo no sé cómo cayó aquel día en el lado más sonoro de tu sonrisa/
cuando todos sometieron a la ciudad a las ambiciones del brindis,
y el seno más encendido desgarró el silencio
más aislado del verso líquido, cayendo en el papel.
Todo ocurrió de golpe. La noche ventiló la arista más migratoria del ave-amor
ventiló el deseo, sudando toda una lluvia desesperada, ansiosa, como tormenta en el oído.
La ciudad te esperó, los trenes viajaron con tus ojos puestos en el verde follaje
en la candidez alba de la nieve.
Todo rodó hasta que se hizo mujer. Yo estuve ahí, en la cima del sueño, cayendo luego.
No me fue posible detenerme. Recobré el ansia, la sed ahogada del que cae
estrellando su sombra en el anhelo seco de las calzadas. Luego, el refugio de los hombros encogidos,
el perdón que supo a miel, a mirra vistiendo el aire. Fue cuando le sufriste a la nada
al hechizo de lo pasado, vengaste el correr de las hojas en el otoño.
Ahí estábamos, palideciendo a la distancia, al murmullo que trajo el viento desinflado
cuando se cerró la puerta de la habitación. Todo fue presentaciones, bloques de aromas, fiesta.
Eso duró mientras contagiamos nuestra sangre, de palabras o caricias, cayendo como tiempo de arena.
¡Cómo dilatar al amor para que no se rompa, para que sujete firmemente la palma abierta
del corazón entregado!
Sonrisas a la hora del té y la miel. Sombras que migran hacia la boca de los volcanes.
Amantes acuñados en la aventura más fascinante de la leyenda.

 

Buenísimo " el refugio de los hombros encogidos"
Cayendo como tiempo de arena
Palideciendo a la distancia
¿Como dilatar el amor para que no se rompa?
Me encanta
¿Cómo? ¿Cómo?

 

Gracias Susana eres muy amable por tu comentario. Carita feliz para ti.