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Insomnio

Tema en 'Tu Obra Maestra (en verso)' comenzado por Lubos Rowan, 16 de Noviembre de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 718

  1. Lubos Rowan

    Lubos Rowan Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    15 de Noviembre de 2010
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    Los insomnes desesperados que huyen no tienen respuestas.
    Durante la noche renacen seres. (Y tú eres uno de ellos).
    Se les ve saliendo de cuerpos adormilados,
    vienen andando como una espina que clava la mano en su rosa.
    Un plateado tiburón que habita en la acera de mi libreta.
    Un afilado cuenco de los residuos de mi mente.
    Un golpe manoseado que saja como un dolor la monotonía de mi pecho.
    Una taberna en donde las canciones tienen el rancio sabor del porvenir.
    Una luz azul de unos peces, sitio del olvido,
    apertura de los campos, jazmín, olor de extravagancias, unos simples segundos...
    Un lugar de reposo entre dos estaciones invernales, habitación con luces,
    espejo de unos cuerpos desnudos sobre el agua, incluso un reloj parado...
    Un seno acogedor, un mar que solo devuelve lo bueno,
    una barba de dos días, aleteo de mariposas en mi cerebro,
    los músculos relajados, escapatoria de todos los dolores, cenizas de tiempos pasados,
    lugar de aprendizaje; si fueran dioses o pequeños momentos inolvidables.
    Un pasado lleno de escarcha, verdes movimientos de suave vaivén,
    sombras recostadas en mi vientre, surtidor de otras posibilidades,
    banco en el jardín, ramas, hojas secas, violines asonantes,
    oraciones sordas.
    Un pirata, una no educación, una carta vacía.
    Mayordomo de la vida.
    Una hoja plateada bebe la lluvia de tu cuerpo.
    Una nota desgarra mi sombra. Hueco. Espacio para las cosas.
    Matriz. Cara oculta del sur. Abandono.
    Solo temblor en la carne.
    Espíritu manoseado por los amores.
    Solo son espinas pero no solo
    en la rosa o en el barro,
    huellas en el mar
    en el espacio en blanco,
    palabras que hieren
    en los silencios,
    aire de pequeños movimientos
    en un racimo de rosas hambrientas
    y no me persigue nadie.
    Una extensión de luna abruma mis sueños
    una trampa caída
    de un infinito caminar.
    Envoltorios, cápsulas y demás alimentos.
    Vacuidad en los farsantes del alma.
    Habitantes de ciudad sin nombres.
    Solo se acerca desde lejos
    solo un material de estrella
    solo me golpea
    pero nunca despierto.
    Las olas de los mares que estaban en mi camino
    como dos puertas abiertas en una roca.
    Solo su huella como una mentira,
    como hienas hambrientas
    crecen las aceras llenas de piernas.
    Palomas blancas en mi seno
    como piratas atacando difíciles digestiones.
    A las piernas les crecen unidades
    y por arriba cicatrices
    que se llenan de sexo,
    y aparatos que sirven para poco,
    solo seguir sin mas oficio.
    Los sexos se llenan de falsas esperanzas
    las esparcen por los campos de asfalto
    y crean nuevas espinas-camas.
    Árbol de corazones rotos
    semilla de brazos alargados.
    Es una estética extravagante esa del bombeo.
    No palpita la vida tanto como parece.
    Se aquietan las cosas
    y parece que van pasando por una noche cavernosa.
    Vuelos de abeja
    Sutiles palabras de aparente inconexión
    que no es murmullo sino claros aleteos.
    La mirada que traspasa el primer cuerpo
    que fulmina con su ausencia la ignorante indiferencia
    de los símbolos,
    acompaña el hálito de las sombras,
    sino no hay nada
    nada que hacer ya.
    El solitario ángel que desde el fondo de ti ha caído
    es nuestro pretexto de esculpir palabras.
    No hay noche sin ojos.
    Primer espacio para el verbo-tiempo de nunca desdecir.
    Receptáculo para la palabra. Imagen de su propia feminidad.
    Entra en movimiento continuo...
    Semilla de lo primigenio y en el principio fue ella.
    Penetrante signo de compulsivo pensamiento.
    Se palabrean sentimientos o habitáculos desérticos.
    Hoy, un día en el que no hay nubes
    el cielo gris amontona escarcha en mi razón,
    mano prieta de la sangre palpitante,
    ahogo.
    El camino desierto para gritos.
    Arboledas errantes de luceros.
    El día,
    Abunda,
    amordazados ojos de penumbra;
    y la palabra
    circunda alas venideras
    esperma de estrellas pululantes
    palabra verbi-escarcha
    para mi sed de luz
    nocturna naturaleza de querer.
    Cercanía, paraíso alejado
    después de un roce.
    Tu lejana presencia del maniqueo.
    Tu gris palabra
    alumbra campos grises.
    La mirada, aquella que traspasa el primer cuerpo,
    que fulmina con su ausencia la ignorante indiferencia
    de los símbolos
    acompaña el hálito de las sombras,
    sino no hay nada.
    Con dispares absurdos me complazco.
    Al cantarlos los distraigo,
    los alejo del destino
    ¿Por qué no perseguirlos?
    ¿Por qué no apalabrarlos?
    Si apalabrados descifrados.
    Uno que habita en mis aleteados filos habla,
    circunda la palabra en cauce de la materia.
    Me escondo es esta estancia llena de resacas.
    Esto es la bruma,
    la canción del caos.
    El mar grita.
    Los pensamientos mueren coleantes
    El cielo sigue lleno de cruces
    Es muy dolorosa la cordura,
    produce heridas infinitas.
    Latir solo ya es bastante
    que por el reguero que sigue la sangre
    van caminando átomos en formación de esperanza.
    En esta plaza se asientan
    plateadas sombras que esperan
    un dios que nunca llega
    e inventan sueños de otros dioses,
