Ideales del Alma (Dedicado a don Francisco Redondo)

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Ideales del Alma​

¿Alguien ha visto una caja redonda,
que versa perfecta por dentro,
vestida de lazos por fuera?

Se llama Francisco, Francisco Redondo,
y fabrica los versos, los versos perfectos.
Francisco la clava, pone el acento,
en cuarta, en sexta y octava.

El primero la para, y al último resto,
lo quito o lo presto, según se atrasa,
o adelanta perfecto en el once la taba.

Francisco, con buen intelecto,
por clásico, lo clásico manda,
lo termina en sainete llamado estrambote,
y termina este lote, cerrando en un brete,
colorín en que lava, redondo y bendito,
estribillo en que el verso se acaba,
y con siete, que rima en catorce,
termina con once y con once,
los catorce que son diecisiete.

Con sonante perfecta,
Francisco a la Diosa dilecta,
ofrenda sonetos a diestra y siniestra,
nos llena de flores los tiestos,
y deja los ojos abiertos,
la música clara, la mente despierta,
y en el cómico esbozo su bigote de tapa.

No te afeites poeta,
que tu cara es tu cara,
y la sílabas domos,
las ofreces en damas
con elegancia y soltura,
redondez de hermosura,
poesía silábica es tu cultura;
y entre dioses simbólicos,
en vientos eólicos nos dejas de acólitos
en tus frescas figuras.

Salvado está el mundo poético
en la caja siempre cerrada,
que abre el poeta en su cólico,
y aprende que un rápido bólido,
sin reglaje en su reto se estampa.

Pero hay poesía asimétrica,
lugares y mundos llenos de llamas,
poetas de ideas sin métrica,
ilustrados de réplicas…

Ideales del alma​

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