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Isidore Ducasse Comte de Lautréamont - Párrafo 10 canto 1ero - Voz de J. Sebastian

Tema en 'Poemas Recitados' comenzado por Sebastian Embruja Sueños, 7 de Enero de 2014. Respuestas: 1 | Visitas: 1064

  1. Sebastian Embruja Sueños

    Sebastian Embruja Sueños Poeta recién llegado

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    10.
    No me verán, en mi última hora (escribo esto en mi lecho de muerte), rodeado de curas. Quiero morir, mecido por las olas de la mar tempestuosa, o erguido sobre la montaña... pero no con los ojos vueltos a lo alto: sé que mi aniquilamiento será completo. Por lo demás yo no podría esperar gracia. ¿Quién abre la puerta de mi cámara mortuoria? Había pedido que nadie entrara. Quienquiera que seas, aléjate; pero si crees percibir alguna señal de dolor o de miedo en mi rostro de hiena (uso esta comparación aunque la hiena es más hermosa que yo, y más agradable a la vista), desengáñate: que sea delante. Estamos en una noche de invierno, cuando los elementos se entrechocan por todas partes, el hombre tiene miedo, y el adolescente medita algún crimen contra uno de sus amigos, si se parece a mí cuando fui joven. Que el viento, cuyos lastimeros silbos entristecen a la humanidad desde que viento y humanidad existen, me transporte, momentos antes de la agonía final, sobre el armazón de sus alas a través del mundo impaciente por mi muerte. Todavía disfrutaré en secreto de los numerosos ejemplos de la maldad humana (a un hermano le gusta observar sin ser visto, las hazañas de sus hermanos). El águila, el cuervo, el inmortal pelícano, el pato salvaje, la grulla viajera, despiertos y tiritando, me verán pasar a la claridad de los relámpagos, espectro horrible y satisfecho. Ellos no sabrán lo que eso significa. En la tierra, la víbora, el ojo saliente del sapo, el tigre, el elefante; en el mar, la ballena, el tiburón, el pez martillo, la raya informe, el diente de la foca polar, se preguntarán qué significa esta derogación de la ley de la naturaleza. El hombre, temblando, tocará con la frente la tierra en medio de sus gemidos.
    "Sí, os supero a todos por mi crueldad innata, crueldad que no ha dependido de mí que desapareciera. ¿Esa es la razón por la que os presentáis prosternados ante mi vista?, ¿o bien porque me veis recorrer - fenómeno desconocido -como un cometa aterrador el espacio sanguinolento? (Cae una lluvia de sangre de mi vasto cuerpo parecido a una nube negruzca que el huracán impele hacia adelante.) No temáis, niños, no quiero maldeciros. El mal que me habéis hecho es demasiado grande, y demasiado grande el mal que os hice, para que sea deliberado. Vosotros habéis seguido vuestro camino, y yo el mío, ambos similares, ambos perversos. Fatalmente tuvimos que encontramos, dada esa similitud de caracteres; el choque resultante nos ha sido recíprocamente fatal."
    Entonces, los hombres volverán a levantar poco a poco la cabeza, retomando valor, para ver al que así habla, estirando el cuello como el caracol. De pronto sus rostros ardorosos, descompuestos, que muestran las más terribles pasiones, se contraerán en muecas tales que los lobos se asustarán. Todos se pondrán de pie a un tiempo como por un inmenso resorte. ¡Qué imprecaciones! ¡Qué voces desgarradoras! Me han reconocido. He ahí que los animales terrestres se unen a los hombres para hacer oír sus extraños clamores. Nada de odio recíproco: ambos odios se han vuelto contra el enemigo común: yo; y se reconcilian por un asentimiento universal. Vientos que me sostenéis, elevadme más alto; temo la perfidia. Sí, desaparezcamos poco a poco de su vista, testigos, una vez más, de las consecuencias de las pasiones, completamente satisfechos... Te agradezco, ¡oh rinolofo!, por haberme despertado con el batir de tus alas, tú que ostentas sobre la nariz una cresta en forma de herradura: me doy cuenta de que, desgraciadamente, sólo se trataba de una enfermedad pasajera, y siento, con disgusto, que retorno a la vida. Hay quien dice que te acercaste a mí para succionarme la poca sangre que contiene mi cuerpo: ¡ojalá esta sospecha se hubiese convertido en realidad!
     
    #1
  2. Emanuel de León

    Emanuel de León Poeta recién llegado

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    Increíble, una obra maestra. Me gusto mucho. Saludos y bien venido.
     
    #2

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