II

¿Quién nota los contrastes?

Si te trato consentida

Si llamas mi atención

Si hay tijeras en mi ojo

Haces tus caprichos cerca de mí

Vas en contra del caos, o al revés

Y no puedo tocarte tras este vidrio

Para usar mi garganta llena de saliva

Y decirte lo suficientemente desafinado

Que te odio en lo profundo de mí

Pero en la superficie sostengo

Un cabello tuyo

Que me dejas

Guardar.


Nadie negará que nos ignoramos,

A veces te recuerdo como una luz espada

Encajada en mi nuca.

Ambos no negaremos que no funcionamos

Pero tú sí.

Fría o temblando

Solo dos humores que me excitan

Dos que tienes conmigo.

Ambos nos daremos crédito

Si maldecimos al otro en las líneas

Que no se dicen.


No sé lo que me haces hacer

Lo que hago tomando agua de mar

Es lo mismo, si te golpeo o me largo.

Te importa, pero es lo mismo

Porque podrías olvidarlo

En la caja de colores que es tu vida.

Y yo podría conservar tu poco interés

Quizá lamentando, y los fines de semana

A carcajadas saber que te vas

A cada hora

Y regresas para apretarme

Y adivina qué:

Guardaré en la nevera

La basura que me obsequies.


Te he dedicado solo lo que pierdes

No te imaginas mi esfuerzo,

Queriendo detenerme, pero te sigo.

Hablas, pero no sé si al suelo

O yo de verdad estoy ahí.


Me vaya o me quede, es lo mismo.

¿Quién lo notará al acariciar?

Distorsiono los versos

Y combinan con nosotros.

 

Valla poeta, que cautivante,
frio,
y exquicito suena tu devoción por la locura fina...