Instantánea

Un espejo sombrío destierra la inexistencia de mi cuerpo.
El mármol bronceado de los parabrisas refracta el viento nebuloso
como cornisas de óleo que navegan por el aire.
Y en esa escalera al cielo está la calle donde desfallece una mirada
las nalgas de la tele que encuadran mi vida en una cárcel
el andar atómico de las margaritas que se salen por la boca.

El paisaje destempla cuando el hambre transita la vereda
como una tentativa para enmudecer los sueños más lúcidos
mientras el frío o el calor nos deja un espacio irresoluble,
una ropa llena de agujeros donde penetran las copulas del alma
los cuerpos desvestidos lloviendo a la intemperie
las notas de un cuarto derruido en el vacío.

Cómo estarán las noches, la voz de Janis
los roquedales ajenos del payador perseguido
el muro silencioso de este pasillo de estrellas
el control que apague nuestras venas por su imagen más sólida
los girasoles que un loco abandono sobre el lienzo.
Todo tiene un sabor a estatua. Hasta el amor quedó pegado
al negativo de una cámara que golpea en la retina.