historia de centroamérica (VIII)

Tras el desastre maya del clásico, que dejó desolada la zona como si nicolás maduro y sus políticas inflacionarias zimbabuenses hubieran pasado por allí - agrego yo mi teoría a las doscientas mil existentes-, la cosa no pintaba bien. Y poniéndonos sinceros, lo cierto es que el área maya jamás pudo dejar atrás aquella catástrofe y recuperarse. Sin embargo, con todo y eso haría un amago muy respetable de rehabilitación - pongamos a amy winehouse y su disco back to black como banda sonora- de la mano de los quichés, pueblo de medio pelo venido a más, que fundaron un reino poderoso luego del legendario arribo de unos tales balam quitzé y balam acab y otros tantos balam hijos-de-sus-madres. Armados con sus ya conocidas putas lanzas de dos metros, probablemente entraron a través del río la pasión: excelente nombre para una telenovela indudablemente producida por televisa, que algo tendrá que ver aquí, pues los gili-balams éstos estaban mexicanizados por donde sea que se les viese. Lo dicho, que ver a la thalía no trae nada bueno, como tan bien lo sabe donald trump.
A una serie de reyes fantásticos tan reales como el culo de las kardashian, le siguieron majes más de carne y hueso, aunque tal cosa no impidió que el rey ququmatz dominara el arte de volar y transformarse a voluntad en serpiente, en gokú o en godzilla -espero que no en nenaza- seguramente tras un par de pitillos de hierba mágica guatemalteca de calidad, señores.
Pues estaba el ququmatz tan colocado un día que se le ocurrió coronar su magnífico reinado adicionando a sus dominios los territorios del señor de koja, tekum sikam: un tipo tan confiable como los juguetes originales chinos. Pues se le ocurre al rey, huevón huevón huevón, casar a su adorable hija con el tipo ese para anexionar sus tierras por medio de esa pendejada tan ridícula como es la diplomacia. La manda con dote y mercedes nuevo y regalitos y todo, y el día de la boda, el señor de koja como que no le convence mucho ese asunto de hasta que la muerte nos separe; o pues talvez sí que le convence, y le da matarile a la novia por aquello de que el divorcio es caro, llenando de razón a julia roberts con eso de patitas pa’ que las quiero vestida de blanco.
Esto al rey quiché, naturalmente, no le hizo una pizca de gracia, dejó los pitillos y salió cagando leches con un ejército improvisado en busca de venganza. Lastimosamente, eso de la venganza resulta harto complicado cuando el único plan es que no hay plan, y el ejército de koja, jugando de local, dio la campanada derrotando al ejército real quiché, capturando al soberano y, cómo no, atravesándolo con una puta lanza de dos metros, para no perder la costumbre. Así terminó ququmatz, el rey que podía volar como kurt cobain, pero que no pudo escapar de sus captores.
La corona quiché pasó entonces a manos de su hijo, kiqab, que no necesitaba llamarse edmundo dantés o helmut zemo para tramar su venganza fulminante.

 

Pues ya veo ya, que has desayunado muy bien.

Si llegas a poner a Thalia, no lee ni dios. Todos mirando para la foto, con lo buena que esta.

Voy a hacerme un café que desvarío con el sueno que tengo.

Este me gusto mucho por cierto.
Pero que te hayas saltado un hecho importantísimo en la historia del mundo. Eso no te lo perdono.

Besito.

 

Me devolví un poco al pasado para demorar un poco el empotramiento de colón.

Ya pongo a la thalía, a petición popular pues, pero una foto muy inocente.