    más caseros, más a nuestro palpitar.
    Pues no viene el dios ensimismado,
    el exiliado de la creación
    y solos esperamos.
    Que de la carne nos viene la vida,
    con herramientas de sentidos.
    Mirarla y derramarla
    sentirla y desnudarla
    olerla hasta el alma
    saborearla hasta su amargura,
    que después llegará otro día
    otro latido con mas átomos.
    Palabra que eres ya lo que vas a ser,
    blanca llanura de frío
    detrás del pecho desnudo
    que se revela por salir.
    Como palabras lanceras buscando víctimas de sus significados hirientes.
    Carnal objetivo de tus acumulaciones
    que el tiempo se llevará como briznas de monedas acumuladas.
    Mas allá del horizonte no hay mas que otro horizonte
    y muchos veleros navegando inútilmente por mares de lujuria.
    -¿A esa diosa abandonas tus tristes tardes de luces artificiales?
    Miserable sombra de las fugaces noches de insomnio
    que atraviesas con desprecio de carne putrefacta
    cada herida aún caliente del parentesco casual.
    Quisiera surgir entre la bruma
    con un equipaje que palpita
    y buscar en el lodo de la noche
    una palabra que tenga un significado.
    Recordar la sangre inútil
    de esas historias desmembradas
    y pasar por los recuerdos
    como una intensa llama.
    Quisiera perder cada hoja
    del viejo libro enamorado
    nacer en una idea
    y soñar sueños azules.
    Esa luna altiva que pasa entre las ramas cada noche
    será mi sueño acogedor, envolvente, que acaricia el calor de mi lejanía.
    Me llevará mi nube hasta su cielo lentamente,
    engendrando una esperanza precisa para cada sentimiento.
    Palabras que piensan en historias.
    Perder lo que nunca se ha tenido duele como una batalla, como un aullido, como un camino sin descanso...
    Me preocupa la estancia que se desvanece obligada
    El llanto se ha secado inútilmente.
    Las emociones son supuestas.
    Mi raigambre es terriblemente humana, inmóvil; pero crece dentro de mí esa grieta de luna llena.
    Crece en mi garganta la supuesta ilusión de un aullido para dar fin a la palabra.
    -¿Es una similitud la huella encontrada en los cristales rotos de otras copas?
    Suena una música lejana en el horizonte de la noche,
    en la oscuridad total de las miradas.
    Los hombres no levantan sus ojos a la luna mientras vierten sus semillas en una vorágine de creación.
    Iba descontrolado y nadie me miraba.
    Buscando una similitud entre los hombres,
    y vago por la calle buscando una gaviota atigrada que aceche mi carne.
    Bajo una lluviosa tarde, me escabullo
    detrás de una mirada inocente
    o en un charco transparente donde mirarme.
    Con la cara contraída y la mirada ausente,
    mas lento que el resto de los hombres,
    me alivio en mi retroceso
    avanzando en el oscuro pantano que me invade
    y paso expectante
    mezclándome con el silencio
    de tantas gentes acostumbradas.
    Consumido y castigado,
    repitiendo los caminos de ayer,
    voy agotando los filos de la vida.
    Cuentan los individuos
    entre aceras y bocinas
    mi insistencia intemporal
    y se hacen mis enemigos
    los susurros al oído
    y los ojos burlones
    en el centro de la tierra.
    Con el silencio lleno de nombres
    veo las sombras secas y antiguas
    que han parido años de familias
    y también batallones de sierpes
    esquivando afilados tacones
    que claman venganza femenina.
    Y los individuos, los mismos,
    chocan con mis huellas,
    descubriendo pétalos que se desintegran
    en pedacitos de aire malsano.
    Arrastro mi vagabundo indefinido
    por el suelo oscuro y eterno
    y se quejan mis pies
    en su cárcel de hueso.
    A mi lado, el ritmo gris del humo
    y los ángulos de un murmullo estridente
    de voces humanas,
    desgarran una fuente negra
    que tiene sed de asfalto...
    Las manos del herrero se han muerto
    y con ellas la nobleza de dar forma,
    Padeciendo en un oscuro trono
    alabadas por necios compañeros
    han de tener mis ruinosas garras
    conciencia de su comportamiento.
    Como viejo dolor ensangrentado
    entre losas traicioneras
    y lujuriosas hienas buscadoras
    de inocencia como fruto fresco.
    llorarán junto a las lápidas,
    como una sombra inmasticable
    ilustrando los perdones.
    Veo como queda un rastro
    de polvo moribundo,
    allá donde los pasos del que fue nuestro sueño
    van perdiendo dignidad.
    Veo como resurge entre las arquitecturas de un pasado efímero
    y las calles mojadas sin sonrisas,
    un grito de alas o de pies descalzos,
    un rugido llano de dolor hambriento.
    Veo la niebla resoplada descubriendo mi piel
    de donde salen llagas y voces del dolor,
    Veo como
    en las camas
    en los bosques
    en las manos
    ensangrentadas
    de un cuchillo cualquiera
    surgen los amores.
    Agudizo el rostro por donde van los caminantes,
    en donde caen las damiselas
    y duermen aletargadas las historias
    para recordar la voz en el aire derretido.
    Lo he despojado de la carga de sus hojas
    y se ha quedado el tronco solitario,
    expuesta su sabia a cualquier mirada.
    Creceré con su sentido.
    Será mi sentimiento,
    el pájaro cantor que se posa en mis ramas.
    Mi voz es lastimera y prolongada
    como canto desesperado
    de mí mismo.
    Pero en la vida
    hay un gusano transformándose
    en luz y sonidos primaverales.
    (Primavera, nacimiento...
    -¿Es posible reconquistar nuestros caminos,
    si sumergimos nuestras almas en el fondo del arroyo;
    buscando, debajo de los nenúfares, la corona de guirnaldas
    que olvidó la primavera?.)

