IV

Viernes como cualquiera

un simple día frío

las siete eran las siete

las ocho laborales (las mismas)

las gentes las calles la brisa

el poste de la esquina

el tabaco al medio día


Mis ojos y mis manos

el desasosiego

¿y mi corazón?

Ese pedazo de músculo jamás volvió a ser el mismo

me han matado antes

pero ahora

me veo renacido

hembra zamba nos encontramos un día de pianos cuando la música era silencio

cuando la mirada no alcanzaba un milímetro

cuando su boca era una escafandra

chica descubierta me apuñaló de alegría y me desangré de porvenir

del que pensaba que ya no me quedaba del que estaba seco

al fin que la veo en mí

al fin que se ve en mí

me sumó entre las restas

usted me salvó cuando estaba listo para ser fusilado en el paredón de la nostalgia

azul me rescató con ese indulto suyo llamado “beso”.

 

¡¡¡Poeta¡¡¡ Que bellos versos, andas inspirado, felicitación.