Historias de andar por casa

Historias de andar por casa,
en pantuflas y pijama, sin prisas,
disfrutando del aburrimiento
y haciendo de cada bostezo
un renglón donde sembrar a mano abierta nuevos versos,
que el mundo siga girando al otro lado de la ventana,
aquí se da la bienvenida
a toda mano inquieta embarazada de letras
que quiera dar a luz a las mismas puertas
de ojos dispuestos a adoptar las ideas de los demás.
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El amor en la cesta de la fruta,
con apariencia de manzana y sabor a limón,
restos de comida entre los dientes del marinero
que abraza la quilla de un barco ansioso por salir a navegar,
pero las posibilidades de que un bucanero sin traje de oficial
encuentre la piel de una mujer sin depilar en alta mar son escasas,
casi tanto como que un cura partidario de Artur Mas
cante misa en castellano
o un vecino del barrio de Triana hable catalán en la intimidad.

Esta mañana mientras me afeitaba me acordé de la revolución,
las barbas caribeñas son patrimonio universal,
pero a pesar de todo, la paleta de pescado sigue sucia en el fogón,
mientras que los clásicos proclaman que la peineta de Martirio
es una celda de castigo para un rapero del Bronx,
y aún hoy día hay voces que se lamentan
de que Bob Dylan traicionara las raides del Folk.

La lluvia ha de seguir la corriente del río,
no hay otra opción,
un bidón de gasolina no es el regalo más apropiado
para el jefe de una fábrica de cerillas,
hay que pensarlo mejor, ya veremos,
como el candidato a presidente del gobierno,
que ante un retortijón de tripas
se toma una semana de retiro espiritual para dilucidar
si es mejor hacer sus deposiciones en la montaña o en la playa,
en el campo o la ciudad………..
vaya usted a saber lo que es capaz de hacer
un chusquero disfrazado de general.
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