    y también está la vida
    en las gotas invernales
    que se mecen en el aire.
    Ya estoy lejos
    muy lejos
    y el cantar
    y el lecho esperan.
    Pero al pasar por esta palabra
    las olas del firmamento
    rompen mi cabeza con una lágrima
    y el basto manjar de las pasiones ciegas
    inunda los bosques en el corazón de un ángel.
    Le doy la vuelta a mis ojos
    y se pierden en la oscuridad.
    La rabia
    la inmensa rabia
    del mar
    siente su espuma
    sin nada que lo distraiga
    de su soledad
    como el mar inmenso
    su inmensa soledad
    la del mar
    la mía
    la rabia
    inmensa
    el estado de las almas
    pasajero por las mañanas,
    alimento de todos los engaños.
    Que venga un loco a decirme como se llama esa flor
    blanca y pura que nace entre la podredumbre de los días estancados,
    para que el frío de las mañanas tenga un significado propio.
    Yo soy un dios viejo y loco,
    y os digo que cuando yo sea ceniza
    vosotros seréis fantasmas,
    sombras de una vieja historia.
    Esta palabra que doy cada día
    es una inmensa llaga que aumenta mi dolor,
    un anhelado espacio donde poder amar.
    Pero somos reos condenados a vagar por nosotros mismos,
    a padecer la servidumbre de una pregunta,
    a entrar en la noche como une una habitación ajena.
    La miseria nos hace solitarios
    como un dolor que quiere a otro dolor.
    Como un grito, el silencio se propaga entre nosotros,
    latiendo por debajo de las puertas
    Y como la oscuridad fugitiva,
    la respuesta fugitiva se esconde en el olvido.
    La razón es una ciénaga con lejano fondo,
    oscuro bosque de palabras inconclusas
    como quitarle a las cosas su alma preferida.
    Tiempo tendrá el camino de aprisionar las alas y el beso,
    aunque no hay virulencia en la desdicha que ahogue todas las gotas.
    Porque nadie ve la sombra que está detrás de mi cuadro,
    la sombra más débil,
    la que camina inconsciente,
    en medio de otras sombras.
    Sí, eso es,
    porque yo nunca he salido de mi cuadro,
    ni de mis ángeles,
    ni de mi mar
    ni de mi muerte.
    No pasa nada.
    Un poco de sueño eterno
    y alguna pelea de perros.
    El cielo está gris y agujereado
    y no se ve mas que una estrella,
    como una pequeña parte de mi cuerpo que vibra constantemente.
    Me arranco ese músculo palpitante
    y lo encierro en el armario de la muerte,
    sus ecos se hacen interminables retumbando donde no se oyen.
    Su llamada no perdona,
    produce destellos de color uniforme que desemboca en mitad de la mesa.
    No pasa nada.
    Hoy es un sábado vulgar.
    Me arrastro sin mi corazón
    y me duermo.
    solo latiendo...
    Lubos Rowan
     
    #1

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