Inmensidad

La inmensidad del infinito cielo
como en mis noches de eterno desvelo.
Su azul sin fin, el oscuro
manto de la noche y el infinito
ejército de estrellas, bendito
y nombrado por un Hacedor puro.

La majestuosidad del océano profundo
cuyo fin no conoce ningún mundo.
Los misterios acuosos. El sinfín
de sus hondas vastedades intimidantes.
Sus iracundas tormentas resonantes
que de navíos se dan un festín.

La eternidad, madre del tiempo mismo,
que no sabemos si es altura o es abismo.
El correr eterno de los momentos cansados.
Las inagotables horas, minutos,
segundos e instantes que no conocen el luto,
que no conocen el destino de un sepulcro pesado.

El mundo, la alegría y las penas…
penas y alegrías… no sé cómo las ordenas.
La gente, las masas, los millones
de almas inquietas sedientas de porvenir.
Constantes caminantes en ir y venir
que buscan el sustento de sus corazones.

La existencia, ancestral, a Dios atada.
Su presencia, eternamente inmaculada.
La nuestra… incierta, tachable.
Sólo bajo la magia súbita de un giro
que de las garras del mundo nos salve en un suspiro,
hará como todo lo mencionado… incontable.