Imperdonable

​

Nunca pediré perdón
a quien mi perdón no lo merezca.
Nunca más ningun clamor,
ninguna conmiseración
a favor del hechicero,
de aquel que almiba las palabras
para desangrarte sin piedad el corazón
y arrancarte la raiz de todos tus latidos,
de cada uno de tus huesos.
Nunca pediré la salvación
ni la gracia
ni la lluvia
para quien arde en la ira de su propio fuego
ni para quien ha labrado
con azufre mineral
el peor de sus infiernos.
Nunca volveré a suplicar
por ese mendrugo de vida
que me arrojan mis verdugos
cual rastrojo de serpientes,
ni beberé la cicuta que me ofrecen
por no creer en sus dioses,
ni tampoco compondré
ninguna líquida frase de amor
a la mujer que no me acaba de querer
ni al pródigo hijo que apenas me recuerda.
Nunca más rendiré mi rodilla
ante el desalmado regocijo de los ídolos,
ni humillaré mi cerviz al invasor
ni a la voluntad de los traidores.
Nunca jamás perdonar
a cuanto necio y zalamero
interrumpan mi camino
ni a la derrota final
ni al horizonte prohibido.
Nunca más mirar atrás.
Nunca más…
para no tener que perdonarme
por todo aquello que ya he sido.